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El partidor

Mientras exista la reelección inmediata cualquier presidente será reelegido, sin importar las carencias de su gestión o los eventuales errores de su campaña.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
22 de marzo de 2014

Colombia nunca había vivido una elección presidencial tan mediocre. Los candidatos no despiertan grandes entusiasmos. Parece un partido de fútbol jugado por suplentes. Un jueguito de trámite sin importancia. Las campañas no han podido vencer la apatía. La medianía es la característica común de los aspirantes.

Juan Manuel Santos, el ganador en la mayoría de las encuestas, encabeza las preferencias más por sustracción de materia que por sus méritos. Quienes, hace unos años, defendieron las bondades de la reelección –incluyendo los votos comprados para su aprobación– hoy sufren las consecuencias del invento: no hay carrera posible contra un presidente en ejercicio.

No hay balances, ni contrapesos, para enfrentar la estructura del Estado. Mientras exista la reelección inmediata cualquier presidente será reelegido, sin importar las carencias de su gestión o los eventuales errores de su campaña.

El candidato Santos parece acertar solo por excepción. Por ejemplo cuando –recordando su brillante perversidad de antaño– felicitó al senador Uribe “por su honroso segundo lugar”. O esta semana cuando desafió los cálculos paralizantes de sus consejeros para explicar claramente el episodio de su incontinencia urinaria que quisieron usar algunos para ridiculizarlo. Sin embargo esas son solo excepciones. La mayor parte del tiempo Santos ha sido reactivo y ha dejado que su antecesor le fije la agenda.

Además de la ventaja invencible de ir montado en el presupuesto público, Santos (24 por ciento de la intención de voto según la encuesta de Napoleón Franco) ha tenido la suerte de que sus contendores no sean mejores que él.

En este momento hay un cuádruple empate en el segundo lugar entre Óscar Iván Zuluaga (9 por ciento), Clara López (9 por ciento), Enrique Peñalosa (5 por ciento) y Marta Lucía Ramírez (4 por ciento).

Óscar Iván Zuluaga –que en otro momento habría podido tener alguna trascendencia– terminó por fuerza de las circunstancias cimentando su liderazgo en su capacidad de obedecer ciegamente. Cada vez que ha querido salirse del libreto de subordinación –como cuando pidió la salida de José Obdulio Gaviria de la lista al Senado– ha terminado acribillado por el pachismo y el joseobdulismo. El uribismo, que no tiene 9 millones de votos como pretendía sino apenas 2, llegará dividido a la elección presidencial.

Clara López, quien fue una buena alcaldesa encargada de Bogotá en reemplazo de su copartidario Samuel Moreno, armó un sándwich de pan con pan con Aída Avella para buscar la Presidencia. La izquierda –cuya habilidad administrativa está bastante cuestionada– demostró con esa decisión su incapacidad para hacer alianzas por fuera del gueto. Con una apuesta tan débil es imposible que logren una mayoría en una elección presidencial.

Enrique Peñalosa, es el campeón de las derrotas. Se las ha arreglado para acabar con sus candidaturas. No logró llegar al Senado y ha perdido tres veces la Alcaldía de Bogotá. En 1994 perdió con Mockus, en 2007 con Samuel Moreno y en 2011 con Gustavo Petro. Al único que ha vencido en una elección para un cargo público ha sido al inelegible Carlos Moreno de Caro en la carrera por la Alcaldía de 1997.

Es un perdedor tan consistente que si lograra pasar a segunda vuelta y derrotar al presidente, habría que citar a una tercera vuelta para dirimir el repechaje entre Moreno de Caro y Juan Manuel Santos, ellos serían los únicos que habrían perdido una elección abierta con el exalcalde.

Lleva el farolito Marta Lucía Ramírez, candidata conservadora del uribe-pastranismo, singular híbrido que le permite representar al mismo tiempo la ‘mano dura’ suya y el ‘corazón grande’ de su compañero de fórmula, Camilo Gómez.

Marta Lucía, que no tiene siquiera los votos completos de su partido minoritario, en singular declaración de principios, rechazó a nombre de la moral el apoyo de dos grandes electores conservadores: “Represento algo muy distinto de lo que encarna Roberto Gerlein o Efraín Cepeda” y para que quede claro lo que ella representa agregó: “Vamos sumando apoyos firmes” y mencionó entre esos apoyos a Sammy Merheg, hermano del prófugo parapolítico Habib Merheg.

Entre ellos cinco, Colombia elegirá su presidente.

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