Home

Opinión

Artículo

De Samper-Pastrana, a Pastrana-Uribe

En el empalme del próximo miércoles Uribe recibirá de Pastrana un país que no es ni mucho menos Argentina o Uruguay

Semana
5 de agosto de 2002

Habrá grandes diferencias entre el empalme Samper-Pastrana y Pastrana-Uribe. La más importante es que a Pastrana nunca le dijeron la verdad del desastre. En cambio el equipo de Uribe sabe muy bien en qué condiciones se encuentra el país que recibe.

Y por más mala que sea la situación, Uribe no se que dará con las manos vacías el día de la transmisión del mando. Aunque Andrés Pastrana tenga la más alta cifra de desprestigio de mandatario alguno, no ha habido un juicio justo del balance de estos últimos cuatro años.

Hablando de errores, y chuleando el suficientemente cacareado fracaso del proceso de paz, a Pastrana habría que abonarle otras cosas a esa lista. Una de las más graves, la increíble incomunicación en la que naufragó su gobierno frente a las expectativas del país: inexplicable, si tenemos en cuenta que al Presidente lo antecedía la fama de ser un gran comunicador. Tal vez su tendencia a compartimentalizar, fruto de sus inseguridades, determinó que sus asesores sólo pudieran acceder a él "de a poquitos", y por eso nunca hubo alguien que pudiera interpretarlo sin miedo a sufrir una grave desautorización, en su esfuerzo por servir de puente entre el gobierno y el país.

A eso se suman varios errores de procedimiento. El más grave, el de no habérsele atravesado al envilecimiento de la Alianza por el Cambio, un proyecto político factible que terminó siendo una olla podrida del Congreso, lo que se tradujo en múltiples intentos fallidos por adelantar la reforma política.

Ahora: en el empalme Samper-Pastrana este último recibió un país en bancarrota, con un sistema financiero colapsado, con un sector cooperativo saqueado, con un hueco fiscal sin proporciones, con una cifra de desempleo que se había duplicado en cuatro años, con tasas de interés del 60 por ciento y 70 por ciento y con un sector de la construcción reventado. A este panorama con el que comenzó a gobernar Pastrana, se añaden tres grandes crisis financieras internacionales y la bobadita del terremoto del Eje Cafetero.

En el segundo empalme, el del próximo miércoles, Uribe recibirá de Pastrana un país que no es, ni mucho menos, Argentina o Uruguay. Hoy a esos países podría estarlos acompañando Colombia, de no haber manejado el gobierno Pastrana la economía con la cautela que requería el panorama de la debilidad interna y de un mercado internacional peligrosamente frágil y volátil.

A Uribe se le entregará un país amenazado por enormes dificultades pero con resultados: el hueco fiscal en proceso de reducción, los dineros de 16 millones de colombianos a salvo de la que era una inminente crisis financiera, tasas de interés controladas, tasas de cambio con el nerviosismo de última hora pero largamente estables, leves signos de recuperación de la industria de la construcción, ligero aumento en los índices de crecimiento agrícola, inflación de un dígito, recuperación de la confianza internacional y, por cuenta de ella, una economía blindada por lo menos durante los próximos meses con los créditos del Banco Mundial y de la banca interamericana. Y aunque las cifras de desempleo siguen siendo tremendas, si consideramos que Gaviria se las entregó a Samper en el 8 por ciento, y que Samper se las entregó a Pastrana duplicadas al 17 por ciento, y que Pastrana se las entregará a Uribe en el 16 por ciento, debemos concluir que la gran disparada del desempleo en Colombia fue en el gobierno Samper.

Pero a Pastrana también hay que abonarle la recuperación de los espacios de legitimidad política de Colombia ante el mundo. Hoy nadie puede acusar a nuestra democracia de ilegítima, como sucedía durante el gobierno anterior.

Y aunque es cierto que el proceso de paz será un estigma que Pastrana lleve a cuestas quizá para siempre, alguien lo tenía que haber ensayado. Eso permite que Uribe, a partir del 7 de agosto, pueda escoger el camino que se le antoje para manejar el tema guerrillero. Cualquiera que él sea sabrán entenderlo el país y la comunidad internacional, incluyendo el de mantener abierta la puerta de un diálogo.

Una opinión pública incomunicada con su Presidente y unos medios de comunicación inclementes, no siempre tienen la mejor medida del balance de un gobierno. Pero aquí está clara la diferencia del empalme Samper-Pastrana, Pastrana-Uribe.

¿O acaso es comparable el país que entrega un presidente que pasa cuatro años tratando de no caerse, al país que entrega un presidente que pasa cuatro años haciendo lo posible por gobernar?

ENTRETANTO? ¿Si Uribe se va a posesionar casi en privado, y su esposa Lina Moreno es tan sencilla como proyecta, de qué diablos vamos a chismosear los colombianos el 7 de agosto?