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El aterrizaje de Slim

No hay duda: a Slim le gustan las posiciones dominantes. Y es bueno que la comisión Nacional de Televisión comience a pellizcarse.

Semana
14 de abril de 2007

Los colombianos nos sorprendimos con la noticia de que un mexicano pasó este mes a ser el segundo hombre más rico del planeta, después de Bill Gates y antes de Warren Bufett, con la bobadita de una fortuna de 2.900 millones de dólares. Le faltan 35.000 millones más para alcanzar a Gates. Algo poco improbable, si se tiene en cuenta que este mexicano, Carlos Slim Helú, produce 5.000 dólares más cada dos minutos del día.

"Los ricos no estamos para andar por ahí como Papá Noel repartiendo regalos, dice. Estamos para construir empresa. La pobreza no se resuelve con donaciones", dice, burlándose de las filantropías de sus vecinos de ranking de millonarios en la revista Forbes.

Pero no nos hemos dado cuenta de que Slim se nos metió a los colombianos al rancho. Eso es bueno y es malo. Es bueno, porque es inversión extranjera fresca, pero es malo si no se tienen los cuidados suficientes para que la presencia del segundo hombre más rico del planeta en Colombia no se traduzca en un seudomonopolio de las comunicaciones.

La leyenda dice que Slim, hijo de inmigrantes, es un "self made man" que bajo uno de los gobiernos más corruptos del PRI mexicano, el de López Portillo, sembró los cimientos de su fortuna.

Su gran paso lo dio cuando adquirió Telmex, la empresa de teléfonos de México, que hoy controla el 90 por ciento de este servicio en el país. Esta posición cuasimonopolística es la causante de que los mexicanos paguen las tarifas telefónicas más caras del mundo. Con el conjunto de sus compañías domina prácticamente la mitad del mercado bursátil. Cuando tuvo una operación de corazón hace unos años, la Bolsa mexicana se estremeció.

El día en que ya no pudo comprar nada más en México, continúa la leyenda, decidió salir a hacer compras en América Latina.

En Colombia intentó fallidamente comprar Telecom, se quedó con Comcel y rápidamente adquirió la propiedad de cinco de las principales compañías de televisión por cable en el país, incluidas TV Cable, Cablecentro, Cable Pacífico y Satelcaribe. Ahora planea adquirir a Teledinámica de Barranquilla y a Promisión de Bucaramanga, con lo que su participación en el mercado del cable en Colombia subiría al 54 por ciento.

No hay duda: a Slim le gustan las posiciones dominantes. Y si la va a tener en el mercado del cable colombiano, es bueno que la Comisión Nacional de Televisión comience a pellizcarse sobre el control de precios y de contenido que una posición en el mercado tan poderosa como la de Slim requerirá en el próximo futuro.

Lo que hoy sucede por ejemplo con una compañía como TV Cable, sin que todavía el mexicano haya consolidado su dominio, es ya preocupante.

Si las tarifas de TV Cable son ya de por sí elevadas, su contenido raya en la porquería. Para hablar sólo de los canales de películas, aunque los grandes canales de televisión por suscripción que lo alimentan tienen como compromiso presentar estrenos, es bastante infrecuente que lo hagan. Por el contrario, y no estoy hablando desde luego de los canales de cine clásico, las películas que vemos en Colombia son viejas, gastadas y de mala calidad. El cine europeo es inexistente. Las películas porno arrancan muy puntuales a las 12 de la noche en varios canales que apenas cuatro horas antes veían niños y adolescentes. Pero lo más indignante es que en los canales por los que se transmiten buenas series gringas como los CSI, doctor House, Shark, Nip-Tuck, La ley y el orden, etc… nos instalan comerciales entre las 6 y las 9 de la mañana, para que nos vendan el "nicer dicer" que corta unos parejos pedazos de cebolla, la baba de caracol para las arrugas y toda clase de aparatos abdominales. ¿Acaso los usuarios de TV Cable pagamos para que nos pasen tres horas seguidas de información comercial? Y otra pregunta: ¿por qué en el canal TNT vienen transmitiendo la programación del Canal Caracol desde hace varios meses?

Si a esta programación barata, comercialmente abusiva, descontroladamente pornográfica y tramposa en sus contenidos se le añade que en pocos meses tendrá muy poca competencia en el país, por decir ninguna, al homologarse la programación de todos los cables adquiridos por Slim, y ni qué pensar de la posibilidad de que por la misma falta de competencia suban las tarifas del servicio, en Colombia no habremos avanzado, sino retrocedido.

A Colombia el señor Slim viene a hacer plata, lo que desde luego no está mal. Pero no sobraría que le echaran un ojito.



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