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Yo no estoy de acuerdo con esa peregrinación permanente de industriales, artistas y personajes políticos al Caguán.

Semana
25 de septiembre de 2000

Después de unas vacaciones forzadas, con la capacidad de reflexionar y de pensar que tiene uno en el monte, encuentra puntos que se deben descartar para el futuro de Colombia. Primero, creo que la fragmentada sociedad civil no se da cuenta del drama que está pasando el país sino cuando la tocan directamente, como fue el caso mío. Yo he tenido siempre muchos amigos a los que les he prevenido sobre la situación de disolución en que está el país, y el temor que yo tenía que esto se siguiera profundizando, que verdaderamente yo tenía idea de que esas cosas no eran tan graves, lo que sucedía en el campo, que sucedía con personas de menos nombre, gente que rescataban casi anónimamente y que no salían a decir nada de lo que habían visto, por miedo. Yo creo que el país se debe dar cuenta de que estamos en una situación de orden social, de un orden realmente complicado, y tenemos que reaccionar porque o sino nos vamos acostumbrando a que eso suceda y el país se va disolviendo. Eso me llevó y me lleva a la conclusión muy clara, que no hay ninguna salida diferente al porvenir de Colombia, al porvenir de nuestros hijos, de nuestros nietos, de encontrar la paz, a través de los diálogos. Aunque desafortunadamente llevamos dos años casi de diálogos sin que se halla producido el menor signo de aceptación o de comprensión por parte de la guerrilla, el país entero ha cedido, y se ha refugiado un poco en la cobardía y en el temor, y así cediendo, cediendo, echando para atrás, no se llega a nada favorable. Se debe dialogar, y seguramente dialogando se encuentran puntos que sean comunes. Yo cuando llegué allá, tuve que encontrar una especie de traducción, porque el idioma que nosotros hablamos es totalmente diferente al idioma que la subversión habla. Eso lo sigo sosteniendo ahora. Por eso es que se dan permanentemente choques. Por ejemplo los secuestros son y seguirán siendo un crimen atroz, para ellos es un arma absolutamente lícita, para buscar financiación. Hay una enorme diferencia de pensamiento, del drama familiar, personal, social, que representa el secuestro para nosotros y la motivación elemental de la guerra indefinida que ellos tienen de esos mismos acontecimientos. Y se podrían citar varios, uno no puede decirle a la gente, deje de hacer lo que usted piensa y uno no acepta tampoco que le digan a uno deje de pensar, deje de hacer, hay que buscar y hay que encontrar. De golpe hay que preguntarles ¿qué es lo ustedes quieren de verdad?, por que hasta el momento yo creo que nosotros hemos puesto todas las cartas sobre la mesa y no hemos conseguido ninguna respuesta. Yo personalmente no estoy de acuerdo con esa peregrinación permanente de industriales, artistas, personajes políticos al Caguán, y no porque no vayan, eso es parte del diálogo. Creo que todos esos diálogos deben producir una información a la famosa sociedad civil, qué les dijeron los industriales, que les prometieron, ellos por qué no le dicen al país que es lo que están ofreciendo, los políticos, los artistas, como si fueran personajes absolutamente independientes de la política nacional. No lo son, está bien que sigan hablando, debemos hablar todos, pero debemos enterar a la sociedad lo que pasa para no tener sorpresas. La violencia tienen que desaparecer, se está ejerciendo la violencia a nombre del pueblo y el pueblo no se entera que la violencia que se está ejerciendo es a nombre de él, no ve los beneficios de eso. El pueblo sobretodo en los campos lo único que ve es muertos, entonces van y los matan, los matan los paramilitares, los matan las Farc, y toda esa violencia teóricamente es a favor de ellos, y lo dramático es que en favor de ellos no hay nada sino muertos. Las perspectivas si no hay paz las veo muy pero muy oscuras.

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