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La marcha de los cínicos

Que Uribe y Ordóñez pregonen la lucha contra la corrupción es el culmen. ¿No son muy desagradecidos?¿Qué sigue después? ¿un plantón de Maluma contra las letras vulgares?

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
25 de marzo de 2017

Le di ‘like’ al video en que Alejandro Ordóñez se convertía en youtuber para promover una marcha contra la corrupción, y le di like por todo: por las tirantas que le daban un aire entre juvenil y cómico al miembro egregio del neonazismo criollo, fundador angular del Ku Klux Klan, capítulo Girón; por la vehemencia de su llamado,tan diferente a aquella suavidad de trato con que manejaba a los parapolíticos mientras fue procurador; pero, muy especialmente, por su sentido de la autocrítica: sí, ese abuelo rollizo y comediante que brincaba de lado a lado con una núbil jovenzuela que lo apoyaba en su clamor podía lucir ridículo, no lo niego, pero al menos daba ejemplo.

Pensé: “Necesitamos más funcionarios como él: ¿a cuenta de qué Popeye debe ser el único ‘youtuber’ de la ultraderecha?; al fin hay un líder vigoroso: ¿creían, acaso, que las constantes alusiones a la vaselina convertían al exprocurador en hombre pasivo? De ninguna manera: he acá a un dirigente autocrítico, capaz de reconocer sus errores de la manera más franca y orginal: citando a una marcha contra sí mismo. Parece un ejercicio mockusiano”. 

Pero cuando las noticias se decantaron comprendí mi ingenuidad: lo que Ordóñez organiza, en compañía de Álvaro Uribe, es una marcha para protestar contra la corrupción de los otros, no de la suya propia: ¡una marcha para rechazar la corrupción en general, no la particular!

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Yo sé que Santos no es dueño único del cinismo nacional; que a mi tío Ernesto no le lució dar lecciones de financiación de campañas en su cuenta de Twitter cuando estalló el escándalo de Odebrecht; que la forma en que Petro posó de urbanista ante la inauguración del deprimido de la 94, que tuvo cuatro años para concluir, expresa lo que somos. Pero que Uribe y Ordóñez pregonen la lucha contra la corrupción es el culmen: ¿no son muy desgradecidos? ¿Qué sigue después? ¿Un plantón de Maluma para protestar contra las letras vulgares? ¿Esa es la paz de Santos?

La marcha será una forma de extrañar a esos bastiones del uribismo que no asistirán porque se encuentran presos o prófugos. Por corrupción. Y puedo imaginar desde ya la forma en que sucederá: fiel a su estilo, el exprocurador ofrecerá puestos a las esposas de quienes sostengan las pancartas, y ordenará a las decenas de guardaespaldas que, por decreto, se autoasignó instantes antes de salir destituido de su cargo, a que llenen cuadras enteras. Daniel García viajará a Brasil acompañado de Zuluaga e Iván Duque (quien se parará al baño en el justo momento en que la comitiva pida a funcionarios de Odebrecht que financien la hidratación de los marchantes con botellitas marcadas, como las de la Cámara), y regresarán para integrarse, porque Uribe dará la orden a los suyos de que salgan a marchar antes de que los metan presos, incluyendo al pobre David Zuluaga, un muchacho de 26 años cuyo papá lo metió en el enredo de la vida, o al revés:

–David, hijito –le dirá Uribe–: venga para acá, imíteme para hacernos reír, luego vaya a la marcha y después se me va a la citación de la Fiscalía y me lleva estos zapatos, para que me los embolen.

Porque Uribe se mandaba embolar en la Fiscalía, y no en SoHo, a diferencia de Yidis Medina, cuyos exsocios de cohecho –Sabas y compañía– confirmaron asistencia.

Las pancartas tendrán leyendas memorables: “¡Agro Ingreso, Presente, Presente, Presente!”; “¡AsoBuenosMuchachos con la marcha!”; “Zona Franca de Occidente os Saluda”; “¡Se vive, se siente, Ralito está presente!”.

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Y Ordóñez de nuevo mirará para otra parte cada vez que pasen a su lado Gabriel García Morales, Daniel García y demás activistas anticorrupción implicados en el escándalo de Odebrecht. (Juan Carlos Vélez Uribe, incluso, ofrecerá otra confesión en La República: “Hicimos que la gente creyera que los corruptos eran los otros, para que salieran a marchar berracos”).

Pero, a pesar de lo anterior, yo también saldré a la calle. Lo confieso. Y lo haré por una razón elemental: no han sido días fáciles para el Goebbels búcaro, para el Trump de Santander. La Asamblea de Antioquia anunció que lo cobijaría como vástago de honor del departamento: que repetiría en él la historia de Nuestro Señor, para que naciera como hijo putativo en un portal de Yarumal, arropado por la paja de su propio discurso y calentado por el vaho de Valencia Cossio y otras vacas sagradas de su partido.

Iba a ser extraño ver a Ordóñez adoptado por hombres, sí, pero más raro fue verlo convertido en un hijo abortado. Porque, súbitamente, la misma Asamblea le retiró el homenaje, y por poco no lo aceptan de vuelta en Santander, donde le negaron otro homenaje, y por un momento pensé que el defenestrado y destituido semiángel vagaría sin pueblo fijo, convertido en paradójico judío errante del nacionalismo católico.

Como youtuber solidario y gremial, dueño, en el fondo, de un gran corazón, me resisto a que el doctor Ordóñez sufra un nuevo revés. Y por eso he decidido acompañarlo.

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Los invito, pues, a que acudan al llamado. Sobre todo a las autoridades. Finalmente, esta marcha del ordoñouribismo no solo será una expresión para rechazar prácticas torcidas, sino el lugar ideal para hacer una redada.

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