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De la posnegociación a la gestión pacífica de los conflictos

El conflicto no terminará, se transformará y la violencia tampoco desaparecerá tras la firma de los acuerdos.

Wilson López-López
10 de enero de 2013

Innumerables trabajos realizados sobre la guerra y la paz en Colombia hablan de prepararnos para el posconflicto; aquí se está cometiendo un error conceptual que lo ha aclarado Galtung, (uno de los más importantes teóricos de la paz), quien afirma que el problema no es terminar el conflicto o tratarlo como un estado no deseable; el conflicto se refiere a la gestión de las diferencias entre individuos, al interior de un grupo o entre grupos; permite aprender de los otros, evidenciar diferencias e identificar formas o estilos de comunicación con las que construimos la realidad social en la que vivimos. 

Comprender los conflictos posibilita demostrar las asimetrías (de información, habilidades de comunicación y de poder) en las relaciones entre quienes actúan en él; es en el contexto del conflicto en el que se evidencian los intereses, las intenciones, los recursos que están en juego entre los actores sociales.

Desafortunadamente contamos con numerosos ejemplos en los que las asimetrías de información, en competencias de comunicación o el uso del engaño, el encubrimiento o el poder ilimitado y sin controles de las partes, generan que se transite de la gestión no violenta de un conflicto al uso de la violencia como recurso de gestión del mismo, con la consecuente emergencia de los círculos y espirales de violencia que conocemos de sobra. 

Por tanto, es necesario que asumamos que el problema no es el conflicto sino de lo que se trata es de la transformación de las prácticas de gestión de los mismos, de la incorporación cultural de prácticas pacíficas, es decir, hacer del diálogo simétrico y transparente el fundamento de todo proceso de gestión de las diferencias.

Por otro lado, debemos también diferenciar el denominado posconflicto y hablar de la posnegociación, pues es seguro que la misma no implique ni el fin del conflicto ni tampoco el fin del uso de prácticas violentas para buscar la resolución de los conflictos. Como ya lo he mencionado, seguramente esto implicará años de incorporación de prácticas pacíficas sobre la gestión de conflictos y seguramente los actores, que llevan años usufructuando de la violencia (explicita e implícitamente), no las dejaran rápidamente y solo con una combinación de complejas acciones de rediseño: socio económico, político, jurídico, cultural y psicosocial, sostenidas y de largo plazo se podrán transformar. Esto exige, además, no construir expectativas que sobredimensionen el escenario de posnegociación y cuidarnos de los múltiples discursos que buscaran mostrar el fracaso del mismo. 

El conflicto no terminará, se transformará y la violencia tampoco desaparecerá al día siguiente de la firma de los acuerdos, esto solo será un comienzo de muchos y seguramente la firma será un ritual necesario para marcar un hito para hablar de un conjunto de actores que deciden hacer que las prácticas pacíficas sean la forma de gestionar diferencias. 

En definitiva, en el proceso de paz debemos incorporar la palabra posnegociación e introducir la idea de transformación de prácticas violentas de la gestión de los conflictos más que hablar de posconflicto y menos del fin del conflicto.

*Grupo Lazos sociales y Culturas de Paz. Profesor asociado Pontificia Universidad Javeriana. Editor Universitas Psychologica. Correo lectrónico: lopezw@javeriana.edu.co. Twitter @wilsonLpez9                                                                                                                                       

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