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Nos salvó el agua

No hubo apagón, pero no por el ahorro ni por las plantas térmicas, sino por las lluvias que llegaron en abril.

Semana.Com
8 de abril de 2016

No fue el ahorro de energía eléctrica ni las plantas térmicas las que nos salvaron del apagón, sino la llegada de las aguas en abril. Pero estuvimos al borde del racionamiento. A finales de marzo, el nivel de las aguas embalsadas solo era suficiente para 25 días, contando con que pudiéramos llegar a cero de reservas, lo cual es imposible porque hay que tener en cuenta un cinco por ciento de sedimentación en los embalses.

El ahorro de energía hasta el 3 de abril de cerca de 585 Gwh, equivale a tres días de consumo de energía eléctrica, importante pero insuficiente para evitar un racionamiento eléctrico, si continuaba el verano.

Pero vale la pena hacer unos comentarios. En primer lugar, se ha demostrado que hay  un potencial alto de ahorro de energía eléctrica, política que debería haberse comenzado a implementarse desde la crisis de 1973 del petróleo, acción que para esta coyuntura fue muy tardía, lo que mostró una falla evidente de imprevisión e ineptitud de los encargados de la política energética.

Son varios los estudios realizados en Colombia para la Unidad de Planeamiento Minero-Energético-UPME del Ministerio de Minas y Energía sobre  ahorro y uso eficiente de energía pero no se ha hecho nada porque se ha partido que eso hay que dejarlo a las fuerzas del mercado, y estas no han funcionado ni funcionarán. Nuestros fanáticos del mercado  que vienen manejando el sector energético desde  los noventa  han fracasado y deben cambiarse.

En segundo lugar, la autogeneración y la cogeneración son un potencial enorme de oferta de energía eléctrica. Es increíble que hasta hace poco un mes se sacó una regulación permitiendo la venta de energía sobrante a la red. Toda empresa industrial, minera o comercial tiene un potencial de cogeneración utilizando vapor disponible que se pierde que puede utilizarse para generar.

En tercer lugar, dentro de este aspecto se tiene lo que se llama la tercera revolución industrial, que consiste en el uso de energías limpias como la solar, la eólica, la de baterías y la geotérmica, entre otras. La energía solar consiste en utilizar todos los techos de edificios, casas, negocios para instalar páneles solares que conviertan la energía solar en eléctrica para el uso propio y los sobrantes se venden a la red. En Colombia estamos en ceros y aquí el potencial es inmenso. Cada hogar sería autoproductor de energía y no tendría que depender tanto como hoy de las grandes empresas distribuidoras.

En tercer lugar, y relacionado con lo anterior, hay que cambiar la mezcla de tecnologías de generación. No tenemos gas natural  así que hay que olvidarse de plantas térmicas de gas y no intentar importarlo para gastar divisas como se está planteando. Este hay que dejarlo para el consumo de los hogares y lo que sobre para la industria. No tiene sentido importarlo. Utilicemos, más bien, nuestro carbón que lo tenemos en cantidades suficientes. Entonces tendríamos la siguiente mezcla de tecnologías; hidroeléctricas, térmicas de carbón, auto y cogeneración, energía solar, energía eólica, geotérmica y biomasa. Y un plan acelerado y  profundo de eficiencia energética como último elemento de esta política eléctrica.

En cuarto lugar, es necesaria una reingeniería del sector energético como un  todo. Analizar toda la estructura institucional (el Ministerio de Minas  Energía, la UPME, la CREG, la Superintendencia de Servicios Públicos, Planeación Nacional e ISA), las normas, las regulaciones, el papel de los gremios privados y de los usuarios  que no hoy tienen ninguna influencia y el tipo de personal que se requiere para manejar el sector. Este posible racionamiento para 2016 ha mostrado que el sector eléctrico ha fallado, que el énfasis en el mercado ha sido un problema, que las instituciones no han funcionado bien, ni sus normas ni regulaciones. Que no existe control alguno ni planeación eficaz.

Última observación: jugamos al póker y podríamos haber perdido. Fue una gran irresponsabilidad. Las medidas deberían haberse tomado desde el año pasado. Incluso desde hace dos años cuando las predicciones climatológicas hablaban de un Niño fuerte en 2015 con posibilidades de repetirse en 2016. En esto todo el sector se equivocó: tanto el privado como el público.

*Exministro de Minas y Energía