EL DIALOGO DE LOS CABALLOS
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Escondido Lorenzo bajo la escotilla del tanque, en que pereció el capitán de caballería Mario Serpa, el 9 de abril, escuchó, sin quererlo, el siguiente diálogo caballar:
_ Y se nos fue el doctor Fernandito...
_ Sí, ya era hora de que saliera de este Cantón. Y libre, aunque, la verdad, aquí la pasó rico. Y nosotros con él. Qué modo de cabalgar. Qué botas.
_ Lo que más rabia les daba a los de Palacio era que no lo tuviéramos torturado y en caballeriza, sino en esa casita fiscal tan cuca y bien arregladita por doña Gloria.
_ Pero eso fue después, porque cuando vino el doctor Serpa a convencerlo de que se estuviera calladito y que saldría libre en poco...
_ Ah, sí, cuando Fernandito le quebró la vajilla en la cabeza. ¡Uy! Esa fue mucha rompezón de platos. Y a mí que no me han dado ni uno de recuerdo, de esos que dicen Ejército de Colombia.
_ Sí, hombre, pero te contaba que estaba en esa piecita que le acondicionaron primero. Adonde también lo visitó el presidente Samper y otros del 8.000.
_ Varias veces. Porque el Presidente venía a jugar tenis y hasta se duchaba en su habitación. Estaban seguros de que el chino se quedaría cayetano.
_ Menos mal que se había ganado a los militares, porque si no, lo mandan a Aquimindia, adonde van a dar los procuradores y contralores.
_ Uy, sí, eso allá es helado.
_ A mí me encanta cómo habla el doctor Fernando Londoño.
_ Es que es hijo de su papá.
_ Y ese cabello liso, cómo lo pasea de un lado para el otro. Uno de equino se lo quisiera. Y la manzana de Adán, que le sube y le baja.
_ Te los has detallado.
_ Y es el doctor Londoño el que lo tiene donde está y cómo se parece a un poco de él, despistó a los reporteros, que, Dios mío, qué paparazzis matadianas. Avemaría.
_ Mientras tanto yo lo saqué por el garaje de la casa fiscal en una radio patrulla.
_ Chévere.
_ Todos los días escribía en su computador y perfeccionaba el inglés.
_ Cuando no lloraba de la ira. Es que eso de que lo hayan dejado solo todos los que estaban en el mismo cuento; eso debe ser muy duro. Imagínate, el otro recibiendo honores militares en la plaza de armas y embolatando al Papa y este pobre despertándose al toque de diana y con el rebuznar de nosotros.
_ Sí, y el otro en la mesa, nada menos que con Aznar. Qué horror.
_ La que me parece que está muy divina es la señora Glorita. Es que no le pasa un año.
_ Y esas pestañotas.
_ Fue la que nunca le faltó. Madre, al fin.
_ Al fin hay un caricaturista._ Sea serio, Rebuznio.
_ Porque lo que es el papá, nanay cucas. Mire que ir a decirle a Bayly, por la televisión, que su hijo había cometido un error muy grande y que estaba pagando por él.
_ Es que aunque sea verdad. A los tuyos con razón o sin ella.
_ Aunque finalmente fue lo que salió diciendo el mismo Fernandito: "Cometí un error y pagué por él".
_ ¿Qué quiso decir, ole?
_ Que lo entiendan los que no han pagado ni cinco y se comieron el mogollón.
_ Aquí hay caballos oficialistas.
_ ¿Que si qué? El Herraduro, el Castañán, la yegua Catalina...
_ Chiito, mijo, que ahí viene del baño mi general Rito Alejo.
_ Fresco. Si lo que dice Rito Alejo es que Samper se acogió a sentencia anticipada, o sea, que si está libre es porque se sometió a la condena de la opinión.
_ Y la gente es tan bruta, que lo que piensa es que Botero pagó poquito.
_ Vea, pues. Como si fueran poco dos años largos; la humillación y el tener que olvidarse de su carrera política.
_ Todo por un delito en beneficio de terceros. Y el tercero en lo que sabemos.
_ ¿El ternero?
_ No, hombre, te estás quedando sordo.
_ ¿Qué?
_ Olvídalo.