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El deber de exigir más de una única historia

La única historia, la oficial, nos ha convertido en una sociedad polarizada, simplificadora y maniquea que categoriza, clasifica y excluye.

Miguel Ángel Herrera
19 de junio de 2013

Hace unos días vi una conferencia que considero que todas las personas deberían ver. Se trata de la realizada hace ya unos años por Chimamanda Ngozi Adichie, una novelista nigeriana. Esta conferencia se llama “El peligro de una  sola historia”. Allí, Chimamanda cuenta los imaginarios populares y las representaciones sociales que Occidente tiene respecto a África y cómo esto ha fomentado y consolidado los estereotipos.

En esta ocasión he querido tomar como punto de partida los relatos de dicha mujer puesto que considero que el planteamiento de ella es aplicable a nuestra realidad, donde la única historia, la oficial, nos ha llevado a movernos entre extremos, convirtiéndonos así en una sociedad polarizada, simplificadora y maniquea, la cual categoriza, clasifica y sobre todo excluye. 

Somos una sociedad que, si seguimos en la dinámica de contar una única historia, jamás saldremos de la violencia en la que hemos vivido. Como bien lo expone Chimamanda, la única historia “crea estereotipos y el problema con los estereotipos no es que sean falsos sino que son incompletos”, y es bajo estos escenarios en los que nos hemos movido por años los colombianos, entre  malos y buenos, desconociendo así la pluralidad del contexto y de los mismos actores.  

Esto lo podemos aplicar a todos los niveles y espacios, desde el conflicto armado colombiano hasta las relaciones familiares o laborales. El peligro de escuchar una única voz, el desconocimiento frente al mundo del otro y la arrogancia son elementos que impiden la capacidad de construir dinámicas diferentes y una sociedad mucho más incluyente, propositiva, con alternativas de resistencia distintas a la violencia. 

En este orden de ideas, las personas solemos tener la capacidad de juzgar con facilidad sin antes comprender ni preguntarnos por los contextos sociales, históricos o culturales. Esto es ejemplificado cuando la gente juzga con facilidad los conflictos que ocurren en el Cauca, pues se encuentra un profundo desconocimiento de las realidades afro, indígenas y de campesinos, donde desafortunadamente solo es visibilizada una única historia. 

He querido compartir esta reflexión porque, como bien lo he mencionado en anteriores textos, encuentro fundamental que los colombianos comencemos a prepararnos para un posconflicto, y esto significa romper con estereotipos, construir representaciones sociales mucho más plurales y dialógicas. 

Es necesario así combatir los discursos hegemónicos y predominantes, los cuales resaltan las diferencias y no nos permiten pensar en lo que nos une. Es fundamental darnos en la tarea de mirar con profundidad y analizar con detenimiento los escenarios en los que nos estamos moviendo, y para esto es esencial dirigirnos a la pluralidad, a la capacidad de poder contrastar historias, escuchar múltiples voces  y luego decidir bajo nuestros propios criterios. 

No podemos seguir moviéndonos en una sociedad que todo lo simplifica, porque como país no lo merecemos, tenemos la capacidad de construir y sobre todo de exigir más de una sola historia, el desconocimiento no puede ser una constante,  en este sentido si el objetivo es lograr una sociedad diferente es fundamental exigir más de una única historia.

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