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Debemos apoyarlos aún más

La ex ministra de Defensa resalta la importancia del programa de Soldados Campesinos, puesto bajo fuego la semana pasada por las Farc.

Semana
6 de febrero de 2005

El desafortunado suceso de esta semana en el cual perdieron la vida 14 infantes campesinos y un oficial de la Armada Nacional en Iscuandé, no puede llevar a concluir que es el revés de la política de Seguridad Democrática como muchos han querido hacerlo ver, ni mucho menos el fracaso de la figura de los soldados campesinos.

Por el contrario, los soldados campesinos, figura creada por el artículo 12 de la ley 48 de 1993, ha debido ponerse en práctica mucho antes. Con seguridad ello hubiera permitido al Estado la recuperación del control del territorio y lo que es más importante, hubiera servido para evitar la toma de varios municipios del país por parte de la guerrilla y la realización de masacres por parte de las autodefensas como sucedió varias veces durante la década de los 90.

Cuando el 7 de agosto del 2002 tomamos la decisión con el señor presidente Álvaro Uribe y los comandantes de fuerza de poner en funcionamiento dicha figura, lo hicimos con el convencimiento que estoy segura, aún hoy todos tenemos, de que es la falta de solidaridad entre la población y la Fuerza Pública la que ha dado espacio a tantos desafueros contra la población civil y el Estado durante más de 40 años por parte de los grupos al margen de la ley ,llámense guerrilla o autodefensas.

Precisamente en la medida en que los muchachos que prestan el servicio militar obligatorio lo hagan en el mismo municipio, vereda o ciudad en la que viven sus padres, sus hermanos y sus amigos, ello genera de inmediato una mayor solidaridad de los habitantes del lugar para con esos jóvenes y a la vez compromete mucho más la labor de los mismos para con esa población a la cual han ido a servir y en la que viven nada más ni nada menos que sus seres más queridos, generando así un círculo virtuoso -población -fuerza publica-estado-población.

Debemos recordar que la Seguridad Democrática se basa en un principio simple consistente en que el Estado debe brindar protección a todos los habitantes de Colombia sin distingos de color político, credo religioso, convicción ideológica o nivel socioeconómico. Mal puede el Estado cumplir con ese sagrado deber, si se encuentra ausente de tantos lugares del territorio como lo estuvo por muchos años. Es eso lo que ha cambiado con la política de seguridad democrática y lo que ha llevado a que la seguridad sea hoy no solo una percepción sino una realidad en muchos lugares de Colombia.

La participación, reclutamiento y entrenamiento de los contingentes de soldados campesinos que hoy por hoy coadyuvan en prestar seguridad y bienestar a cientos de municipios del país, se hace bajo los mismos parámetros, normas, doctrina y disciplina con que se desarrolla el servicio militar normal y con el cual durante décadas miles de soldados regulares han prestado un valioso servicio al país.

¿Quiénes son los soldados campesinos?

Los soldados y los infantes campesinos pertenecen plenamente al Ejército de Colombia y a la Infantería de Marina, han recibido una formación de combate y seguridad igual a la impartida a los soldados regulares, pero además de estar capacitados en el campo militar, también han sido entrenados con un especial énfasis en el trato con la comunidad y con una exigente formación en el respeto hacia los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario. Gracias a ellos hoy encontramos una renovada confianza de la población de las zonas rurales donde ellos se encuentran, hacia el Estado colombiano. Sin duda, gracias a ellos, ha sido posible lograr buena parte de los resultados de seguridad en Cundinamarca y los Montes de María, dos de las regiones otrora emblemáticas de la guerrilla y hoy totalmente recuperadas para la ciudadanía.

En la actualidad más de 17.000 soldados e infantes campesinos hacen parte del esquema de seguridad de más de 500 poblaciones ubicadas principalmente en zonas rurales del país.

¿Cuál es su área de influencia?

Tal como se concibió su operación, los soldados campesinos cumplen su misión institucional realizando sus actividades en los cascos urbanos de las poblaciones en las que residen, en muchas ocasiones acompañados por la Policía Nacional y siempre con el complemento de soldados regulares o profesionales. El soldado campesino es un amigo, un vecino que conoce como ninguno otro, las dificultades que durante muchos años han tenido que soportar sus familias ante las acciones terroristas de las Farc, el ELN y las AUC.

Siempre tuvimos claro que la labor de nuestros soldados e infantes campesinos, iba a requerir de un gran acompañamiento de sus respectivas fuerzas y del desarrollo de una nueva cultura de la cooperación de la ciudadanía hacia ellos. También supimos siempre, que su labor como la de cualquier unidad militar, imponía para ellos un riesgo como el que tiene cualquier soldado que esté prestando su servicio militar, porque ellos lo están prestando .Su presencia debe servir para reforzar la labor de inteligencia en determinadas zonas del país, pero también requiere una labor de nuestra inteligencia reforzada y más eficaz.

Resulta indiscutible que esta incruenta masacre perpetrada por la guerrilla es la consecuencia de errores que se debieron cometer y que corresponde al alto mando, al señor Ministro de Defensa y al señor Presidente evaluar, pero también debemos recordar que nunca los grupos terroristas hacen un atentado de estas magnitudes sin mediar una labor paciente de inteligencia por parte de la guerrilla, analizando las debilidades en la capacidad de respuesta, la solidaridad de la población, las condiciones para la fuga, la capacidad de reacción de los militares y ciudadanos. En fin un cuidadoso ejercicio de planeamiento.

Son esas las fallas que se deben analizar constructivamente para tomar los correctivos del caso y evitar que algo tan desafortunado vuelva a ocurrir a cualquiera de las unidades militares o de policía, pero de ninguna manera debemos caer en la tentación de descalificar ni a las instituciones, ni los resultados tangibles y objetivos de una política, ni las bondades de la generación de confianza en el país y en sus instituciones que gracias a esta figura de los soldados campesinos se ha logrado durante los últimos dos años en cientos de municipios de Colombia que antes no tenían opción diferente que resignarse al abandono del Estado. Es ahora el acompañamiento del resto del Estado lo que dará la verdadera legitimidad a nuestra instituciones y el que puede garantizar resultados sostenibles en el largo plazo a los importantes avances ya logrados.

La legitimidad constitucional y la excelente labor que han venido desarrollando los soldados e infantes campesinos de Colombia, hacen que estemos de luto hoy con las familias de nuestros infantes y con su institución, la Armada Nacional, que bajo el mando de un extraordinario militar, el almirante Mauricio Soto ha logrado la recuperación de extensas áreas del territorio nacional y particularmente de los ríos en el sur del país y de las zonas costeras en las cuales en el pasado los grupos irregulares se sentían amos y señores y hoy son simples fugitivos que poco a poco sentirán más y más el acoso y la presión de nuestra fuerza pública.

* Ex ministra de Defensa

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