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Días difíciles

Luis Eduardo Celis explica las verdaderas razones para que los diálogos entre el ELN y el gobierno estén en su peor momento.

Semana
31 de marzo de 2007

En estos días se han hecho públicos documentos relacionados con el proceso de diálogos entre el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez y el Ejercito de liberación Nacional; ambas partes, gobierno y ELN, por separado, han dado a conocer información que permite tener un mejor acercamiento y posibilidades de opinar con mayor rigor sobre el estado de este proceso, que en esta fase –porque ya son varios los intentos– lleva 19 meses desde cuando, en septiembre de 2005, salió Francisco Galán y se instaló el proceso de “Casa de paz”, que ha permitido contar con equipos de parte y parte, cinco rondas formales de encuentro, países amigos y garantes y sobre todo, expectativa en el país de que es posible construir un acuerdo de paz con una guerrilla que lleva alzada en armas 43 años.

De la documentación hecha pública se puede establecer que el punto principal a concretar en las próximas semanas es la agenda, parece elemental, pero así es, sobre que temas es que se va a discutir, presentar valoraciones y propuestas e intentar construir acuerdos, y aquí las posiciones tienen diferencias sustanciales. El gobierno colombiano ha propuesto trabajar como primer punto la liberación de secuestrados, considerar “beneficios jurídicos de miembros del ELN que están en las cárceles por el delito de rebelión”, el cese de hostilidades, la verificación, territorialidad y ubicación de las fuerzas del ELN, programas de desminado y la realización de la “Convención Nacional”; hasta aquí lo propuesto por el Comisionado Luis Carlos Restrepo, como agenda de negociación.

Por parte del ELN, su equipo negociador ha propuesto como primer punto de la agenda el “tratamiento integral del desplazamiento forzado”, amnistía a presos políticos y activistas sociales, lo que eufemísticamente llaman “retenidos”, para denominar al secuestro, el cese del fuego y hostilidades, desminado, el cesar la “criminalización de la protesta social, la persecución política y los asesinatos a los dirigentes”, garantías políticas de seguridad para la acción política, agenda legislativa favorable a la paz, reconocimiento político del conflicto y del ELN, reforma política, equidad en los medios de comunicación e información, financiación del proceso, democratización del proceso de paz y acción pedagógica para la paz, diseñar y articular procesos participativos locales, regionales, nacionales y sectoriales de la sociedad, casas de paz, y preparar y desarrollar la “Convención Nacional”, hasta aquí la agenda propuesta por el ELN.

Ambas partes, gobierno y ELN, han convenido que el proceso se estructure bajo dos grandes bloques que lo orienten, en cuanto a los temas a tratar, uno primero que han denominado ambiente para la paz; aquí entran lo humanitario y la distensión del conflicto, y el segundo, la participación de la sociedad, donde entran los temas de fondo a discutir, la participación social y la realización de la convención nacional, como el escenario en el que el ELN ha insistido que se deben definir las reformas sociales, políticas y económicas, que debían ser legitimadas en algún espacio, aún indefinido, se a hablado de una asamblea nacional constituyente, un pacto de partidos, una refrendación vía parlamento, en fin, esto es materia de debate político.

No hay agenda de discusión acordada, la del gobierno es minimalista; liberen secuestrados, el gobierno considera la libertad de presos del ELN, condenados por rebelión, se acuerda el cese del fuego, lo que este implica – verificación…– y se hace la convención nacional y ya, y por parte del ELN se pide discutir el oro y el moro, en esto llevan varios meses y todavía no logran ponerse de acuerdo, en la agenda de discusiones, no cualquier punto, pero si esto es para establecer la agenda, ya veremos las dificultades cuando se hable de la sustancia de cada punto, bueno, esa es la complejidad de los procesos de negociación de conflictos armados, dificultades y tensiones.

Es sintomático de la situación por la que se pasa que en un memorando del ELN a los países “amigos y garantes”, fechado el primero de marzo, en el que les informa del desarrollo de la quinta ronda, termina de la siguiente forma “Les solicitamos que presten sus buenos oficios para que la Mesa supere las dificultades que hoy enfrenta. Reiteramos nuestra voluntad y disposición para firmar el Acuerdo Base”, el ELN, valora el momento como de dificultad, voces de la Iglesia dicen que este proceso “no avanza” y sigue en el ambiente que se requieren resultados concretos para darle credibilidad a este esfuerzo, pero esto es responsabilidad de las dos partes.

La situación es difícil, pero no insuperable, de hecho, ya han acordado que se van a reunir en abril, por tres semanas consecutivas, tomarán una semana de receso y retornarán a otras dos semanas de trabajo, toda una maratón de trabajo, de la que deben salir temas concretos; agenda, acuerdos concretos y aíre político para un proceso sobre el cual hay expectativa.

De toda la información hecha pública, es inquietante una carta del Comisionado Restrepo a las embajadas de Suecia, Holanda, Canadá, Italia y Japón, que desde octubre habían sido invitadas por las dos partes, ELN y gobierno, a participar de este proceso de diálogos como “Grupo de países Obervadores”, y ahora, les comunican en carta firmada por el Comisionado Restrepo el 2 de marzo, que “No existe formalmente un ‘Grupo de Países Observadores’ del proceso” en tanto que el ELN, en carta del 10 del mismo mes igualmente dirigida a estos países, les dicen “No compartimos ni los contenidos, ni el contexto, ni los términos” “Para nosotros hay varios actos protocolarios que sí le dan existencia al Grupo de Países Observadores”, este con seguridad es un punto de tensión que no debería serlo, el gobierno colombiano debería facilitar y ayudar a todos los países de la comunidad internacional que quieran apoyar este proceso, para la paz, no sobran manos, faltan, y esto se puede hacer con orden y rigor, es un estado, representado en un gobierno el que debe articular esfuerzos y no sacarlos a “empellones”, algo nada diplomático.

Son días difíciles, buen momento para que los partidos políticos, todos, los gremios empresariales y sociales y los gobernantes locales, agucen la imaginación y las propuestas, una paz con el ELN es deseable y necesaria, pero no puede ser una paz “barata”, como lo plantea el gobierno, ni una “Revoluciòn” por decreto, como lo anhela el ELN.