Home

Opinión

Artículo

COLUMNISTA INVITADO

El sistema perverso

El dopaje es un problema social y cultural que casi siempre sitúa al atleta en el banquillo de víctima y victimario.

Semana.Com
18 de octubre de 2013

Lance Armstrong parecía haber roto las barreras de la pista. Pero movió para mal la estantería deportiva. Abierto más que nunca el debate para repensar la importancia que le adjudicamos al éxito.
“It´s not about the bike”. Así se titula su biografía. Y no, no se trata de la bicicleta. Lance Armstrong parecía haber roto las barreras de la pista. Pero movió para mal la estantería deportiva. Desde hace años los dos principales enemigos del deporte son las apuestas ilegales que amañan la competencia según Interpol con más de 150.000 millones de dólares al año, y el dopaje, una trampa siniestra, uno de los fenómenos más complejos especialmente en el alto rendimiento, donde hoy es desesperada la búsqueda por los resultados. 

El texano fue sancionado a perpetuidad por la Unión Ciclística Internacional (UCI) después del informe realizado por la Organización Nacional Antidopaje de Estados Unidos (Usada, sus siglas en inglés) publicado el 24 de agosto de 2012 que certifica a partir de evidencias testimoniales de once excompañeros que divulgaron el engaño, un fraude sistemático de dopaje fraguado por Lance que lo llevó a conquistar gracias a un rendimiento fenomenal siete títulos del Tour de Francia consecutivos, de 1999 a 2005, y una medalla de bronce olímpica en Sidney 2000. 

Justamente a finales de los años 90 tras el Caso Festina- una operación en Francia que desarticuló una red con la sustancia EPO como bandera en la disciplina de las dos ruedas-, empezó a estructurarse para promover, coordinar y monitorear la lucha y ponerle coto a la ambición descarnada por ganar, la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), organismo independiente del Comité Olímpico Internacional y de los gobiernos. 

"Las pruebas demuestran, más allá de cualquier duda, que el equipo ciclista US Postal organizó el programa de dopaje más elaborado, profesionalizado y exitoso jamás visto en el deporte", dijo Travis Tygart, director ejecutivo de la Usada. Armstrong, condenado socialmente aunque algunos aún lo aplauden y lo admiran, fue despojado de sus trofeos y de los millones en premios. Además se desvincularon de su imagen monstruos empresariales como Nike.

“Este caso es paradigmático, porque precisamente se trata de una sanción de tipo no analítico. Requirió de alianzas entre autoridades, cruce de información y una gran investigación. Pero no de laboratorio. Y revela que el dopaje no es sólo culpa del deportista”, dice Orlando Reyes, médico y coordinador de la Organización Nacional Antidopaje de Colombia (Onad), país que cuenta con uno de los 33 laboratorios del mundo certificados por AMA, y que afronta la lucha analizando sustancias pero también trabajando en establecer las políticas de educación y prevención destinadas al atleta en juvenil y profesional, al personal de apoyo, a la familia, a los entrenadores y dirigentes.

Aunque ya venía en discusión un par de años antes de 2012, el Código Mundial Antidopaje, documento que elabora la AMA, pasará de tener de ocho a diez infracciones en su tercera versión, en 2015. Asociación prohibida y complicidad se agregarán a los ya existentes: presencia de  sustancias prohibidas, uso de métodos prohibidos, negativa al control, negativa a proporcionar información sobre el paradero, falsificación o daño a los elementos que involucran la toma de una muestra, posesión de sustancias prohibidas, tráfico de sustancias y administración o intento de administración.

Sólo una de esas ocho infracciones que penaliza el Código es analítica, o sea, se obtiene después de un resultado de laboratorio. Armstrong durante su carrera pasó más de 400 controles. Pero esta vez sin jeringa ni orina cayó. Y no cayó sólo. Los españoles, Luis García del Moral, médico, y Pepe Martí, entrenador, y el médico italiano Michele Ferrari también fueron penalizados de por vida. Según el comunicado de la Usada, “son miembros de la conspiración por dopaje del equipo US Postal”. 

Este es un problema social y cultural que casi siempre sitúa al atleta en el banquillo de víctima y victimario. Atacar el fenómeno con políticas persuasivas es importante. Pero la otra parte está en mora. Es clave trabajar en la formación de la comunidad deportiva, especialmente en los niños inculcándole los valores del olimpismo y la esencia de la competencia; combatir con el arma de la brutal honestidad la cultura del campeonismo; erradicar la especialización temprana de las escuelas de formación respetando las etapas de aprendizaje, modificar de manera urgente la política de apoyos que impera en Colombia. 

Buen puntapié para repensar la importancia que le adjudicamos al éxito, al verbo ganar. Para replantear la forma cómo estamos formando a los niños, futuros atletas; el rol de los padres de familia y entrenadores como principales patrocinadores, modelos, maestros; los mensajes transmitidos en la TV, en la escuela, en la cancha; la carga de responsabilidad delegada para que el practicante afronte el juego y luego el deporte; la herencia en la calidad de espejos. 

Armstrong se dopó para seguir directrices de sus jefes, para darse gusto de fama y gloria, para amortiguar la tremenda presión y exigencia de un entorno ávido por titular. Antanas Mockus, en el libro ´Adiós a las trampas´ editado en 2004, escribió: “Las trampas se detendrán cuando nos demos cuenta que, primero, violentan nuestra conciencia, nuestra identidad íntima y, segundo, violentan nuestra identidad pública, lo que somos para todos los demás”. Pero además Lance quería ganar porque ganar lo hacía feliz, era reconocimiento, sonrisas, dinero. Sin embargo, para Mockus, “la felicidad, mejor no buscarla por atajos. Mejor tan sólo buscar merecerla. Puede que mereciéndola, sea menos esquiva y venga ella sola”. 

Noticias Destacadas