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Las revelaciones de alias Cupido, el ‘hacker’ de Uribe que chuzaba corazones

Qué pereza de domingo. Voy a echarme una vuelta por ahí, pero sin uniforme, porque espanto a todo el mundo. Y hablando de fachas, ¿qué será del presidente Uribe, que no me ha marcado hoy?

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
13 de diciembre de 2014

El expresidente Uribe pronunció la frase del año cuando dijo: “El único ‘hacker’ que yo necesito, es el ‘hacker’ de mi afecto para interceptar el corazón de mis compatriotas”. Pese a que la frase parecía dicha en sentido figurado, un comando de cardiólogos de la Policía capturó esta semana a alias Cupido, el hacker con que el expresidente Uribe efectivamente chuzaba el corazón de sus compatriotas, y, ya salido de madre, aun el suyo propio. Esta columna desclasificó los sentimientos que Cupido tenía en su poder, y los publica en exclusiva navideña.

Los sentimientos del general Alzate.

Qué pereza de domingo… Voy a echarme una vuelta por ahí, pero sin escoltas y sin el uniforme, porque con la facha de militar espanto a todo el mundo. Hablando de fachas, ¿qué será de la vida del presidente Uribe, que no me ha marcado hoy? ¿Estas bermudas saldrán con estas chanclas? ¿Dónde estarán el canguro y la visera? Invitaré a la abogada Urrego, con quien no tengo ningún cuento raro, y llevaré al cabo Rodríguez, porque es mejor no dejar cabos sueltos; luego me adentraré en el río y les gastaré paleta. Mejor me pongo las bermudas rojas que combinan con la zona.

Los sentimientos de Uribe.


Oístes este Pacho sí es muy arrimado, eh, ave maría, pero nanai que confío en él, no señor… Voy a tratarlo mal, como a él le gusta. ¿Subir yo a otro Santos Calderón? ¿Que me resulte traidor como el primero, al que lo que es acabo porque acabo? No, señor, nanai. Es un oligarca bogotano, como la doctora Clara. Ah, la doctora Clara. No logro sacar de mi corazón esos huesitos y esas carnitas… ¿Qué será que la doctora Clara no me ama? Qué debate más largo, nada que se acaba… Ve, ¿por qué no se peinará la senadora Paloma? El mechudo del Cepeda me tiene hasta los tres huevitos… Si me vuelve a acusar de algo, me largo de acá: no creo en la justicia o como se llame el sitio ese en que uno se embola los zapatos. ¿Por qué tendré tantos sentimientos? ¿Por qué tengo el corazón tan grande? ¿Necesitaré una válvula? ¿De cuáles? ¿De escape, como las de Andrés Felipe y Luis Carlos? Otra pregunta, amigo; otra pregunta. Oístes, me voy al baño, estoy que me reviento. No, mirame este bizcocho. Está peor que como lo dejaba Yidis en Palacio. Tengo que trapear. ¿Ahora con qué trapeo? Me toca llamar a Pacho.

Los sentimientos de Petro.


Ayayay, a Petro, es decir a mí, me duele el chichón, pero no importa: míreme esa belleza que soy: míreme esa belleza de ojos, de mechón, de ideas. Me gusto. Me amo, le duela al que le duela. Vivo privado conmigo. Me voy a expropiar y a volver público porque todo lo privado es malo. El alcalde, es decir yo, o sea Petro, quiere tener más hijos. El día de hoy propondré dos metros ligeros, uno en forma de herradura y otro en forma de X, tengo la corazonada de que así es mejor. Hollman se me está volviendo muy farolero. Bacatá se está lamiendo las partes. Tengo un gas o Uribe me está ‘hackeando’ el corazón. Pintaré de amarillo los huecos y que con eso se defiendan. ¿Dónde estará el megáfono por si reviven el fallo del Consejo de Estado? No se lo he debido prestar a mi concuñado para que ofreciera merengones en el R4 por Cota. Se lo va tirar. Rico un merengón. Y una cuajada. Lástima que sea intolerante a la lactosa. Mmmm, rico un canelazo. ¿De qué otros colores podré pintar los huecos?

Los sentimientos de Santos.

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Los sentimientos de Gerlein.

¿Yerda, qué fue ese sonido, oye? Esta bragueta me aprieta el pecho, me puse muy arriba los pantalones. Qué debate más largo, voy a chismosear mi i-pad. Eche, qué tal el man de esta página, debe ser homosexual. Señor, sálvalo, recupéralo a la senda del bien… mírame esa falta de pudor … míramele esos bíceps… esos músculos todos aceitaditos, mmm… padre nuestro que estás en el cielo… malditos homosexuales… mira el cuádriceps…. Eche, qué cosa excremental…

Otros sentimientos cuyos autores no han sido determinados por las autoridades.


Audio uno:
Ve, el perro está latiendo feo, peor que mi corazón. No sé si lanzarme en Bogotá o en Cali o si comprarme una lechona, qué calamidad: ¿cuál cargo tendrá más escoltas para no andar como una zarrapastrosa o zarrapastroso de la zona rural y urbana con las niñas y niños? ¿Qué clima le sentará mejor al perro?

Audio dos: Estoy arrecho, mano. Se la fumaron verde los que creen que entregaremos el Estado al libre derecho a la animalidad… Arre, mano, me duele este cilicio. He debido apretármelo menos…

Audio tres:
Nada que me llama Uribe, qué angustia. ¿Estará bravo? ¿Será que le compro un detallito, algo pequeño pero que a él le guste, por ejemplo un pony? ¿Existen los ponys? ¿Y el niño dios? ¿El niño dios es Uribe? Si Uribe me vuelve a hacer trampa, hago silencio no un mes sino dos meses, para que aprendan. Que me llame, que me llame, que me llame. Qué ansiedad. Ay, el celular. Qué nervios. Qué cosquillas en el estómago. ¡Ay, sí, es él, me va a dar algo! Me necesita en el baño del Congreso: allá voy, mi presidente, es el día más feliz de mi vida.

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