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MARTA RUIZ

Días de radio

Uribe conoce el truco y por eso lo hizo perfecto: lanzó el anzuelo de las coordenadas en Twitter y recogió la pesca en los medios masivos, que es donde está el público que en realidad le interesa.

Marta Ruiz
13 de abril de 2013

Uno se levanta por la mañana, se sirve un café y enciende la radio. Y está el expresidente Álvaro Uribe lanzando diatribas contra el proceso de paz. Entonces uno cambia el dial, y en la nueva emisora anuncian, como si fuera una primicia, que en unos segundos estará en los micrófonos Álvaro Uribe. Y uno busca otra estación y en esta nos cuentan que hace media hora habló Uribe y durante el resto de la mañana hay reacciones a su intervención.

Entonces, uno deja que  suene cualquier cosa y mejor abre el periódico. Y allí está él: que escribió esto en twitter, que insultó a fulano, que criticó, que viajó, que se tomó la foto. En la noche no falta el programa de debate, en televisión o radio, que cambie el formato para que Uribe hable a sus anchas, como si fuera la  primera vez.

Hace tres años dejó la Presidencia, pero sigue dominando la agenda de los medios. En privado muchos periodistas nos autocriticamos. Nos damos golpes de pecho porque sabemos que el peso que tiene en la opinión emana, en buena medida, del protagonismo excesivo que le damos. Mea culpa porque, como ven, también estoy escribiendo sobre él.

Es cierto que no se le debe ni se le puede ignorar. Nadie niega  que su voz es muy importante en el país. Importantísima. Nada menos que la del jefe de la oposición. Pero está creciendo la sensación que hay una sobredosis de él. Que cuando aporta al debate está bien; pero cuando saca su artillería propagandística, se le da demasiado espacio.

Los periodistas sabemos que Uribe maneja la propaganda como un profesional. El propagandista usa verdades a medias; apela a los sentimientos de la gente, antes que a su racionalidad; repite una mentira tantas veces, que la convierte en verdad. No informa, confunde.

Y aunque sabemos todo esto, no hay consigna que salga de su boca o de su twitter que no merezca el altavoz de la gran prensa.

Esta semana, por ejemplo, en una repentina adhesión a la justicia, sembró sospechas alrededor de un supuesto pacto de impunidad que se está fraguando en La Habana. Algo sobre lo que no aportó ninguna información precisa y que, en cambio, no le sonó muy creíble. Es que cuando Uribe reverencia a la justicia a mucha gente se le viene a la memoria la persecución que sufrió la Corte Suprema durante su gobierno, o el hecho de que dos de sus más cercanos colaboradores la hayan evadido hasta hoy.

Dijo que las FARC dialogan mientras asesinan a los soldados de la patria, sin recordarle al público que se está dialogando en medio del conflicto y que aunque él niegue la existencia de la guerra, esta es una realidad de a puño en muchas regiones donde se combate a diario, donde mueren soldados, pero también guerrilleros.

Luego tuvo extensos espacios para explicar por qué no marcharía el martes pasado, para despotricar de la Marcha Patriótica, de la reelección de Santos. Y como si fuera poco, insistió durante largas entrevistas en un falso atentado que sólo él ha denunciado.

Cuando por lo menos yo creía que la dosis semanal de Uribe se había completado, entonces filtró las coordenadas de una operación del CICR. Quería demostrar que se habían suspendido operaciones militares en La Macarena por un día, para sacar a unos guerrilleros de las FARC y llevarlos a La Habana. Como si eso fuera algo reprochable en el contexto de un proceso de paz.

Uribe conoce el truco y por eso lo hizo perfecto: lanzó el anzuelo de las coordenadas en Twitter y recogió la pesca en los medios masivos, que es donde está el público que en realidad le interesa.
Cabe preguntarse si en realidad el país está tan polarizado alrededor del proceso de paz como se dice, o si más bien estamos frente a un estratega de la polarización, que usa a los medios para lograr su objetivo.

Uribe necesita construir un clima de pugnacidad, de miedo y desconfianza para volver a ser Uribe. Para volver al poder. Y qué mejor para lograr ese clima que tener los micrófonos abiertos todo el tiempo. Como los tuvo en estos días.

Twitter: @martaruiz66