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El candidato de las Farc

A pesar de las amenazas de la “chumbimba” las Farc prefieren a Uribe de presidente, 49580

Semana
26 de febrero de 2002

Que Alvaro Uribe sea el candidato del Partido Conservador no es ningún misterio. Que lo sea también de una buena parte del Liberal tampoco. Lo que no habíamos captado es que Uribe, además, es el candidato presidencial de las Farc.

Esto podrá sonar extraño y hasta traído de los cabellos. Entre otras, porque hace pocos meses un conocido periodista que visitó en el Caguán a 'Tirofijo' le preguntó de frente por sus preferencias electorales. La respuesta del jefe de las Farc fue la de que le daba exactamente lo mismo quién fuera el próximo presidente de Colombia, y que estaba preparado para cuatro años de guerra.

Esa es una posibilidad. Pero lo lógico es que las Farc prefirieran al frente de las riendas del país a alguien que les facilite sus propósitos: tomarse el poder por las armas.

Por eso acepto que en principio no suena lógica mi tesis de que un grupo de revolucionarios prefiera como adversario a quien ha prometido darles “chumbimba”, Uribe, por encima de los candidatos que les ofrecen cautela bélica y mantener las puertas de la solución negociada abiertas, Serpa y Noemí.

Que a Horacio Serpa lo detestan, es un hecho. Históricamente 'Tirofijo' cree que el Partido Liberal traicionó a la guerrilla liberal. Quizá por eso ha aceptado iniciar procesos de negociación bajo regímenes conservadores y los ha rehuido bajo regímenes liberales. Pero como si se necesitara una prueba reina de esta animadversión de las Farc por Serpa, hace cuatro años ayudaron a elegir a Pastrana para hundirlo.

A Noemí ni siquiera la determinan. Las Farc son tremendamente machistas, a pesar de que en sus filas cada vez figuran más mujeres. Su papel ha ido evolucionando, pues hasta hace unos años éste se reducía a bañarle los pies a 'Tirofijo' y a servir de 'compañeras' de los guerrilleros. Ahora pululan, armadas hasta los dientes en los distintos frentes de la organización, pero muy pocas han logrado acceder a los círculos de mando: no hay ninguna en el secretariado. Más aún, la posición reflexiva de Noemí frente al proceso de paz, en la que más que la guerra total prohíja la decisión de mantener abierto un proceso bajo nuevas y más drásticas condiciones, no les dice “ni fu ni fa”.

Sólo hay un candidato con el que tienen las cosas claras: Alvaro Uribe y su propuesta de guerra total, porque es un verdadero representante del Establecimiento al que ellos buscan derrotar.

Las Farc no han dejado de ser marxistas, y dentro de la filosofía marxista- leninista la dialéctica de los opuestos es el camino para la solución de los conflictos. Una tesis enfrentada a una antítesis produce una síntesis. Para ellos, esa síntesis consiste en la toma del poder con las armas. La mejor antítesis es un candidato como Alvaro Uribe que permite la agudización del conflicto.

Es evidente que el espacio que el gobierno de Andrés Pastrana le dio contra viento y marea a la negociación con las Farc las fue poco a poco deslegitimizando ante los colombianos y ante el mundo. La posición de seguirle “mamando gallo” al gobierno actual o a uno venidero era insostenible, porque, como quedó demostrado, no lleva a ninguna parte.

Bajo un gobierno de Uribe, en el que se les ha advertido que serán combatidos sin contemplaciones y al precio que sea, las Farc creen que podrán relegitimizarse a través de la guerra total con el Estado.

No olvidemos que las Farc van tras el poder, y punto. El camino más lógico es enfrentarse con el más duro —Uribe— en una guerra que, de no ser posible que les ganemos explotando al máximo la capacidad de nuestras Fuerzas Armadas, habrá dejado demostrado que el Estado colombiano finalmente es incapaz de evitar que las Farc se tomen el poder con las armas.

Los colombianos pensamos que ha llegado la hora de demostrar que podemos. ¿Pero si no, y eso se hace evidente bajo el gobierno del más duro, qué queda por delante? No hay duda: a las Farc hoy por hoy les conviene más un gobierno bajo el cual se acentúen las contradicciones del sistema que uno que les ofrezca espacios políticos.

Esto, en cuanto a los argumentos de la doctrina marxista. Pero si quieren argumentos menos espesos sobre por qué Alvaro Uribe es el candidato de las Farc, aquí va uno más sencillito de entender: si no es verdad que Uribe es su candidato, ¿por qué intensificar el conflicto, como lo hicieron en los últimos meses, y por qué desafiar al país con el secuestro del avión de Aires, a sabiendas de que con ello lo estaban fortaleciendo políticamente ante la opinión?

Esto no tiene sino dos explicaciones posibles. O las Farc lo hicieron de manera inteligente y deliberada porque, a pesar de las amenazas de la “chumbimba” de Uribe, lo prefieren de presidente. O las Farc son una manada de pendejos, que están a punto de hacer elegir a Alvaro Uribe contra su voluntad, porque nunca se dieron cuenta de que con sus acciones terroristas lo estaban valorizando ante el país.

¿Inteligentes o pendejos? Respondiendo a esta sencilla pregunta sabremos realmente si Alvaro Uribe es o no el candidato presidencial de las Farc.