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Todo lo que quiso saber sobre la adopción igualitaria (y nunca se atrevió a preguntar)

Pepa Merchán, prominente dama del jet set capitalino, asiste a una consulta psicológica donde el costosísimo doctor Chasko porque le preocupa el comportamiento de sus hijos.

Daniel Samper Ospina, Daniel Samper Ospina
14 de noviembre de 2015

¿Pueden criar hijos sanos dos personas del mismo sexo?

Pepa Merchán, prominente dama del jet set capitalino, asiste a una consulta psicológica donde el costosísimo doctor Chasko porque le preocupa el comportamiento de sus hijos.

– La nuestra es una familia ideal, como de comercial de seguros, doctor: a Jorge le va divinamente con la empresa y no hay fiesta de Vicky Turbay a la que a mí no me inviten. El problema son los niños…

– ¿Y qué pasa con los niños, mi señora?

– Son muy problemáticos, doctor: Alejandro, el mayor, mete drogas… La menor no me habla. Y los mellizos solo miran su ipod.

– ¿Y desde hace cuánto sucede todo esto, mi señora?

– La niñera y el chofer me dicen que no saben bien.

– ¿No les faltará más atención?

– Bueno: son la niñera y el chofer de toda la vida, quizás les falte atención, pero son honrados.

– Hablo de los niños: ¿sí tienen la atención suficiente?

– Claro: siempre les he dado todo lo que quieren, como les decía anoche a mis amigas de Mesa de Yeguas…

– ¿Ha detectado comportamientos anormales en alguno?

– ¿Como qué? ¿Como que sean gais o algo así? ¡No, doctor! Y no es que tenga nada contra los gais; yo voy a las fiestas de Kike Sarasola en Cartagena, y todo, pero en la familia todos somos gente normal… ¡Dios nos libre de lo que se nos viene con la adopción gay!

– ¿No le gusta la adopción igualitaria, mi señora?

– No, doctor, y así lo comentaba esta tarde con mis amigas del club. Los niños deben ser educados por un hombre y una mujer. En nuestro caso, una empleada y un conductor. Pero nunca por dos conductores o dos empleadas.

¿Exactamente cómo es una familia normal?

A pesar de su apellido, monseñor Castro sienta a un niño sobre las piernas para explicarle los conceptos católicos de la procreación.

–¿Te leíste los versículos?

– Sí, padre, pero no comprendí muy bien el misterio del Espíritu Santo…

– Bueno: el padre de Jesús fue una paloma. O un palomo, mejor, porque no era homosexual. Y la madre era virgen. ¿Qué no comprendes?

– ¿Y ellos engendraron a Adán y Eva?

– No, eso es antes, en el Paraíso, donde solo vivía Adán.

– ¿Y Eva?

– Eva sale de la costilla de Adán.

– ¿O sea que Adán se casa con su costilla?

– Bueno: si lo quieres ver así, sí…

– ¿Y se la come?

– Pues… cómo te dijera… sí…

– ¿Con guantes de plástico y todo?

– Procrean. Procrean y de ahí venimos nosotros.

– ¿Todos los seres humanos?

– ¡Todos!

– ¿Mi familia?

– También viene de ahí…

– ¿Todas las familias, como la de Norberto el peluquero?

– ¡No! ¡Esa no es una familia! Familia es únicamente hombre y mujer.

– O paloma y virgen. O costilla y esposo.

¿En el fondo, son homosexuales los homófobos?

El expresidente y el señor procurador yacen desnudos, en la cama. Las sábanas les cubren hasta las tetillas. Ambos miran hacia el techo. En el piso podemos ver un reguero de ropa: tirantas, crocs, un sombrero vueltiao, un cilicio.

–Por Dios, presidente, ¿qué nos sucedió? ¡Nos la fumamos verde!

– Ay, ay, procurador, por el padre Marianito: ni me di cuenta en qué momento pasó todo.

– ¡Estamos en pecado! ¡Fue el diablo el que me empujó la mano!

– ¡Ahora nos vamos a volver promiscuos! ¡Y yo que quería darle buen ejemplo a los niños!

– Malhaya la hora, presidente: ahora comprendo por qué hablaba siempre del proceso de paz con alusiones a la vaselina…

– Y yo de que la culebrita seguía viva …

– Y yo de los simpatizantes de las Farc que estaban en el clóset..

– ¡Con razón a mí me gustaba chuzar!

– ¡Nos reprimíamos! ¡Éramos nuestro propio Esmad!

– Oístes: esto no lo puede saber nadie.

– Claro que no, por Dios, presidente: qué dirían mis hijas, ¡qué diría mi mujer! Desaparezcamos toda evidencia…

– Traeme entonces una curita acá para el labio, que me raspastes con el colmillo …

– Yo sí había manoseado servidores públicos, pero jamás de esta forma…

– ¡Y yo que le quería dar en la cara a la mechuda!

– Tenemos que rezar con mucha fuerza para curarnos… Y negar lo que nos acaba de pasar: negarlo como si se tratara del holocausto nazi…

– Lo que más me preocupa es que a juntos nos gusta repetir…

– ¡Qué drama de carácter moral sin antecedentes!

– Oístes, ¿y si pedimos ayuda?: Luis Carlos es psiquiatra… Y el mismo Pacho sabe poner electrochoques.

– ¡Ni pensarlo! Júreme, presidente, que no le contará esto a nadie, y que mandará a volar en helicóptero a quien se entere! ¡Júremelo por esos ojos color miel!

– Y vos jurame por lo más sagrado que esto no va a afectar nuestra amistad…

– Se lo juro por Laureano, presidente...

– Bueno: a vestirnos, que tenemos que salvar al país…

– Sí, de tanta ruina moral.

– Pasame, pues, los crocs…