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¿Por qué no un servicio de bicis públicas?

La bici es símbolo de equidad, permite que todos los ciudadanos, sin distingo de clase, sexo o edad, disfruten y aprovechen de sus ventajas.

Diego Molano Aponte, Diego Molano Aponte
5 de julio de 2016

Bogotá es una de las ciudades más amigables con la bicicleta en Latinoamérica. Con una red que supera los 400 km de ciclorrutas y bicicarriles, ha logrado crear una cultura del uso de la bici que debe ser preservado y potenciado.

Actualmente más del 6% de los viajes que se hacen a diario en la ciudad, son realizados por bici-usuarios. Son más de 900.000 bogotanos que salen de sus casas a trabajar, a estudiar o hacer lo del diario en su caballito de acero. Esta ciudad fue, hace varios años, escogida por la fundación española Erosky Consumer, como la octava mejor ciudad en el mundo para transportarse en  estos vehículos.

La bici es uno de los modos de transporte más sostenible en la ciudad: no contamina, no genera ruido, utiliza muy poco espacio, se mueve con energía humana y es muy saludable para sus usuarios. Todas las ciudades en el mundo están impulsando el uso de la bici como parte de un sistema multimodal que se integre con el
metro, los sistemas de buses y con los otros esquemas como metrocables o trenes.

La bici es símbolo de equidad, permite que todos los ciudadanos, sin distingo de clase, sexo o edad,  disfruten y aprovechen de sus ventajas.  En Bogotá es muy contrastante pero inspirador observar dos puntos de ciclorrutas. Puntos diferentes y distantes pero magníficos como símbolo de democracia urbana en el espacio público. Uno se encuentra a la salida de Bosa, sobre la avenida Ciudad de Cali. En este sector, desde las 5 hasta las  7 de la mañana, son  miles de ciclistas que se dirigen a sus trabajos. Entre ellos hay obreros, asistentes administrativos y recientemente mujeres que prestan servicios de aseo. Al otro de lado de la ciudad,  en la calle 100 con cra 19, el trancón se forma en la ciclorruta por cientos de biciusuarios. Allí son los llamados “yuppies” profesionales, estudiantes universitarios,  y cada vez más, ejecutivas  que se une a estos grupos de la bici. A todos ellos los une la satisfacción de usar un sistema de movilidad responsable que genera una actitud ciudadana que aporta a la capital el cuidado del ambiente y acorta el tiempo del trayecto y del bolsillo.

El Plan de Desarrollo recientemente aprobado estableció una meta de  incrementar en un 15% el total de km recorridos a diario en bici en la ciudad. Este es un reto de política pública inmenso, pues se requerirá construir más de 100 km nuevos de ciclorruta, hacer mantenimiento a la red actual, desarrollar cicloparqueaderos pero sobretodo,  un esquema de seguridad que disminuya los robos y atracos en ciertos puntos ya identificados.

El potencial para que Bogotá sea la capital de la bici es enorme,  por ejemplo, si solo se logrará que los  2 millones de usuarios de la ciclovía los domingos, se bajaran de su carro o del transporte público una vez a la semana, podría la ciudad duplicar los viajes en bici y crear una verdadera revolución de la movilidad.

Esta semana la administración anunció que cancelaba el programa corredores bici, un esquema de préstamos de bicicletas en los corredores de la 85 con 14 y en la carrera séptima.

Esta es una decisión entendible pero que deja en evidencia que Bogotá sí necesita trabajar en un sistema público de arriendo o préstamos de bicicletas.

En varias ciudades del mundo ya se han creado sistemas
públicos de arriendo o préstamos de bicicletas. En el caso de Nueva York,  el sistema es patrocinado por el Citi Bank que tiene más de ocho mil  bicicletas y 500
estaciones en la parte central de la ciudad.  En Medellín,  el sistema de bicicletas públicas del Valle de Aburra supera los nueve mil préstamos al día.

Desafortunadamente la administración de Gustavo Petro sacó una licitación para crear un sistema de arriendo de bicicletas, que después de seleccionado no pudo ser adjudicado, debido a que una de las empresas de la unión temporal había estado involucrada en las importaciones de los camiones de basura que nunca funcionaron.

La no adjudicación de este contrato,  sumado a la decisión de no continuar con el programa de corredores de la bici del Instituto Distrital de Recreación y Deporte- IDRD-  dejó a Bogotá sin ésta modalidad de servicio público.

El alcalde Peñalosa debería impulsar la transformación del programa del IDRD de bici corredores, a un sistema público de servicio de bicicletas;  dicho programa debería ser coordinado por la Secretaria de Movilidad, vincular empresas del sector privado y concertar una red de actuales sistemas de préstamo que ya están funcionando en la ciudad. Por ejemplo, las que conectan centros comerciales como Gran Estación y Centro Comercial  Avenida Chile o todas las universidades como los Andes, Javeriana y EAN que ya tiene este esquema. Recientemente recibí quejas de los centros comerciales porque la Secretaria de Ambiente no deja movilizar la ciclas de préstamo porque llevan publicidad.

Hay ciertos corredores ya identificados en el estudio de la licitación, que iba a ser asignada, que podrían ser parte de este sistema. Inclusive, algunas de las localidades en acuerdo entre el alcalde local y las JAL, podrían impulsar este sistema  de préstamo de bicis. En Suba o Bosa  la cantidad de viajes locales en bici podrían doblarse.

Hay que lograr que más gente se baje del carro, del bus o la moto y se suba a la bicicleta. Crear un sistema de bicicletas públicas ayudaría en este proceso para viajes cortos en barrios y con el apoyo de varios sectores. Alcalde,  claro que se puede, por qué no?

*Concejal de Bogotá
@Diego_Molano

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