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Cuentas que no cuadran

¿A qué le teme el fiscal? ¿a que la justicia encuentre la verdad sobre la forma sórdida como se financió el referendo y no lo premien con una embajada?

María Jimena Duzán
14 de febrero de 2009

Si al fiscal Iguarán se le midiera por sus maromas jurídicas, habría que enmarcar la que hizo el lunes pasado, cuando La W sacó la noticia de que una fiscal había llamado a una audiencia a los todopoderosos miembros del comité que promovió el referendo reeleccionista para que respondieran ante un juez por el delito de fraude procesal. A las pocas horas de emitida la noticia, desde Cali, un Fiscal nervioso y algo incómodo salía a decir ante los medios que había decidido reasignar esa investigación en cabeza de un fiscal delegado ante la Corte, más acorde -fueron sus palabras- con la altura de los encopetados implicados; a las pocas horas, El Tiempo.com publicó la noticia de que el Fiscal había decidido suspender la audiencia de imputación.

A lo largo de toda esa tarde Iguarán fue cambiando las versiones sobre las razones que lo habrían llevado a tomar esa decisión, demostrando una flexibilidad en sus argumentos digna del mejor de los acróbatas. Primero dio a entender que eso de reasignar casos en cabeza no del fiscal que venía investigando el asunto -que sería lo lógico-, sino en el que no lo había hecho, era un procedimiento normal; luego insinuó que la audiencia seguía en pie si así lo quería el fiscal al que se le había reasignado el caso, pero ya al caer la tarde la versión que daba era otra: la de que la había suspendido para salvar la investigación, ya que se había encontrado con que la fiscal que tenía el caso había hecho la imputación de manera ligera y sin que hubiera tenido el tiempo para recoger todo el acervo probatorio. (En realidad, su despacho venía practicando pruebas desde noviembre, además de que tenía en su escritorio la investigación hecha por el Consejo Nacional Electoral en la que los prestantes miembros del comité promotor del referendo mostraban unas protuberantes inconsistencias en sus cuentas, así como en el tema de los topes admitidos en estos casos).

Ya al final de la noche, la versión del Fiscal era aun más alucinante porque planteaba la audaz tesis de que la única manera de preservar la investigación sobre las cuentas del referendo era parándola.

Puede que el fiscal Iguarán haya hecho todo lo que hizo en aras de preservar la investigación, pero las suspicacias que ha levantado su exótico performance no han sido todavía absueltas: ¿Para qué -nos preguntamos muchos- sacar de taquito a una fiscal independiente con una trayectoria ejemplar y reasignarle el caso a un fiscal ante la Corte reconocido por pertenecer a su círculo de confianza, como de hecho lo es el doctor José Édgar Collazos, el mismo que hace poco archivó en un abrir y cerrar de ojos la investigación pedida por el vicepresidente Santos cuando fue acusado por Mancuso de haberse reunido con él varias veces con la intención de montar el bloque capital?

¿Cómo así que era mejor suspender la audiencia de imputación porque no había pruebas, cuando en realidad sí las había y muy claras? ¿Por qué haber impedido una audiencia que habría servido para que la justicia supiera cuáles son las razones que los promotores del referendo tienen para justificar sus inconsistencias en sus cuentas, sus préstamos indebidos o sus aportes y donaciones no registrados? ¿A qué le teme el Fiscal? ¿A que la justicia encuentre la verdad sobre la forma sórdida e impropia como se financió el referendo reeleccionista y se le culpe desde el uribismo por su hundimiento y no lo premien con una embajada luego de que termine su período?

¿Qué tanto tiene que ver en la flexibilidad del performance? del Fiscal el hecho de que el apoderado de los promotores del referendo sea también su amigo entrañable, el ex procurador Jaime Bernal Cuéllar, quien también fue en su momento abogado de DMG, otro de los aportantes al referendo a través de la empresa Transval? ¿Por qué no resulta mejor para la justicia y para el país saber a ciencia cierta cuánto fue realmente el monto que aportó DMG a los promotores del referendo.

¿Quién tendrá la razón, los promotores del referendo cuando dicen que DMG sólo aportó en especie, o las agencias de inteligencia que dicen que DMG aportó cerca de 4.000 millones de pesos que no aparecen en las cuentas? ¿Estaremos ante un proceso 8.000 en ciernes?

Congelar una investigación como esta sería improcedente para el país y su democracia, así los uribistas estén de plácemes con las acrobacias peripatéticas del Fiscal. Como también resulta perversa la tesis que se está impulsando desde el gobierno y que escuché de la voz de Carlos Holguín Sardi, en el sentido de que no importa cómo se haya conseguido la plata para el referendo reeleccionista porque está avalado por cuatro millones de colombianos. Planteamientos como los anteriores son los que a uno lo asustan porque demuestran que para el uribismo no hay límites cuando se trata de abrirle paso a la reelección del presidente Uribe.

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