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Terroristas de la política nacional

Cada vez que los uribistas dicen semejante sarta de barbaridades, cabe preguntarse si detrás de estas afirmaciones sólo están la mala leche, la desinformación, la ignorancia, la simple imbecilidad o la suma de todas las anteriores.

Joaquín Robles Zabala, Joaquín Robles Zabala
29 de junio de 2017

No ven nada ni les interesa. La guerra es lo suyo. Para ellos, las Farc seguirán siendo una “agrupación terrorista” aunque hayan entregado las armas y hecho el tránsito a partido político. Esta misma razón los ha llevado a seguir llamando Presidente al señor del Twitter y gritar desde cualquier tribuna o pasquines digitales que Juan Manuel Santos le entregó el país a la guerrilla. El asunto da risa porque para entregárselo a los “terroristas” de las Farc tendría que quitárselo primero a las 20 familias que, desde hace 200 años, mantienen amarrado el poder político a sus intereses particulares. Tendría que quitárselo a los 35 o 40 empresarios que reciben más de la mitad de los ingresos nacionales. Tendría que quitárselo a esa nefasta agrupación de paramilitares que tiene escrituradas extensas zonas fértiles del país al servicio del cultivo de palma de aceite y al engorde de ganado. Tendría que quitárselo a los banqueros y a las poderosas empresas de medios de comunicación al servicio de la élite colombiana.

Cada vez que se les escucha decir, sin arrugarse, semejante sarta de barbaridades, cabe preguntarse si detrás de estas afirmaciones sólo están la mala leche, la desinformación, la ignorancia, la simple imbecilidad o la suma de todas las anteriores. Asegurar que el actual Presidente es “castrochavista”, “comunista” o “socialista” es no tener bien claras las diferencias entre las doctrinas políticas, económicas y sociales. Santos tiene de “izquierdista” lo que el senador Uribe de liberal. El senador es un ferviente practicante de la sentencia “lo que no puedo obtener lo transformo o lo destruyo”. Santos, por su parte, promete una cosa y termina haciendo otra. Esto es definido por los uribistas como traición. De ahí toda la campaña sucia que han creado alrededor del “gobierno traidor”, del proceso de paz con las Farc y de cualquier otra iniciaba que busque darle un poco de tranquilidad a esta tierra sumergida en una guerra oficialmente no declarada, pero que ha matado a tantos ciudadanos como cualquier otra guerra civil en el mundo.

Las estrategias para mantener el río revuelto se sustentan en la llamada “propaganda negra”, que no es otra cosa que producir terror entre los ciudadanos “para que salgan a votar berracos”, pasando por el “terrorismo montajes”, hasta llegar a la aprehensión y judicialización de jóvenes estudiantes universitarios señalados de ser guerrilleros. Nada más maquiavélico y perverso que afirmar que Julie Huynh, una de las tres mujeres muertas en la explosión del Centro Comercial Andino, era una terrorista. Las razones, según los pasquines digitales afines al Centro Democrático y sus replicantes seguidores, la joven había hecho parte, durante varios meses, de una oenegés que le brinda ayuda a exguerrilleros, acababa de llegar de La Habana y, al parecer, conocía al senador Iván Cepeda.

En el fondo, los terroristas de la política nacional se parecen mucho a esos niños inquietos, con una imaginación desbordante, que intentan adivinar las razones del por qué hay cráteres en la luna. Esto los lleva a arman un abanico de posibles teorías que van desde la presencia de los extraterrestres buscando tesoros, hasta llegar a la fábula del zorro que cree que el satélite natural es una enorme bola de queso amarillo. Todas estas absurdas hipótesis entran a jugar en ese pozo profundo de la “propaganda negra”, constituida, desde hace 7 años --los mismos que lleva Juan Manuel Santos en la Casa de Nariño-- en el caballito de batalla de la “oposición”. A final, realizan el ejercicio minucioso de escoger cuáles de sus posibles hipótesis se acercan a los hechos para ponerlas a circular en “sesudos artículos” en la red. En ese juego siniestro de desprestigiar procesos y personas, les importa un carajo el dolor de las familias, el llanto de los amigos y, por supuesto, la honra y el buen nombre de las víctimas.

Creo que Julie Huynh, la francesa muerta en la explosión del Andino, fue solo una chica divertida, que a sus escasos 20 años quería tragarse el mundo, recorrer muchos países y ayudar a la gente necesitada, pero que tuvo la mala suerte de encontrarse en el lugar equivocado a la hora equivocada en un país violento, donde resulta imposible diferenciar con certeza de qué lado de la línea jurídica están los militares y policías. Señalarla de ser la autora del atentado terrorista que le quitó la vida y dejó a su madre mal herida, como aseguraron varios pasquines digitales, no solo es perverso, sino también delincuencial.

POSDATA: Raro, muy raro que ninguno de los retratos hablados que se hicieron de los supuestos “terroristas” después de la explosión del Andino coincida con los rostros de las chicas y chicos detenidas esta semana por orden de la Fiscalía Nacional.

En Twitter: @joaquinroblesza
Email: robleszabala@gmail.com