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Divide y reinarás

Qué ven los ecuatorianos en Correa y cuál será su estilo de gobierno.

Semana
30 de abril de 2009

Algo sin precedentes en la historia ecuatoriana ocurrió el último domingo de abril. Rafael Correa ganó la presidencia de Ecuador, por voluntad del 51 por ciento de los votantes, sin necesidad de una segunda vuelta. Un fenómeno inédito en este país, desde el retorno a la democracia en 1979.

Así como inédito es este triunfo, también lo es el hecho de que Correa era candidato al mismo tiempo que Presidente: tuvo ventajas de sobra sobre sus siete competidores.
Correa contó con tribuna abierta en los medios de comunicación expropiados por el Estado a grupos económicos que hoy están en capilla por su responsabilidad en la crisis financiera de hace una década. Un botón de muestra: Rafael Correa tuvo 37 minutos de tiempo aire en TC Televisión (incautado al grupo Isaías), mientras Álvaro Noboa acumuló apenas 17 segundos de tiempo aire en noticieros de esa estación, según un monitoreo de la entidad no gubernamental Participación Ciudadana, que cubre la última quincena de marzo.

Con estos elementos, las elecciones presidenciales del domingo 26 de abril mutaron en un ejercicio de aprobación o rechazo al presidente Correa. ¿El resultado? Una tremenda polarización de la opinión pública, fenómeno del que dio cuenta revista Vistazo en su edición del 30 de abril.

“En Ecuador hemos caminado a una polarización de la opinión, esto es culpa de los partidos políticos, de ciertos medios de comunicación que asumen una vocería apasionada de oposición, y también es responsabilidad del Gobierno porque en vez de convocar a un gran diálogo y un acuerdo nacional, recibe la noticia de su reelección estableciendo con quiénes hablará y con quiénes no”. El artículo cita a Santiago Pérez, politólogo y encuestador, que en los últimos procesos electorales contó con la credibilidad del Gobierno.

En Guayaquil –capital comercial del Ecuador- el panorama es bastante adverso al gobierno. En los comicios se hizo realidad la pesadilla de Correa, pues consagró la adhesión mayoritaria de los electores a Jaime Nebot, figura tradicionalmente asociada al derechista Partido Socialcristiano, como alcalde reelecto. Y en la provincia de Guayas, donde Guayaquil es la capital, la máxima autoridad será Jimmy Jairala, de la lista l con apoyo de Sociedad Patriótica. En el mapa nacional pintado con el verde que caracteriza al movimiento oficialista, Guayas tendrá un matiz variopinto.

A Correa esto no lo amilanó. Mientras festejaba el triunfo con base en resultados extraoficiales de su reelección presidencial, estableció que no dialogaría con Lucio Gutiérrez, el candidato que quedó en segundo lugar y que captó casi el 30 por ciento de la votación presidencial y un representativo número de escaños en la Asamblea. Semejante respaldo catapulta al ex mandatario Gutiérrez (2003-2005) como la punta de lanza visible de la oposición.

Divide y reinarás. Esa es la máxima maquiavélica con la que Correa empieza su segundo período gubernamental, de cuatro años, luego de los cuales tiene puerta abierta para una reelección, gracias a un hábil artículo de la Constitución que redactó una Asamblea afín a su proyecto político.

En este ambiente polarizado, la demora del Consejo Nacional Electoral (CNE) en difundir los resultados oficiales contribuye a crear un clima de incertidumbre. La expresión son los brotes de violencia en cantones de varias provincias, donde los resultados generan dudas, por inconsistencias e irregularidades en las actas de votación.

La tardanza es, en parte, resultado de un sistema nuevo de contabilización de votos implantado por el ente electoral. Y también es efecto de la falta de experiencia de un ente creado expresamente para este proceso: el debutante CNE fue creado por un Legislativo afín al movimiento gobernante.

Cuando termino esta nota, el mayor interrogante en cuanto a resultados tiene que ver con la conformación de la Asamblea (Congreso). Según distintas cifras de encuestadoras privadas, el movimiento oficialista no tendría mayoría absoluta en el Legislativo.

Pero el irrefutable triunfo de Correa lleva a una lectura obligada: según un estudio de su encuestador oficial, realizado a fines de febrero pasado, más de la mitad de los electores respalda al reelecto presidente por una de estas tres razones: porque “logra un beneficio concreto de su administración presidencial” (20 por ciento), porque “apoya el proyecto político de la Revolución Ciudadana” (19 por ciento), o porque considera que “el mandatario es un hombre auténtico y bien intencionado, dispuesto a cambiar el país” (15 por ciento).

Pero la pregunta de fondo es si el Presidente gobernará en beneficio de todos, o solo para la porción de votantes que le resultó afín en las urnas.



*Arturo Torres es un reconocido periodista ecuatoriano.

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