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Día Nacional del niño

No olvidemos que de la buena educación, formación y comportamiento de nuestros niños depende el futuro de Colombia.

Uriel Ortiz Soto, Uriel Ortiz Soto
2 de mayo de 2014

Para educar un niño, hay que seguir el mismo proceso que se da en la siembra de un árbol que dependiendo de la buena semilla, el germinador, el almácigo y el trasplante, da buenos frutos, para logar este último objetivo, se requiere de una constante dedicación y estarlo podando constantemente para evitar que su crecimiento se desvíe y produzca injertos indeseables que roban su buena formación.   

El día del niño fue institucionalizado en Colombia en el año 2001 y se fijó el último sábado del mes de abril para conmemorarlo. Es la oportunidad para que reflexionemos frente a tema tan importante, que a decir verdad, es tanto el descontrol y la violencia que se está presentando entre adolescentes, que ya nos tienen arrinconados, sin encontrar respuesta acertada para hacer frente a los diferentes problemas que a diario se están presentando y que tiene horrorizada a diferentes sectores, no solamente de la capital de la República sino de las ciudades del país. Existen galladas de menores de edad dispuestas a cometer cualquier delito, simplemente por ganarse la supremacía de sus contendores y de quienes los aplauden.   

Considero que este día, comparado con la llamada noche de las brujas que se celebra el 31 de octubre de cada año, es el más pedagógico que nos permite entrar en una etapa de reflexión sobre lo que está ocurriendo con nuestros niños, que están prácticamente naciendo con el chip de la violencia. Es escabroso tener que aceptarlo pero hay niños que antes de cumplir sus diez años ya son avezados delincuentes, con varios homicidios a cuesta. 

Es muy preocupante recibir diariamente informaciones por los noticieros, sobre los diferentes hechos de violencia que se están presentando en escuelas y colegios, sin que a la vista las autoridades tengan soluciones claras. Hemos visto cómo entre adolescentes de ambos sexos, se retan por internet, para propiciar actos de violencia con la complacencia de sus compañeros, que los aplauden, y la reyerta solamente termina cuando una de las víctimas es vencida por lo regular con heridas graves, cuando no es que terminan en homicidios.

¿Pero de dónde se deriva todo esto? Muy seguramente que el Ministerio de Educación ya se ha gastado millonarias sumas de dinero en investigaciones inocuas que finalmente a nada conducen, cuando la solución del problema está en nuestras manos. Para lograr este objetivo, los adultos mayores: padres, educadores y autoridades, tenemos que formarnos un juicio de responsabilidad, puesto que situación tan delicada no es más que el producto de la descomposición social en que vivimos, si hacemos una evaluación con los menores delincuentes, encontramos que sus principales falencias de comportamiento, se derivan de sus hogares.      

Es triste para una sociedad, pero muy especialmente para sus padres ver desfilar niños de menos de 18 años a las correccionales, por haber cometido delitos simplemente por impulsos emocionales, puesto que al momento de cometerlo no tuvieron la defensa del raciocinio para diferenciar entre el bien y el mal, y así evitar el ingreso al abismo de la delincuencia. 

Lo peor de tan grave problema, es que cuando ocurre una situación delincuencial entre menores, como el de matoneo, desafíos, atracos callejeros, o linchamiento entre ellos mismos, simplemente nos horrorizamos y recibimos la noticia como un hecho de violencia infantil, pero no nos preocupamos por investigar cada una de estas causas con sus respectivos orígenes, que por lo regular se encuentran en los barrios donde vivimos, pero con mayor supremacía en nuestros propios hogares.  

Considero desde todo punto de vista, que esta fecha es de vital importancia para la niñez, con el fin de que los adultos mayores tengamos la oportunidad de aportar ideas o planes y programas de desarrollo, que permitan a nuestros niños vivir en un ambiente emocional y productivo, de conformidad con el medio ambiente en que se vive.

No podemos ser indiferentes a las situaciones que se están registrando día a día en los establecimientos educativos, donde internamente se conforman grupos violentos de jóvenes, que al cometer el delito, ni ellos mismos saben cual la razón de su proceder, puesto que fueron inducidos por adultos mayores por el mal ambiente familiar en que viven, que la mayoría de las casos, sino es el de la indiferencia, es el de la violencia y el rechazo de sus mismos padres.   

Pero más allá de nuestros hogares, son las instituciones educativas las que deben emprender programas con el fin de corregir una serie de hábitos que se están volviendo costumbre en las comunidades educativas, que dan origen al llamado matoneo, con graves consecuencias de suicidios a muy temprana edad y la deserción escolar. 

Lamentablemente la drogadicción y el sexo entre menores, es otro de los factores que se han apoderado de las Instituciones Educativas, son miles los niños que caen en lo droga simplemente para encontrar en su interior un mundo de fantasía, todo originado en que son niños solos y deprimidos, por el poco cuidado que les ponen sus padres en el ejercicio de sus tareas escolares y aspectos de amor y cariño.  

Finalmente hay que admitir que existen instituciones educativas, que no tiene ni la misión, ni la visión, de ser centros de formación, su pensum académico, manual de convivencia, aún entre los mismos profesores y directivos deja mucho que desear. 

“Educad al niño y no tendréis que castigar al hombre”

urielos@telmex.net.co
urielos@hotmail.es

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