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Ya hemos dado un paso más allá, y ahora estamos en la etapa resueltamente desfachatada de los anuncios publicitarios

Antonio Caballero
5 de abril de 2008

Otra marcha. Esta vez por los secuestrados enfermos. Cuando escribo esta nota la manifestación todavía no ha empezado, pero temo que sus resultados vayan a ser los mismos que tuvieron las anteriores: o sea, nulos. El gobierno francés participa no sólo con un mensaje -otro más- del presidente Sarkozy al jefe de las Farc, sino con un avión hospital que espera a Íngrid Betancourt en el aeropuerto militar de Catam. Temo que volverá vacío a Francia. Ya lo anunciaron así las Farc por boca de Rodrigo Granda, su 'canciller' inexplicadamente liberado a petición misteriosa del mismo Sarkozy: "Sólo como consecuencia de un canje de prisioneros saldrán libres quienes están cautivos". Y canje no habrá porque desde el otro lado el gobierno insiste en que sólo acepta la figura enrevesada de las liberaciones unilaterales recíprocas, y a la "inamovible" posición de las Farc sobre el despeje de Florida y Pradera responde por centésima vez con su correspondiente "inamovible":Acaba de decir el Comisionado de Paz que no habrá despeje "bajo ninguna circunstancia". Por si todo eso no fuera suficiente, el siempre optimista presidente venezolano Hugo Chávez se muestra pesimista esta vez: "La situación está muy, muy, muy complicada, extremadamente complicada".

En tales circunstancias, las marchas ciudadanas de buena voluntad no pasan de ser palos dados al agua.

Pero no basta ya con el embeleco de las marchas, que son inútiles pero también inofensivas (aunque le han permitido al asesor presidencial José Obdulio Gaviria llegar al extremo de impudicia de reclamar que le organicen también a él personalmente una marcha especial de desagravio). Ya hemos dado un paso más allá, y estamos en la etapa resueltamente desfachatada de los anuncios publicitarios. Los paga hasta la Policía Nacional, pretendiendo ganar indulgencias humanitarias con el dinero de nuestros impuestos, poniendo en televisión un aviso comercial: "¡Libertad ya!". Cuando uno supondría, tal vez ingenuamente, que la función propia de la Policía consiste en garantizar la libertad de los ciudadanos, en evitar secuestros y rescatar secuestrados; y no en protestar contra el delito del secuestro en comerciales de televisión. El diario El Tiempo, por su parte, se da el lujo de ofrecerles desinteresadamente a las Farc consignas y consejos ideológicos. Saca un anuncio de página entera en colores simulando un grafito urbano de protesta pintado con esténcil en un muro, chorreando tinta, para decir: "El mundo espera un verdadero acto revolucionario. Liberen a Íngrid".

El Tiempo dándoles a las Farc asesoría revolucionaria. Antes eso hubiera suscitado una exclamación de asombro: ¡El diablo haciendo hostias! Pero ya nadie cree en el diablo, salvo Hugo Chávez, que lo identifica con el presidente George Bush. Por eso le dijo a Sarkozy, que por lo visto le pidió telefónicamente ayuda para lo del canje humanitario: "Dígale al presidente Bush que él tiene mucho que ver en esto: hable con Bush".

Sin embargo la palma del descaro en la utilización publicitaria de la tragedia de los secuestrados se la lleva sin duda el doctor Andrés González, gobernador de Cundinamarca, que ha hecho instalar en su pirámide de despilfarro faraónico de la autopista de El Dorado un inmenso letrero legible desde el cielo por los aviones que despegan del cercano aeropuerto, y quizás incluso por los satélites de los teléfonos satelitales de las Farc: "¡LIBÉRENLOS YA!".

Y debajo un anuncio de aguardiente Néctar de las rentas de Cundinamarca.

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