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Desafiando prejuicios

El centro comunitario de Chapinero atenderá a homosexuales y lesbianas para brindarles asesoría y evitar los abusos de los que son víctimas con frecuencia.

Daniel Coronell
1 de julio de 2006

Bogotá dio esta semana un paso importante en la democratización de sus costumbres. La creación de un centro comunitario para los homosexuales y el lanzamiento del programa Bogotá: Territorio de diversidad' marca el comienzo de la justa reivindicación de unas personas que han sido objeto de marginación y persecuciones.

Los homosexuales han sido excluidos históricamente. Su opción sexual es percibida como una conducta antinatural y degenerada por un sector considerable de la población. Incluso algunas personas, que se consideran a sí mismas tolerantes, son poco amigas de que la homosexualidad salga a flote y tenga visibilidad. La aceptan siempre y cuando permanezca oculta.

Los prejuicios heredados por generaciones y la represión que creció de su mano, condenaron a muchos homosexuales a la clandestinidad, al miedo y a la ridiculización.

Esa intolerancia social favoreció la creación de un ciclo perverso que trajo mayores prejuicios. Como no había espacio para que esa opción se ejerciera de manera libre y abierta, casi siempre las sociedades se enteraban de la existencia de homosexuales por informaciones sobre escándalos o abusos.

De este modo muchos terminaron asimilando homosexualidad con pedofilia. Cuanto mayor es la represión sexual en una comunidad o institución, mayor es la tendencia a abusar de los más débiles.

Por eso es muy saludable que Bogotá empiece a reconocerse en la diversidad de sus opciones. Que las nuevas generaciones crezcan con una visión más amplia y que el respeto hacia todos los seres humanos sea la única conducta aceptable.

Para que todo esto se concrete es necesario que los homosexuales tengan visibilidad, que puedan ejercer tranquila y respetuosamente su opción, rodeados del correspondiente respeto de los demás ciudadanos.

El centro comunitario de Chapinero atenderá a homosexuales y lesbianas, para brindarles asesoría y evitar los abusos de los que son víctimas con frecuencia. Los miembros de esa comunidad tendrán apoyo jurídico para conocer y difundir los derechos que les dan la Constitución y la ley.

Las autoridades de Bogotá se han comprometido a investigar y sancionar los actos discriminatorios que van desde la marginación de oportunidades educativas y laborales hasta los crímenes contra ellos por parte de grupos que se autodenominan de "limpieza social".

La Policía recibirá instrucciones precisas para diferenciar claramente el libre ejercicio de la sexualidad, de las conductas delictivas.

En definitiva, con la adopción de esta política se está reconociendo que todos los ciudadanos tienen los mismos derechos. Un principio de nuestro ordenamiento que, en casos como el de los homosexuales, sigue siendo apenas teoría.

El paso que da Bogotá, en abierto desafío a muchos prejuicios, es un buen ejemplo para todo el país. Un avance en el camino hacia la comprensión y la tolerancia de las que estamos tan lejos todavía.

Quizás esto sirva también para empezar a actualizar nuestra legislación. en vísperas de que el Congreso asuma nuevamente la discusión de los derechos civiles para las parejas homosexuales.

Lo que está en debate es una ley obvia, sin muchas pretensiones. Una ley de apenas un artículo. Establece que las parejas del mismo sexo puedan acceder a la seguridad social y conformar sociedades patrimoniales con los mismos requisitos de las uniones libres heterosexuales.

Aunque parezca increíble, este proyecto se ha hundido en legislaturas anteriores. El simple hecho de que persista el debate sobre algo tan elemental, desde el punto de vista humano y social, muestra el grado de atraso institucional en el que estamos.

ABRAZO PARA UN CONTRADICTOR: me va a hacer falta la columna de Rafael Nieto Loaiza en El Tiempo. Casi nunca estoy de acuerdo con él, sin embargo, admiro su perseverancia, caballerosidad, y la consistencia de buena parte de sus argumentos. Sin duda, Rafael tiene un enorme futuro.