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Mientras Noemí se está preparando para gobernar a tono con la globalización, Horacio parecería estar quedándose con un esquema anticuado

Semana
4 de septiembre de 2000

La reciente encuesta de Caracol en la que Horacio Serpa aparece aventajando levemente a Noemí Sanín en la carrera electoral sorprendió a muchos, pero yo no entendí muy bien porqué. Hasta pienso que Serpa debería preocuparse con el resultado. Que él, que encarna la oposición contra un gobierno caído en desgracia ante la opinión, aparezca prácticamente empatado con Noemí, quien lleva dos años ausente del país y quien ha guardado por ahora un prudente silencio —no cómplice— durante la primera mitad de la administración Pastrana, no da precisamente para contratar mariachis.

Para lo que sí da la encuesta es para aceptar que Serpa viene haciendo las cosas bien. Cada vez más alejado de Samper, ha aprovechado las equivocaciones del gobierno para hacer oír sus propias propuestas, coronándose como el jefe de la oposición en medio de un caldo de cultivo más que apropiado, por cuenta de una paz desesperantemente entrabada y de unas cifras de desempleo que producen escalofríos. Más aún: a veces parecería como si el Serpa de hoy fuera de un modelo totalmente distinto del Serpa de ayer. Al punto de que un viaje a Washington permitió que el nuevo Serpa, ayudado por una actitud totalmente abierta, entendiera que el Plan Colombia que tanto han fustigado algunas figuras liberales, no es el ‘coco’ que la guerrilla, por razones obvias, intenta vender como imagen. Pero desde luego, el gran despegue de ese nuevo Serpa ocurrió con motivo de la propuesta presidencial del referendo. Comprendiendo la gran equivocación que implicaba la intención de revocar el Congreso, Serpa se lanzó a las plazas públicas a combatir la propuesta, con el resultado que ya todos conocemos: Pastrana 0, Serpa 2.

Donde Horacio Serpa sí parece estar verdaderamente varado es en el tema del equipo que lo rodea. Aunque no voy a cometer el simplismo de asegurar que sigue rodeado de ‘martacatalinas’, sí me atrevería a decir que Serpa, equipo no tiene. Al punto de que una de las personas más identificadas con su proyecto, el ex tesorero de su anterior campaña, César González, ha recomendado como la gran propuesta económica del serpismo que el gobierno se dé el lapo de recurrir a la emisión para solucionar las presentes urgencias del presupuesto. ¿No afana pensar que si el gobierno estuviera actualmente en sus manos, se habría recurrido a la reactivación populista con el riesgo de que dentro de unos meses cayésemos en una hiperinflación, o en una desgracia semejante?

Si algo no puede decirse de Horacio Serpa es que no tiene hoja de vida. Es indudable que un hombre que ha sido juez, diputado, concejal, senador, procurador, constituyente, ministro de Gobierno, y que tiene como cuna al hervidero de Barranca, está empapado de las realidades colombianas, lo que no necesariamente indica que sepa cómo resolverlas. En contraste, Noemí Sanín puede tener menos hoja de vida, pero puede estar mejor preparada para solucionar nuestras dolencias nacionales, por una razón: se ha dedicado a fondo a entender la correlación de fuerzas entre los problemas del país y el resto del planeta, en momentos en que precisamente para Estados Unidos Colombia se ha convertido en una clara prioridad.

Mientras Noemí se está preparando para gobernar al país a tono con la globalización, Horacio parecería estar quedándose en un esquema anticuado, que nos recuerda la famosa frase de Gaitán: “No soy un hombre, soy un pueblo”. Parodiándola, Noemí podría decir: “No soy una mujer, soy un equipo”.

Por alguna razón, los tecnócratas más importantes y reconocidos del país están rodeando a Noemí, al punto de que varios de ellos han aceptado integrar su comité programático para que ella pueda cumplir su sueño de prepararse no sólo para ganar las elecciones, sino para gobernar. En él figuran nombres de la talla de Santiago Montenegro, Hugo Palacios Mejía, Carlos Ronderos y Luis Fernando Alarcón. Se proponen, según los chismes políticos, sorprender al país diseñando un plan de desarrollo que presentarán un año antes de las elecciones.

En contraste, Serpa marcha solo. Y no parece existir evidencia de que en medio de todos sus indudables méritos, un hombre que domina la política municipal, la departamental y la nacional se esté preparando para entender la correlación de fuerzas que hay entre eso y el resto del mundo. Su indudable falta de equipo le impide ver que los problemas económicos del país dependen menos de lo que logre hacer un Juan Manuel Santos que del Fondo Monetario Internacional. Por muy patrióticos, inteligentes y liberales que puedan ser los Luis Guillermo Velez que lo rodean, están en su mismo paseo, lo que explica que Horacio Serpa sea, hoy por hoy, un candidato más del siglo XX que del XXI.

Entretanto...¿Qué diferencia será la que debemos sentir los colombianos entre cuando las Farc no se habían sentado a conversar con el gobierno, y ahora?

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