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¡Que Uribe responda!... (si lo dejan)

Mal precedente ese de que las víctimas de izquierda puedan decir lo que quieran y los acusados -o las víctimas de derecha- deban limitarse a agachar la cabeza sin poder replicar.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
15 de abril de 2017

Lo que ocurrió el pasado 9 de abril, día dedicado a las víctimas en Colombia, abre agudos interrogantes que por parecer políticamente correctos no podemos obviar. Aquella fecha en la que los congresistas debieron asistir a una sesión especial para honrar a las víctimas del conflicto armado en Colombia sirvió como pretexto para que algunas de ellas lanzaran muy serias acusaciones contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez que se encontraba en el recinto del Congreso y quien pidió fallidamente la palabra para poder interpelar.

Ante lo que él y su bancada denominaron falta de garantías, los parlamentarios del Centro Democrático se retiraron en masa del recinto y en las escalinatas que dan hacia la Plaza de Bolívar decidieron decir lo que no pudieron en el Capitolio.

Críticos y analistas corrieron a advertir que se trataba de un ‘show‘ más de los uribistas; que aquel 9 de abril era el día de oír y no de hablar y las redes sociales, como resulta apenas obvio, se quedaron con la destemplada frase de la representante María Fernanda Cabal que le gritaba a sus contradictores: "¡estudien, no sean vagos!", mientras el cruce de palabras entre unos y otros subía de tono.

El episodio, sin embargo, puede ser sintomático de lo que se nos viene en el marco del sistema de justicia especial para la paz si lo dejamos pasar así no más: víctimas que, en todo su derecho, querrán pedir que el expresidente Uribe y quienes hicieron parte de su gobierno y del Ejército de la época respondan por la comisión de presuntos delitos mientras del otro lado los acusados tendrán que limitarse a callar, bajar la cabeza y aceptar sus "culpas" a riesgo de que les claven 20 años por no "confesar".

Lo mismo sugieren algunos ahora con el caso de los exministros de la ‘YidisPolítica‘. Que entren a la JEP sí, pero confesándose culpables, acusando a Uribe de darles las órdenes para comprar la reelección, porque para recibir un tratamiento jurídico más benevolente no basta con decir la verdad sino que se necesita admitir "la verdad" que los arquitectos del sistema quieren escuchar.

¿Tendremos que prepararnos entonces para que haya víctimas que pueden decirlo todo, sin fórmula de juicio, sin permitirle una respuesta a los acusados, prevaliéndose de su comprensible dolor para ‘cantarle la tabla‘ a quienes les provoque y cuando les provoque? ¿En serio hay quienes creen que la democracia deliberativa consiste en que solo unos hablen y los otros callen aún cuando la honra de los segundos quede mancillada, justa o injustamente? ¿De verdad la solución a nuestros problemas va a pasar por taparle la boca a unos para darle voz a los otros, cuando todos podrían y deberían hablar y hacerlo de frente en los escenarios políticos legitimados para ello?

Hace unos meses la senadora Claudia López decía en el mismo Congreso que Uribe "se escapaba como sanguijuela por las alcantarillas" de los debates. Ahora que el exmandatario quiso poner la cara, no lo dejaron hablar con el argumento de que ese día sólo se debía oír sin ripostar. ¿Al fin qué?

¡Que Uribe responda!... (si lo dejan), porque no hay mejor homenaje a las víctimas que tener a quienes creen que fueron instigadores de los delitos en su contra respondiendo de frente, jurídica y políticamente, como debería ocurrir en la JEP y como debió haber sucedido el pasado 9 de abril en el Congreso.

Yo prefiero ver al expresidente rebatiendo las acusaciones que se le hicieron que guardando silencio como si la cosa no fuera con él y marginándose de la discusión dizque porque ese era un día solo para escuchar.

Si hubiesen sido unos ganaderos los que tomaran la palabra y acusaran a Santos de cómplice de las Farc que los extorsionaron y asesinaron a varios de ellos, yo también hubiera querido que el ministro del interior les replicara y surgiera un productivo debate, diciéndose todo lo que tenían por decirse, con respeto pero con crudeza y sin disparar un solo tiro.

Si, en cambio, nos alistamos para un linchamiento en los espacios de debate público y peor aún en los escenarios de administración de justicia transicional, puedo anticipar sin temor a equivocarme que aquí nunca habrá paz sino prolongación del conflicto por la vía judicial.

Si de verdad queremos honrar a nuestras víctimas permitámosles que digan lo que quieran en contra de quien quieran siempre y cuando sus señalados puedan responderles mirándolas a los ojos ya para pedirles perdón como para advertirles que están equivocadas y defender su inocencia. Solo así, mediante mecanismos auténticamente adversariales y no inquisitivos, podremos intentar al menos, una paz relativamente justa.

¡Que Uribe responda!.... si lo dejan, y que lo hagan todos aquellos que deban hacerlo, lo mismo el 9 de abril que cualquier día de aquí en adelante en esto que algunos llaman ligeramente "posconflicto".

Twitter @JoseMAcevedo

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