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¡Y miramos a Ecuador por encima del hombro!

Ecuador en menos de siete años ha disfrutado del desarrollo en infraestructura y educación y hoy goza de calidad de vida que Colombia envidia y sueña con resignación.

Javier Cruz, Javier Cruz
6 de febrero de 2014

Si en Colombia el túnel de la línea y la doble calzada Bogotá-Girardot estuvieran totalmente terminadas, si 50.000 kilómetros de vías terciaras se recuperaran después de cada invierno y si El Charco (Nariño) contara con 12 horas de luz, entonces tendríamos porqué creernos los colosos del norte frente a Ecuador. Entre tanto, los hermanos del sur, en menos de siete años, han disfrutado del desarrollo e infraestructura de su país y hoy gozan de una calidad de vida que Colombia envidia y sueña con resignación.

La última edición de la Revista Dinero tiene en su portada al presidente de Ecuador, Rafael Correa, un hombre aparentemente temperamental, fuerte de carácter y con cara de pocos amigos. En marzo del 2008, tras la muerte de Raúl Reyes en un campamento en la provincia Sucumbíos (Ecuador), los colombianos vimos a un presidente Correa vehemente y beligerante en contra del gobierno de Colombia por la acción militar que acabó con la vida del líder guerrillero en su país. Desde entonces, lo estigmatizamos como un personaje no tan bueno y poco grato para Colombia. Pero no hay tal.

El colofón de la entrevista incluye varias reflexiones que reflejan el cambio visionario del mandatario de los ecuatorianos, quien afirma: “Todos sabemos que la infraestructura es muy importante para la competitividad”. Y remata: “Nos habíamos acostumbrado a que éramos inferiores y que sólo podíamos tener malas carreteras”. ¿Será que a nuestros políticos, que hoy andan en campaña, se les habrá pasado esto por la mente? Creo que no.

Parece que Correa estuviera hablando de nosotros, que nos acostumbramos a ver por décadas obras inconclusas y malas carreteras. Pero no: se refirió al pasado de su pueblo.

Sin ir tan lejos, veamos algunos cuadros comparativos. Hace mas de un año inauguraron el nuevo aeropuerto Mariscal Sucre, una obra que tardó muchos años para su ejecución y que Correa logró concluir en el 2013. Con buenas vías de acceso y un gran diseño arquitectónico, se convirtió en una obra de infraestructura para mostrar al continente.

El aeropuerto ElDorado, aunque también fue inaugurado en el 2013, tuvo ciertos reparos: uno de ellos que es insuficiente hacia el futuro, otro que el Puente Aéreo no se integra al terminal aéreo y las vías de acceso son un verdadero caos, el TransMilenio no llega hasta el edificio nuevo y el recorrido debe hacerse en alimentadores. Eso sin contar con las obras inconclusas de la calle 26 a la altura de la carrera 103, que dificultan la llegada de los pasajeros a tiempo.

Las dobles calzadas de Ecuador son verdaderas autopistas de cuatro y seis carriles aprovechando corredores principales desde Tulcán y vías completamente amplias como Quito-Guayaquil. Hay cero congestión.

Nosotros llevamos cerca de 10 años construyendo el túnel de La Línea; recorrer el trayecto entre Ibagué y Armenia, en un puente festivo, puede tomar más de tres horas. La doble calzada Bogotá-Girardot –que está en construcción desde el primer gobierno de Uribe y en víspera de la reelección de Santos– no se ha terminado.

Mientras que un peaje en Ecuador para automóvil no supera un dólar (2.000 pesos), en Colombia el más barato es de 8.000 pesos sumando abusos como la trocha Bituima–Cambao en Cundinamarca que tiene un costo de 10.800 pesos, es decir cinco dólares. 

La educación también da su toque de avanzada. El extenso programa Escuelas del Milenio las dota con todos los equipos suficientes para garantizar una buena educación. Las de nosotros, por el contrario, parecen atrasadas un milenio, porque hay corregimientos del país en donde no se conoce un computador, menos internet.

Rafael Correa ha despertado odios y pasiones: al mismo tiempo que ha logrado fortalecer la economía, aumentar los ingresos fiscales y ejecutar la inversión social, ha casado peleas de frente con el sector privado. En el 2008, después de la reforma constitucional, prohibió la inversión de los grupos financieros en los medios de comunicación de su país y obligó a varios de ellos –como Teleamazonas– a vender sus acciones. Sin embargo, ha librado una intensa lucha contra la pobreza y el bienestar del pueblo ecuatoriano.

Correa afirma que no puede tener contento a todo el mundo. Más bien ha hecho lo que cree conveniente y se ha convertido en la fórmula del éxito que lo catapulta como un verdadero líder en la región, demostrando que Ecuador puede ser un polo de desarrollo, libre de corrupción, manteniendo a raya a quienes se robaban los dineros públicos. Entre tanto, nosotros los colombianos envidiamos la proyección del hermano país. Tenemos mucho que aprender de los colosos del sur. Por ejemplo, saber administrar, tener visión para ejecutar y contar con olfato para elegir. ¡Viva Ecuador!

En Twitter: @jcruzpoveda

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