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Así decidió Santos cambiar las cortinas de la Casa de Nariño

Este fue el diálogo con el que el primer mandatario y su señora esposa toman la decisión de cambiar las cortinas de la Casa de Nariño, por la módica suma de 602 millones de pesos.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
9 de enero de 2016

La escena sucedió en la cocina de palacio, mientras la primera dama terminaba los preparativos de la cena de Año Nuevo ayudada por miembros de la servidumbre presidencial: cocineras, meseros y María Lorena Gutiérrez. Este fue el diálogo con el que el primer mandatario y su señora esposa toman la decisión de cambiar las cortinas de la Casa de Nariño, según revelaron varios medios, por la módica suma de 602 millones de pesos.

–Juan, mi vida, acompáñame mientras termino de cocinar…

–¿Y los niños?

–Se están alistando porque se van de rumba a Andrés…

–¿Qué estás cocinando?

–Sapos, Juan. De cena de Año Nuevo vamos a tragarnos unos sapos bien grandes. Y con una salsa de mermelada que te va a encantar…

–¿Y tamales? ¿No íbamos a dar tamales?

–No, mi amor: todos los repartimos para tu reelección, no quedó ninguno…

–No me digas que tampoco hay buñuelos…

–Pues no, salvo tus asesores, no hay buñuelos.

–¿Y muñeco de año viejo? ¿No hay muñeco de año viejo ni siquiera?

–Pues de golpe viene Belisario.

–¡Pero él ya está quemado!

–No importa: que venga y que en 30 años pida perdón.

–¿A qué ministros invitaste?

–Seguro, seguro, viene Juan Fernando, pero a él le voy a hacer lengua; lengua al trapo. Es un homenaje. 

–¿Y los demás?

–No han confirmado. Germán está en un ‘rehab’ en Alicante. Y ni siquiera sé cómo se llaman los que son cuotas de él…

–¿Y entonces, sin ministros, qué maletas sacamos para dar la vuelta a la cuadra?

–Pues hacemos todos los otros agüeros menos ese: ¿te pusiste los calzoncillos amarillos?

–No, me puse unos anaranjados que venían con el honoris causa que me gané: ¿esos valen?

–Sí, pero no poses con ellos si hay camarógrafos, como la vez que regalamos en la costa una casa de muñecas…

–Tutina, no era una casa de muñecas…

–¿Compraste las uvas? Era la única tarea que tenías…

–No, pero ya mandé a mi hermano a que las comprara (y a que de paso me consignara una plata).

–¿A Enrique?

–Sí, es mi mensajero personal, como les digo a los de las Farc.

–¿Lo pones a que te haga vueltas de banco también?

–Claro: así queda claro que el dueño de la chequera soy yo.

–Ay, mi Juan, hablando de eso: vieras la belleza de cartera Louis Vuitton que vi…

–No empieces…

–Es que Aída tiene una idéntica y no me quiero dejar hacer fieros…

–Tutina: ya le di a Aída una embajada, no más con eso…

–No me hables feo…

–…

–…

–…

–…

–¿Me perdonas?

–Está bien, mi amor…

–¿Seguro?

–Sí.

–¿No ja-ja?

–¿Perdón?

–¿No ha-hard feelings?

–No, pobrecito, te pusiste a gaguear y todo, mi Juan: no hard feelings, tranquilo… I mean it. Pero me compras la cartera.

–Sí, te la compro o me invento una, como hice con Néstor Humberto.

–A propósito de eso, Juan: no me llenes esto de superministros o altos consejeros que apenas hay 12 puestos en la mesa…

–No te preocupes; además, ahora estamos en modo austero: nos toca subir el IVA, hacer recortes, prácticamente dejar quieto el salario mínimo…

–Pero al menos el dólar está subiendo…

–Tutina: el mínimo se paga en pesos, no en dólares… La economía va a estar horrible…

–¿Casi tan horrible como estas cortinas? Ya están para cambiarlas…

–Ay, Tutina, por favor… No seas caprichosa...

–No, Juan, estas deben de venir de la época de Uribe, mírales el gusto paisa… Hay que cambiarlas.

–Ponte la mano en el corazón: ¿crees que tiene presentación cambiar de cortinas ahora que casi ni subimos el mínimo y que tenemos que poner un IVA de 19 por ciento?

–Por eso mismo, mi Juan: cambiémoslas ya, antes de que se pongan más caras por el IVA. Eso es ahorrarle plata al Estado.

–Mira: dije que firmaría sobre mármol que no subiría impuestos, y ahora pondré impuestos hasta para respirar: de golpe sí necesitamos cortinas, pero de humo…

–De humo parece el tapete: está todo sucio…

–Tutina, por favor: el tapete está intacto.

–También debe ser de la época de Uribe…

–Por eso: está intacto. Él se limpiaba los pies con Pachito…

–Empecemos por las cortinas y luego cambiemos el tapete: da pena con Tony Blair y tus invitados de siempre…

–No, mi amor: el Estado no tiene plata.

–Pues vende Isagén: vende Isagén y cambiamos el tapete.

–Listo, pero entonces no te compro la cartera…

–Ay, Juan, mira: ¡se me quemó el arroz! ¡Por ponerte a decirme cosas feas!

–Déjamelo ver… No. El tal arroz quemado no existe…

–¡Pero mira la pega!

–Pega la que me hicieron los de la emisora española…

–¿Y ahora qué hago? ¡Está inservible!

–Bueno: si quedó muy quemado, puedo darle un superministerio…

–¡Qué rabia!

–No te pongas así, mi vida: ¿qué quieres que hagamos para que mejores esa carita? ¿Qué tal si cambiamos esas cortinas tan horribles?

–Ay, Juan: cómo me conoces…

–¿A ver esa sonrisa?

–Ay, mi Juan…

–Eso está mejor… Ailolo…

–¿Perdón?

–I love you.