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Cuando ganar es perder un poco

Con P se escribe perder, el verbo con el que mejor se puede describir el presente del fútbol colombiano.

Semana
11 de octubre de 2010

Es una letra simpática la P. Con P se escribe Piedad, Procurador y hasta Prevaricato. Con P se escribe también perder, el verbo con el que mejor se puede describir el presente del fútbol colombiano. Más allá de que la selección le haya ganado a Ecuador, y para desilusión de muchos que se ilusionan con poco, Colombia, bajo el mando de Bolillo Gómez está -parafraseando al filósofo- ganando un poco pero también perdiendo mucho.
Por absurdo que suene, y pese a que los recientes resultados de Gómez al mando de la selección hagan sacar pecho a muchos, no son más que un espejismo, fruto del afán de un técnico que evidentemente dejado por el tiempo y la evolución del fútbol, se aferra a las figuras consagradas de siempre como Córdoba, Yepes, Mondragón o el mismo Amaranto Perea.

¿Por qué? No porque alguien con dos dedos de frente crea que ellos pueden ser la base para Brasil 2014. Para entonces tendrán edad más para reemplazar a Gómez en el banco o para ser comentaristas de televisión, que para saltar a una cancha de fútbol. Tampoco por que atraviesen un momento rutilante, pues realmente son pocas las palomitas que, hoy por hoy, le queda a la mayoría en sus equipos europeos.

Ni siquiera como reconocimiento a unos jugadores históricos y ganadores, pues la ausencia de los últimos tres mundiales demuestra que no son propiamente eso. Mucho menos porque su presencia ofrezca una revolución táctica a un técnico que –como Pambelé cuando alucinaba en sanatorio cubano con que todavía era campeón mundial- aún cree tener a Valderrama y Asprilla. Ahora apenas tiene a Giovanny Moreno, que no le suelta una pelota a nadie o a Teofilo Gutiérrez, que no le hace un gol a nadie.

La razón no es otra que la misma cobardía que siempre se ha criticado a Bolillo en sus planteamientos, y que ahora lo impulsa a engañarse a sí mismo y a todos. Para no arriesgar antes de tiempo el puesto que tan obsesionado lo tenía -y que solo la conjunción de verdaderos astros como Bedoya y Maturana hicieron posible- insiste tercamente con fórmulas que pueden ser exitosas para ganarle a Ecuador en New Jersey en 2010, pero no a Argentina o Paraguay en las eliminatorias, por allá en 2012 o 2013.

Por ejemplo, el pasado viernes frente a los ecuatorianos, Colombia perdió. Mas allá de haber ganado con un gol a última hora de Falcao García se perdió una vez más la oportunidad de hacer un trabajo que sirva para algo distinto a mantenerle el puesto a Gómez.

En primer lugar, es justo decirlo, se le reconoce a un equipo de Bolillo el mérito de haberse impuesto en un gramado estadounidense extrañamente desprovisto de las líneas de fútbol americano que tradicionalmente habían facilitado a los jugadores el cumplimiento de las instrucciones del técnico antioqueño sobre si atacar hacia oriental u occidental.

Pero más allá, es poco el provecho real que pudo sacar Colombia de este partido. Gómez, sigue insistiendo con una defensa sólida pero envejecida, mientras sigue ignorando inexplicablemente a Cristian Zapata y Edwin Valencia: titulares indiscutidos en Italia y Brasil, y con una edad que le permitiría comandar la defensa colombiana en las eliminatorias, y también en el mundial. Claro, si otro fuera el técnico.

Sigue también insistiendo con Choronta Restrepo, que no está para una selección nacional, y al que Viafara… ¡Viafara! le tiene que cubrir la espalda permanentemente. Para terminar, el gol de la victoria viene más por un golpe de suerte y talento individual que en un planteamiento táctico en ataque. A propósito del gol, es triste ver como Bolillo, ante su incapacidad de acomodar a Falcao –lo que se solucionaría con ver un par de videos del Porto- haya optado por la salida fácil de dejarlo en el Banco. En la gira falta aún un partido ante Estados Unidos, en el que al parecer, las cosas no van a cambiar en absoluto.

Pero lo más triste de todo, es que la selección se vio dominada durante todo el partido por los ecuatorianos. Y eso que se jugó ante un equipo diezmado, además de la lesión de Toño Valencia -su mejor jugador-, por la decisión de Reinaldo Rueda. Éste, pese a tener la presión de vencer la incredulidad de un país entero, dejó por fuera a sus figuras -estas si mundialistas y titulares de sus equipos- de 35 o 36 años para dar la oportunidad a nuevos jugadores que quizás le pueden brindar algunas conclusiones a futuro. Perdió un partido amistoso que claramente no pasará a la historia, pero sin duda está haciendo la tarea. Al fin y al cabo para eso es que le pagan.