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JOSÉ MANUEL ACEVEDO M.

El articulito de las coaliciones

La rígida reforma que prohibió el transfuguismo, la fusión y la coalición entre partidos políticos tiene con los pelos de punta a los líderes de las colectividades.

José Manuel Acevedo M., José Manuel Acevedo M.
20 de julio de 2013

La rígida reforma que prohibió el transfuguismo, la fusión y la coalición entre partidos políticos tiene con los pelos de punta a los líderes de las distintas colectividades de cara a las elecciones del 2014. No sólo los partidos minoritarios sufren con la restricción que les impide aliarse para sobrevivir. También en las toldas santistas se preguntan si vale la pena cambiar las reglas de juego para buscar acercamientos estratégicos que les permitan neutralizar el uribismo.

Aunque digan de dientes para afuera que no hay ambiente en el Congreso para una iniciativa así, la verdad es que por distintas razones todos están interesados en que se promueva un articulito que permita las coaliciones.

Como nuevo presidente del Congreso, Juan Fernando Cristo prometió una modificación legal que permita este tipo de uniones electorales con el pretexto de que los partidos pequeños logren superar unidos el difícil umbral del 3 por ciento y no desaparezcan.

Antonio Navarro, de los progresistas, y Alfonso Prada, de los verdes, han hablado de esta alternativa. De hecho, si no hubiera sido por los paros, esta semana se habrían reunido con Cristo y el ministro del Interior para darle un vistazo al borrador de la propuesta.

Entretanto, el muy dividido Polo Democrático tiene en un bando a Clara López y Jorge Enrique Robledo diciendo que cambiar las normas a mitad de partido es una burla a la democracia, mientras en el otro, Iván Cepeda y sus muchachos están de acuerdo con que se busquen alternativas en esta legislatura para favorecer las coaliciones.

Los uribistas también sueñan con una reforma legal. Con el conservatismo fuera del llaverito de Juan Manuel Santos, una coalición de los azules con el Centro democrático después de noviembre no parece tan descabellada. Los godos son conscientes de que es mejor tener al uribismo de aliado que de competencia y aunque los parlamentarios azules en Bogotá se muestren gobiernistas, en las regiones, que es donde están sus votos, les conviene más hacerse los uribistas.

Pero por los lados del gobierno, Germán Vargas y otros andan en plan de convencer al presidente de las bondades de las coaliciones, y me cuentan que una alianza entre el Partido de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical se podría estar abriendo paso con los buenos oficios de Vargas Lleras, y para eso se necesita también la reforma.

La cosa, sin embargo, no es tan sencilla como aprobar por pupitrazo una ‘ley de coaliciones’. La Corte Constitucional se ha pronunciado en el pasado reciente para decir que tratándose de reformas como esta, se puede configurar un claro conflicto de interés entre los parlamentarios, y en ese orden de ideas cualquier cambio que se emprenda debería aplicar no para el 2014 sino para el 2018, y así –pensarán los congresistas actuales– el articulito no tiene mayor gracia.

Puede que los congresistas se saquen del sombrero una interpretación que les permita legislar en causa propia, como ha sucedido alegremente en otras ocasiones, pero si esa opción no se concreta, les anticipo que algunos del Partido Verde y de Cambio Radical andan pensando en fórmulas más audaces que pueden desembocar en la liquidación de sus partidos y la creación de un nuevo movimiento que recoja lo mejor de las dos colectividades.

Lo cierto es que si no hay consenso y creatividad entre los buenos políticos con riesgo de quemarse, podemos terminar, otra vez, con un Congreso lleno de ‘bacrim-políticos’, esposas e hijos de parapolíticos y uno que otro de las FARC, haciéndonos la política a su antojo. ¡Que los decentes se pellizquen ya!

Twitter: @JoseMAcevedo

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