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La soledad de Venezuela

La economía, más que la política, será la única capaz de inclinar la balanza. Venezuela, ¿a nueve comidas de la anarquía, atendiendo la máxima de Alfred Henry Lewis?

Poly Martínez, Poly Martínez
10 de enero de 2018

La imagen es contundente: un solo avión en Maiquetía, el otrora congestionado aeropuerto internacional de Caracas. Un solo avión de EuroAtlantic Airways en el que llegó el canciller de Portugal. La pista, desocupada. Las mangas de recibimiento, recogidas. La soledad ahí parqueada. 

Detrás de la impresionante imagen del fin de semana, la soledad de Venezuela, traducida en algunas cifras, luce así:

- Inflación del 2.616 por ciento y un salario mínimo que, en la vida real, solo cubre el 25 por ciento de las necesidades básicas de los venezolanos. La crisis ya tocó a los trabajadores de la industria petrolera: en el fin de semana protestaron haciendo sonar sus cascos en las instalaciones de filiales de PDVSA.

- Las cajas CLAP, que son mercados básicos subsidiados por el Gobierno, arrancan el año con un aumento del 150 por ciento (ahora a 25.000 bolívares) y dentro de poco solo podrán ser reclamados con el Carnet de la Patria. En el fin de semana varios supermercados y un camión cargado con cajas CLAP fueron saqueados. Ha sucedido antes y seguirá porque las protestas ya no son políticas: el hambre se toma la calle.

- Desnutrición infantil del 15,6 por ciento en 2017 frente a un 8,7 por ciento en 2016 (Caritas). Según estándares de la OMS, los sectores pobres del país están en emergencia humanitaria. El Gobierno ha descartado la ayuda internacional argumentando imperialismo humanitario. Respuesta criminal cuando la tasa de mortalidad infantil en menores de un año se calcula ya en 23,5 por cada mil niños nacidos vivos, pisándole los talones a la de Haití. El pueblo venezolano sigue perdiendo peso y hay un grave déficit de medicamentos. En el fin de semana se supo que a mediados de diciembre pasado el Gobierno ofreció pagar los 5000 millones de dólares que adeuda a la industria farmacéutica con oro, diamantes y coltán.

- 2017 cerró con una caída del PIB en 15 por ciento. 2018 se perfila como el quinto año consecutivo de retroceso, con una contracción del -11,9 por ciento de la economía venezolana (The Economist). Esto no es cosa de maniobras internacionales para frenar la llegada de perniles para Navidad ni sucede por culpa del “bachaqueo” en las fronteras, que las mafias oficiales permiten. Los hechos hablan: entre 2015 y 2017 se perdieron 3 millones de puestos de trabajo, el desempleo está en el 19 por ciento y la industria opera al 30 por ciento de sus capacidades por falta de materia prima. Los camioneros iniciaron la semana con protestas por falta de repuestos y llantas para mover sus vehículos y, con ellos, la magra producción nacional.

- Adicionalmente, ha caído en 400.000 barriles diarios la producción petrolera, reduciendo el promedio diario a 1,7 millones de barriles. Los 150.000 millones de dólares de deuda externa se mantienen y solo quedan 9.250 millones de reserva. Los bonos de deuda emitidos por Venezuela entraron esta semana en default técnico, lo que complicará más el panorama económico del país.

A todas estas, Maduro responde con el cuento de dos conspiraciones internacionales (una celestial, en realidad). La primera, liderada por cuatro agencias de noticias internacionales -Reuters, EFE, AFP y AP- que han montado una campaña mediática de desprestigio contra Venezuela.

Y la segunda, a manos de la Iglesia católica, que se niega a beatificar a José Gregorio Hernández porque odia a esta figura de adoración en Venezuela, patrono informal de la salud y uno de los pocos recursos que les quedan a los creyentes para paliar el mal que los está acabando. Maduro manipula la fe para meterle ruido a la mediación de la Iglesia en las conversaciones entre oposición y Gobierno. Además, bien puede responder a los comentarios del papa Francisco no solo llevando a cabo las elecciones presidenciales este año, sino adelantándolas al primer semestre, repitiendo el milagro de permanecer en el poder gracias a los formalismos democráticos.

Venezuela genera mucho ruido y pocos resultados. Tal vez por eso suenan a verdad de Perogrullo (para titulares) las afirmaciones de Felipe González, y resulta poco probable y muy debatible la salida que plantea el reconocido economista venezolano y profesor de Harvard, Ricardo Haussman: la intervención militar de terceros países, con aval de la Asamblea Nacional.

Los privilegiados del régimen defenderán sus beneficios a como dé lugar. La oposición seguirá canibalizándose, incapaz de crear un proyecto de país, sin un liderazgo fuerte con credibilidad y capacidad de convocar a los venezolanos. En medio, la población cada vez más pauperizada, llevada al límite, dispuesta a transgredir sus propios valores, incluida la solidaridad, para sobrevivir.

El drama adicional no está en las proyecciones económicas y sociales para 2018. Está en que todo junto ya empieza a producir cansancio. Ese tipo de cansancio donde lo único que anida es el olvido: la peor de las soledades.

@Polymarti

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