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EL DEFICIT COMERCIAL, LA DEUDA EXTERNA Y LA TASA DE CAMBIO

Semana
7 de marzo de 1983

Las exportaciones colombianas sumaron US$ 4.000 millones en 1980. El año pasado sólo alcanzaron a los US$ 2.800 millones. El tradicional superávit comercial de Colombia con los otros países del Pacto Andino terminó y hoy existe un apreciable saldo en rojo. Las exportaciones pecadoras también descendieron estruendosamente: la marihuana, a causa de la competencia de la producción norteamericana y la represión de la DEA contra los lavadores colombianos en Miami, mientras que la coca acusa sobreproducción y una caída de su precio a una tercera parte de lo alcanzado en meses pasados. Las consecuencias son la ruina de las mafias de la Costa y Medellín y las liquidaciones y secuestros de las mafias del Caquetá y los Llanos, el alza del dólar negro y quizás, en el futuro, algo favorable a la recuperación, como sería el encarecimiento y reducción del contrabando.
Entretanto, las importaciones de 1982 alcanzaron la cifra record de US$ 5.600 millones. Una parte apreciable de éstas fueron aparentemente los equipos destinados a El Cerrejón, cuyas exportaciones dentro de 2 años debían, presuntamente, cubrir la tronera comercial del país.
Es extraño un nivel de importaciones de la industria tan alto, en momentos en que operan, según Fedesarrollo, con un 35% de equipos sin utilizar, lo que puede explicarse, en parte, por estar haciendo renovación tecnológica, buscando ganar competitividad y reducción de costos. No es tan extraño el alto nivel de importaciones de bienes de consumo dada la crisis agrícola que se subsana momentáneamente mediante alimentos extranjeros (US$ 1.000 millones) y los nuevos hábitos de consumir lo foráneo, que se arraigaron en la última decada de afluencia de divisas y políticas de liberación del comercio legal e ilegal del país.
Al hacer el balance comercial de Colombia lo que más destaca es que las exportaciones financian sólo la mitad de las importaciones. El resto fue cubierto con las reservas internacionales y nueva deuda externa. Esta alcanza hoy en día un total de US$ 10.000 millones, contraida a un plazo promedio de 5 años y con tasas de interés elevadas, en momentos en que la Reaganomics estrechaba el mercado internacional de prestamos.
Estaría de acuerdo con Ernesto Samper en que el manejo de la deuda ha sido prudente, al no embarcarse las autoridades en políticas de expansión financiadas con créditos internacionales. No creo que colocar las reservas al 12% anual y endeudarse el 17% sea "bueno". No pienso tampoco que la deuda externa sea pequeña con relación a la real capacidad de pago de la economía que está basada en el valor de sus exportaciones. Si suponemos que de pronto se interrumpe la llegada de nuevos préstamos al país --algo que posiblemente no suceda, pero quien sabe--, tendríamos un servicio de deuda que se tragaría mas de US$ 2.000 millones anuales, quedando entonces unos US$ 800 millones y las reservas para pagar por importaciones de $ 5.000 millones. Para el año siguiente las reservas internacionales se volverían negativas. El desolado cuadro de la situación financiera de países como Brasil, México y la Argentina, pintado maestramente por Samper, no contradice sino que reafirma mi argumentación de que el panorama financiero internacional no se presta mucho para remediar temporalmente el desequilibrio externo del país con endeudamiento. Menos creo que las alusiones bíblicas y leninistas que me hace descalifiquen mis argumentos.
Los últimos acontecimientos en el mercado internacional de petróleo y el derrumbe de su precio ponen de presente la existencia de una gran sobre-producción de energeticos. El precio del carbón está "pegado" al del petróleo por ser, en cierta forma, sustituto del mismo. Pero en el mismo mercado carbonero se estaba dando desde hace meses la presencia de grandes excedentes.
Preguntémonos ahora cual será la situación de éste mercado dentro de dos años cuando la inversión de US$ 1.250 millones hecha en El Cerrejón madure y su producción se agregue a un posible océano de carbón. ¿Si se podrá entonces cerrar la gran brecha comercial de Colombia? ¿O será que el final del túnel para la economía nacional está mucho más lejos que en 1985?
Frente a un desequilibrio tan rotundo, y al parecer de largo plazo, los remedios propuestos por Fedesarrollo demuestran que tan lejos están del tiesto. Jose A. Ocampo afirma que ya el peso colombiano fue suficientemente devaluado con los aumentos de los aranceles de un 20% y la generalización y aumento del CAT para el capital exportador; que se hace necesario detener el proceso devaluatorio para no generar más inflación. Pero los aranceles no aplican a las importaciones productivas, que mínimamente son un 75% del total. Colombia hoy continúa siendo un país caro, penetrado por importaciones legales y de contrabando y sigue perdiendo mercados externos. Nuevamente insisto en que el desequilibrio es tan profundo que ni siquiera un ajuste radical de precios en la tasa de cambio podría remediarlo. Podría afirmar, si, que una política revaluatoria o de estabilidad en el valor real del peso contribuiría artificialmente a profundizar el desequilibrio externo.
Parece entonces que ni la revaluación y tampoco el brandy son medicamente adecuados para tratar tumores no tan benignos. Quizás la clave de la salud nos la ha propuesto Ernesto Samper y no la hemos sabido apreciar debidamente: ya que estamos en un cilo Kondratieff depresivo, de unos 25 años de duración, dediquémonos al alcohol. Estaremos entonces igual de arruinados, pero, al menos, contentos.--