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De la perversa inmoralidad y otros goles

Si la Senadora Liliana Rendón siente que merece que el marido la “casque”, habrá que ofrecerle apoyo psicológico, pero desde esa visión no puede pretender manejar temas públicos.

Semana
17 de agosto de 2011

Tuve la esperanza de que - al menos - los directivos del fútbol colombiano salvarían la discusión sobre Hernán Darío “El Bolillo” Gómez de una manera deportiva, por ejemplo, que propondrían un combate entre la boxeadora Ana Pascal y el técnico de la selección. Y que de remate le exigirían que se enfrentara con Stella Urango, campeona del Open Mundial de karate en Holanda.

Pero no, eso no fue lo que ocurrió. El señor Bolillo golpeó cobardemente a una mujer, se disculpó, ofreció la renuncia, y los directivos no se la aceptaron. Es posible que si lo hubiesen visto desnudo fumando marihuana por la ciclovía, o teniendo una relación homosexual consentida en la tribuna de El Campín, la decisión hubiese sido otra. Como hubiese sido otra la reacción de la senadora del partido Conservador, Liliana Rendón, que no esperó para defender al victimario.

En el programa Pregunta Yamid, la senadora expresó su opinión con total vehemencia: “las mujeres no somos fáciles de manejar, lo digo con causa propia, nosotros fregamos mucho, nosotros somos muy necias. Y hay una cosa, Yamid, que es muy particular, a veces provocamos unas reacciones no solo en los hombres sino en las mismas mujeres, porque tenemos unas conductas donde normalmente… cuando nos queremos hacer las víctimas lo hacemos perfectamente porque somos bastante manipuladoras además”. Y remata Rendón afirmando: “Nosotras cuando decimos a fregar no nos para nadie, somos insoportables y provocamos reacciones como la que tuvo el Bolillo”.

Es inmoral que los directivos del fútbol colombiano traten el problema como un asunto menor, sobre todo cuando se supone que el deporte debe ser una alternativa para la convivencia pacífica en un país donde tantas mujeres son maltratadas y donde ha corrido tanta sangre. Pero es, quizá, más inmoral que una Senadora de la República justifique públicamente la conducta del agresor y responsabilice a la víctima.

Es probable que el señor Bolillo estuviera bajo los efectos del alcohol cuando la emprendió contra su víctima - lo que no es un atenuante - , pero es sorprendente que la senadora Rendón no se encontrara en estado de embriaguez cuando expresó su caótico punto de vista en el programa Pregunta Yamid.

De modo que en Colombia tenemos a un técnico de fútbol que ataca a golpes a una mujer, a unos dirigentes deportivos que lo respaldan y a una senadora – psicóloga de la Universidad San Buenaventura, además - que lo justifica.

Si la Senadora Liliana Rendón siente que merece que el marido la “casque”, habrá que ofrecerle apoyo psicológico, pero desde esa visión no puede pretender manejar temas públicos que afectan la salud y la seguridad de las colombianas. Si ella cree que friega mucho, que manipula y juega a ser la víctima, si es insoportable y asegura que provoca reacciones violentas, que hable por ella, pero no por el resto de las mujeres. Menos por aquellas que sufren lo indecible por miedo. Menos por aquellas que han sido asesinadas en manos de sus parejas, desangradas en sus propias casas, frente a sus propios hijos.

En Colombia no solo pagamos las consecuencias de los actores armados, sino la perversa inmoralidad de dirigentes que legitiman el uso de la violencia, sentados en sus curules, perfectamente peinados, respaldando a aquel que nos arranca la sonrisa del rostro.

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