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¿DE DONDE SON TUS SANDALIAS?

Semana
23 de febrero de 1987

"Las traje de Miami", dijo el gobierno. "Mentira mentira" dijo el país.
Y era verdad que era mentira. En el slogan de esta popular cuña de televisión está la clave de que el alza de combustibles, decretada en diciembre pasado, hubiera desencadenado la espiral inflacionaria de comienzos de año. Lo que nadie ha dicho, hasta ahora es que la medida tomada por el gobierno estuvo rodeada de tantas mentiras innecesarias, que el costo político de la misma consistió más en haberse quedado enredado en ellas, que en el hecho mismo de haber subido la gasolina.
En una carta dirigida a los periódicos el 8 de enero, el ministro de Minas, Guillermo Perry, afirmó que el ajuste del precio de los combustibles era necesario para evitar un déficit de 32 mil millones de pesos para Ecopetrol en 1987.
Pero como el cuento de las sandalias, mentira, mentira. La gasolina si había que subirla. Pero por causas distintas a la falta de plata inmediata de Ecopetrol.
En primer lugar, para ayudar a financiar el plan de exploración y desarrollo de nuevos yacimientos petrolíferos, aunque muy probablemente esta explicación pueda sonarle demasiado "macroeconómica" a aquel colombiano cuya preocupación fundamental consista en arreglárselas para comer al día siguiente.
En segundo lugar, para no estimular un sobreconsumo y un despilfarro de gasolina, con precios demasiado bajos en relación con el contexto internacional.
Por culpa de esta mentira, entonces, terminó siendo tan extraño que si a Ecopetrol había que meterle plata por un bolsillo para rescatarla financieramente con el aumento del precio de la gasolina, el gobierno insistiera, al mismo tiempo, en sacarle plata por el otro bolsillo a través de la reforma tributaria.
La segunda mentira consistió en que el gobierno intentara "hacerse el inglés" con el alza de los combustibles, tratando de ocultar, con la disculpa de la eventual quiebra de Ecopetrol, que él también sacaría tajada, y grande, de la medida.
Por cada galón de gasolina que se vende al público, y antes de que la plata le entre a Ecopetrol, el gobierno se queda, en calidad de impuesto a las ventas y fondo vial, aproximadamente con una tercera parte del precio del galón.
Eso significa que cada vez que suba la gasolina aumentará esa tercera parte, o sea, la correspondiente a los impuestos que ya estaban establecidos. Pero a eso se añade ahora el impuesto que le creó a Ecopetrol la reforma tributaria, según el cual, y de acuerdo con el dato del presidente de la entidad, Francisco Chona, le entrarán este año al gobierno 61 mil millones de pesos adicionales.
La tercera mentira consistió en afirmar que el nuevo precio de la gasolina sólo representaba un aumento de 7 centavos por kilo de los productos transportados. El precio de los combustibles no sólo influye directamente sobre los costos del transporte, sino indirectamente sobre todos los elementos necesarios para desarrollar ese producto, que se agregan a los 7 centavos del comienzo.
Por esta razón no se tiene noticia de una sola ama de casa que, en algún mercado del país, cazara un solo kilo de algún alimento que se hubiera limitado a subir los 7 centavos reconocidos por el gobierno.
La cuarta mentira consistió en haberle ocultado al ministro de Trabajo la inminencia del alza de la gasolina, de manera que este terminó negociando involuntariamente un salario mínimo sobre presupuestos económicos ajenos a la realidad.
Otros gobiernos han aumentado la gasolina antes del salario mínimo, para conservar su capital político. Este gobierno seguramente consideró que, si lo hacía despues, podría ahorrarse uno o dos puntos en el aumento salarial, lo que a su vez ayudaría a controlar la inflación.
Pero la novedosa técnica salió mal. El gobierno gastó capital político y dejó en la gente la impresión de que tenía cartas ocultas lo que influyó fundamentalmente en crear un clima de desconfianza que le sirvió de caldo de cultivo a la ola especulativa de enero.
La última mentira consistió en ocultarle al país que Ecopetrol, no solamente no estaba quebrado, sino que le sobraba plata.
Cuando, en la década de los años setenta, vivimos una época en la que Ecopetrol también tuvo dinero de sobra, el gobierno decidió aplicar una política populista, manteniendo bajos los precios para subsidiar al consumidor. Eso estimuló inconvenientemente la demanda de gasolina, y a su vez desestimuló la explotación de petróleo. Y por eso nos golpeó tan duro la crisis petrolera, cuando esta llegó en el año 73.
Así que, en lugar de engañar a la gente con la versión de que Ecopetrol corría el riesgo de quebrar, habría sido más fácil decir que subir la gasolina era una medida apropiada para evitar vivir nuevamente la experiencia anterior. Pero parece que al gobierno se le ocurrieron toda clase de mecanismos para venderle la medida a la opinión pública, menos el de decir la verdad.
Lo más probable es que en el futuro se produzcan más alzas del salario mínimo, más incrementos de la gasolina, más escaladas alcistas decembrinas. En fin, más "escandolas" de esas.
Pero que esta experiencia le deje al gobierno, Dios quiera, la lección de que las cosas no se hacen a las escondidas, ni metiéndole a la gente el cuento de que las sandalias las trajo de Miami.