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Los 32 presidenciables

Hace algunos días, cuando le comenté al periodista estadounidense David Adams acerca de este listado de 32 aspirantes, me respondió: no está mal, Haití tuvo 50 en las últimas elecciones.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
11 de junio de 2016

Cuando todavía faltan dos años para la terminación del gobierno de Juan Manuel Santos, 32 colombianos están calentando para reemplazarlo. La asombrosa cantidad de presidenciables no tiene precedentes en nuestra historia y muestra que por lo menos nueve funcionarios aspiran al puesto de su jefe, seis senadores sueñan con ser cabeza del Ejecutivo y al menos seis uribistas anhelan la bendición del jefe vitalicio de su partido.

El conteo lo hizo el encuestador César Caballero cuando descubrió -con desconcierto- la dificultad para hacer un sondeo que los incluya a todos.

El eje de la campaña es el vicepresidente Germán Vargas Lleras quien encabeza Cambio Radical, único partido con un solo candidato a la vista. El primer reto de los otros 31 es llevarlo a la segunda vuelta, lo cual no parece muy difícil. Ganar en primera es un imposible para Vargas que en los últimos años se concentró en su propia organización sin hacer alianzas. Así ha ganado nuevos odios y conservado intactos los viejos.

El uribismo, línea Centro Democrático, tiene cuatro precandidatos. El primero es el repitente Óscar Iván Zuluaga que tiene en su haber 7 millones de votos probados, aunque ajenos. Óscar Iván no despierta ningún entusiasmo por sí mismo y tiene dificultades para conservar la dirección del partido que, en realidad, nunca ha podido ejercer.

El segundo es Carlos Holmes Trujillo, un hombre tan decente que no convence a grandes sectores de su partido. Pasó la mitad de su vida tratando de llevar a las Farc a una salida negociada y ahora, cuando está a punto de firmarse un acuerdo, está obligado a oponerse. El tercero es Iván Duque, sin duda el mejor legislador del uribismo y uno de los más desconocidos para la gente. Ah, y la cuarta es Paloma Valencia.

El uribismo conservador tiene dos candidatos: el principal es el procurador Alejandro Ordóñez, exprimiendo el cargo hasta el último minuto para hacer su campaña. Claro, como a él no lo vigila la Procuraduría. Y la segunda es Marta Lucía Ramírez.

Los otros dos precandidatos conservadores son David Barguil e –increíblemente- el actual ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas.

Verdes hay cuatro: Sergio Fajardo que es una opción fuerte pero insípida, siempre ‘ni lo uno ni lo otro’ sino todo lo contrario; la valiente aunque inviable senadora Claudia López; Antonio Navarro que vuelve y juega después de dejar pasar sus mejores tiempos y Carlos ¿qué?... Carlos Caicedo, un señor de Santa Marta.

El Partido de la U aporta siete fotos al cuadro de presidenciables: dos senadores, dos ministros, un exministro y dos embajadores. El camaleónico e incombustible Roy Barreras, el no menos risible Armando Benedetti, la ministra de Educación, Gina Parody, el de Agricultura Arurelio Iragorri, el ex de Comercio Sergio Díaz-Granados y los embajadores Juan Carlos Pinzón –mindefensa en uso de buen retiro- y Rodrigo Rivera, ¿lo recuerdan?

6 liberales 6. El ministro del Interior Juan Fernando Cristo; el negociador de paz Humberto de la Calle; el decepcionante presidente del Senado, Luis Fernando Velasco, a cuya incompetencia le deberemos siempre la impunidad del magistrado Pretelt; el senador Juan Manuel Galán, la exfiscal Viviane Morales y el ministro del Posconflicto, Rafael Pardo.

Hasta ahí llevamos 26 precandidatos, pero aún falta el aporte de la izquierda que, más atomizada que nunca, contribuye a la fragmentación general.

Los dos escasos millones de votos que lograron en 2014 tienen seis clientes detrás de ellos. A nombre del Polo santista está la ministra de Trabajo, Clara López Obregón; por la facción Moir está el mejor senador de Colombia -y quizá también el más intransigente de todos los presidenciables- Jorge Enrique Robledo; Iván Cepeda, por el antiguo sector comunista línea Moscú; Gustavo Petro, quien a nombre de su llamado progresismo quiere para Colombia lo que ya le dio a Bogotá; Piedad Córdoba, cuyas aspiraciones podrían resucitar de la inhabilidad vía proceso de paz, y Álvaro Leyva, por el exótico híbrido del izquierdismo conservador apalancado también en los diálogos de La Habana.

Hace unos días, cuando le comenté al periodista estadounidense David Adams acerca de este listado de 32 posibles aspirantes a la Presidencia de Colombia, me respondió elocuentemente:

–No está mal, Haití tuvo 50 en las últimas elecciones.

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