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De infidelidades y otras cosas

Por cuenta de la derrota de uribito se esfumó el sueño de santos de convertirse en el faro de la coalición uribista

María Jimena Duzán
20 de marzo de 2010

A pesar de que la gran triunfadora de las elecciones legislativas del domingo pasado fue la coalición uribista, integrada estelarmente por el Partido de la U y el Partido Conservador, todo indica que esta alianza política va a terminar como el matrimonio de Carla Bruni y el presidente Sarkozy: rompiéndose de manera estrepitosa, en el momento menos pensado, anegada por las infidelidades de parte y parte.

El primer acto de Juan Manuel Santos como candidato de la U lo sintió el uribismo recalcitrante como una infidelidad en contra de la seguridad democrática al nombrar a Angelino Garzón como su fórmula vicepresidencial. Este político vallecaucano, además de llevar a cuestas un pasado que en el uribismo es sospechoso ¡ha sido izquierdista y sindicalista! fue hasta el día en que se posesionó, es decir hasta hace unos días, un ferviente defensor de la negociación política con la guerrilla. Para calmar los ánimos en el uribismo, ese mismo día se presentó, sin ningún pudor, como un firme partidario de la seguridad democrática. Sobra decir que la rápida conversión de Angelino sonó tan poco convincente como la que hizo la Bruni ante los medios franceses cuando dijo que su matrimonio con Sarkozy iba "très bien". (A mí él me disgusta más por su elasticidad ética a la hora de hacer alianzas non sanctas que por su vocación de oportunista irredento. Fue elegido a la Gobernación del Valle por el partido CPC, un partido que le dio el aval a Rocío Arias y a Carlos Arturo Clavijo, el candidato de Báez en el Magdalena Medio en las elecciones de 2002. La cerrada defensa que le oí en La FM de Vicky Dávila sobre un partido tan cuestionable como el PIN -que fue más o menos la misma que hizo Juan Manuel Santos en una entrevista para La Vanguardia de Barcelona- me recordó que Angelino fue elegido gobernador del Valle en 2003 con el apoyo del controvertido Juan Carlos Martínez, hoy preso por la para-politica y del MPU, partido fundado por Carlos Abadía, padre del actual gobernador del Valle).

Para neutralizar el daño que causó el nombramiento de Angelino, Santos nombró a otro converso, Rodrigo Rivera, gerente de su campaña. A Santos no le importó que un año antes Rivera lo hubiera señalado como el responsable político en el caso de los mal llamados 'falsos positivos' ni a Rivera le dio vergüenza aceptarle el puesto a Santos. Ellos sólo siguen la tradición de las infidelidades en la política colombiana: la misma que llevó a Juan Manuel Santos a ser antiuribista hasta que lo nombraron ministro de Defensa y antipastranista hasta que lo nombraron en la cartera de Hacienda.

En estas circunstancias el triunfo de Noemí en la consulta conservadora, si bien fortalece al partido azul como opción de poder, debilita seriamente la coalición uribista porque plantea un ajuste de espacios en los que el que más pierde es precisamente el partido de Juan Manuel. Toda la estrategia que Santos había planeado se le cayó como un castillo de naipes: Uribito, que era su candidato, el mismo que le había prometido endosarle el partido antes de la primera vuelta, perdió y por cuenta de esa derrota se esfumó su sueño de convertirse en el faro de la coalición uribista; con Noemí, el Partido Conservador se ha convertido en una colectividad tan fuerte o más que el Partido de la U y a pesar de que entre Juan Manuel Santos y Noemí no hay mayores diferencias ideológicas -sólo hay similitudes: Noemí también pasó por el tapete de los conversos al uribismo-, la pelea por establecer cuál de los dos se queda con la mejor torta del poder los tiene enfrentados como si estuvieran en orillas ideológicas distintas. No exagero si digo que hay más probabilidades de que la esposa de Berlusconi vuelva con él a que en el mediano plazo Juan Manuel y Noemí se alíen. A la larga, y como siempre sucede, terminarán haciendo las paces y en algún restaurante renovarán sus votos de amistad. Pero por ahora sólo se ven nubarrones negros.

Luego del triunfo de Noemí sólo falta saber de ella una pendejadita: ¿Quién es esta mujer en realidad? ¿Acaso la candidata fresca y descomplicada que hizo la campaña del 98? ¿La que decía en 2002 que Uribe era un paraco y que después terminó trabajando para él? ¿La mujer inexpugnable de esta campaña que habla en un tono acartonado y que quiere ser la mamá de la seguridad democrática?

Con tantas incertidumbres, con tantos conversos a bordo y con tantas actitudes erráticas, la coalición uribista, sin Uribe en la palestra, ha entrado en una agonía refrescante. Ya era hora.

CODA: Carillon, en la Plaza de Toros, Radio and Juliet, un Shakespeare roquero, Antonio Canales y el ballet de Julio Bocca. Esos son algunos de los espectáculos que voy a ver en el Festival Iberoamericano de Teatro. A falta de coherencia en la política, nada como el buen teatro.

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