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Nicole Levy. Columna Semana

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Decisiones equivocadas

La magnitud del problema es enorme. Por un lado, la entrada al país de manera ilegal se ha vuelto supremamente fácil, y recibir una fecha de citación a la corte para un caso de asilo político se ha vuelto demasiado sencillo.

Nicole Levy
16 de mayo de 2024

El Gobierno de Estados Unidos, encabezado por el presidente Joe Biden, se ha encargado en estos últimos años de desatar una crisis migratoria sin precedentes. Les ha abierto las puertas del país a millones de inmigrantes ilegales recibiéndolos con bombos y platillos, sin hacer un estudio exhaustivo sobre sus antecedentes. Gracias a la ligereza y falta de responsabilidad con la que se están llevando a cabo estos procesos migratorios, no se sabe con exactitud a quién se está admitiendo al país, pues es claro que hay algunas personas que buscan inmigrar para ejercer la criminalidad o para vivir del Estado, y tristemente ya se ven –y serán cada vez más obvias– las consecuencias e inquietantes secuelas que marcarán a la sociedad estadounidense.

La magnitud del problema es enorme. Por un lado, la entrada al país de manera ilegal se ha vuelto supremamente fácil, y recibir una fecha de citación a la Corte para un caso de asilo político se ha vuelto demasiado sencillo. Esto ha llevado a que millones de personas hayan escogido esta vía migratoria, originando una crisis enorme, no solo por su nuevo estatus en el país, que lleva consigo una problemática muy grande, sino también porque son tantas las personas inmigrando al mismo tiempo que las fechas de citación a la Corte son asignadas para cinco o inclusive diez años después, y como los inmigrantes no pueden salir hasta después de que su proceso haya culminado, ha surgido un efecto esponja, pues al no poder salir, sus familias han inmigrado también y es una bola de nieve que gracias a esta administración parece no tener fin. Se ha normalizado tanto la situación, que existen videos en YouTube que le enseñan a la gente qué decir a los oficiales americanos para que se les permita el ingreso, pues parecen tener el mismo libreto de que fueron agredidos en México (para no ser deportados a ese país) y al parecer todos tienen una orientación sexual distinta a la heterosexualidad (ya que esto les adjudica la posibilidad de entrar en la categoría de que son perseguidos por su orientación sexual y así lograr el asilo político).

Este gobierno no solo ha premiado la ilegalidad migratoria, sino que gracias a sus medidas blandas y permisivas ha puesto en peligro a millones de personas que han sido convencidas de que inmigrar de manera ilegal es extremadamente fácil. Si bien es cierto que muchos tienen un libreto preestudiado antes de entrar, muchos otros sí han sido violentados en diferentes países antes de entrar a Estados Unidos, han sido abusados tanto física como mentalmente, han sido estafados perdiendo los ahorros de toda una vida, han tenido que cruzar ríos en los que han visto familiares ahogarse y se han debatido en muchos casos entre la vida y la muerte en busca del sueño americano. Un sueño que muchas veces se desvanece en instantes causando tragedias atroces.

La responsabilidad debe ser adjudicada a este gobierno que se ha encargado día a día de permitir y fomentar la inmigración ilegal, vendiendo la falsa narrativa de que es simple hacerlo. No solo son los responsables de estos nefastos acontecimientos, también son los culpables de que miles de personas que han llegado al país de manera legal, optando por el camino correcto, hoy estén con sus procesos atrasados hasta cinco años, gracias a pésimos cambios en políticas que favorecen a los ilegales sobre los legales.

Como dije en una columna anterior, el próximo presidente debe ser republicano.

“Todos los gobiernos mueren por la exageración de su principio”, Aristóteles.