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Dicen que el Centro Democrático arrasará

Las fotos muestran a los mismos personajes. No todos, porque hay un resto en la cárcel y otro resto huyendo.

León Valencia, Revista Semana
2 de febrero de 2013

Vi un documento preparatorio del encuentro de los uribistas en Santa Marta, vi las imágenes del evento, oí apartes de los discursos allí pronunciados y me acordé de una sentencia de Carlos Marx en el Dieciocho Brumario: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Le faltó agregar: una vez como tragedia y otra como farsa”. Uribe está repitiendo uno por uno los libretos de su teatro político.


Cree ciegamente en que las negociaciones de paz fracasarán y él volverá al poder cabalgando en ese fracaso. Cree que sus palabras tendrán el mismo efecto que tuvieron en 2001 y 2002 cuando recorrió el país inflamando el espíritu de los colombianos contra las negociaciones del Caguán y recogiendo votos a manos llenas por cuenta de la infinita torpeza de las Farc y del gobierno de Pastrana. 

Volvió a la plataforma de aquellos tiempos y enhebró, casi con la misma redacción, cinco puntos: “Seguridad, inversión, política social, Estado austero y participación ciudadana”. Un poco de rubor, quizás, le impidió poner la lucha contra la corrupción, que en aquella campaña fue prioridad. Nada nuevo. Como si el tiempo no pasara, como si el mundo no cambiara. 

Las fotos muestran a los mismos personajes. No todos, porque hay un resto en la cárcel y otro resto huyendo. No lo vi, pero me dicen que José Obdulio Gaviria, como en los viejos tiempos, estaba atrás del jefe tomando nota. Vi a los demás: Francisco Santos, Óscar Iván Zuluaga, Marta Lucía Ramírez, Carlos Holmes Trujillo, José Félix Lafaurie, Juan Carlos Vélez. 

Y dado que Uribe no puede competir por la Presidencia lo están convenciendo para que vaya al Congreso porque sin él la cosa no funciona. Pero la estrategia presidencial será la misma del 2010: Santos, Zuluaga, Vélez y Holmes Trujillo, todos venidos de los predios del Partido de la U, seleccionarán un candidato. Entre tanto Ramírez y Lafaurie se inclinan a competir en el Partido Conservador –como lo hicieron Noemí y Andrés Felipe– para hacerse a la nominación allí y luego ver cómo tramitan una candidatura única del Centro Democrático.  

Todo es una repetición. De ahí supuse que era una ironía pura el titular de El Tiempo, que aludiendo a la reunión de Santa Marta, hablaba del “nuevo Uribe”. Bueno también hay que decir que no es una cabal y exacta repetición. Francisco Santos no es el mismo de antes. Cuando fue escogido como fórmula vicepresidencial era un hombre espontáneo, alegre, carismático, que venía de encabezar un gran movimiento ciudadano por la paz; hoy se le siente resentido, amargado por una derrota en el periodismo, comprometido con un proyecto de salida militar para el país que no le sale muy bien en el discurso. Y Martha Lucía Ramírez no tiene ni de cerca el arrastre de Noemí y a Lafaurie le falta mucho para tener el verbo y la audacia de Andrés Felipe. Todo es bastante desteñido. 

Pero lo radicalmente distinto son las circunstancias. Los duros golpes recibidos han vuelto a las Farc más realistas y Santos sabe que está obligado a ofrecerle a las guerrillas una salida política acompañada de algunas reformas, pero no puede darles la más mínima ventaja militar. La élite bogotana, tan decisiva para cualquier aspiración electoral, pasó del amor incondicional a Uribe al estupor ante sus ambiciones. Los paramilitares, otrora victoriosos e ilusionados con una legalización tranquila de la mano del uribismo, se han transformado en bandas difusas que prefieren pactar con Estados Unidos a intentar arreglos con los mismos tramposos que ayer les pusieron conejo. La reelección de Obama y el cambio en las relaciones con los vecinos hacen otra diferencia con la primera década del siglo.

Mis amigos analistas me dicen que Uribe arrasará en las elecciones. No creo. Aun si se arriesga a hacerse contar para el Congreso quedará lejísimos de la cuota del 35 por cientoque decía tener Mancuso. Y de las presidenciales ni hablar: ya vieron que en un sondeo de la semana pasada ninguno de los precandidatos del uribismo le gana a la candidata del Polo. La historia se repetirá como farsa.