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El efecto WikiLeaks

Según Suárez, ''a pesar de la gravedad del escándalo de los falsos positivos, Uribe continúa midiendo el éxito militar en términos de muertes''.

María Jimena Duzán
11 de diciembre de 2010

No han salido ni la mitad de los cables que tiene WikiLeaks sobre Colombia y la tormenta que se ha formado amenaza con producir más derrumbes de los que nos está ocasionando este invierno que nos azota.

El primer desastre es para los uribistas, quienes de manera ilusa pensaban que la relación entre el ex presidente Álvaro Uribe y el presidente Santos seguía siendo relativamente cercana, y que ellos, a pesar de sus diferencias, habían conseguido pactar una unión muy parecida a la que tienen tantos matrimonios por conveniencia. Malas noticias: después de lo que ha revelado WikiLeaks, este matrimonio no puede sino extinguirse.

Me quiero concentrar especialmente en un cable que ha pasado relativamente inadvertido. Uno que hace referencia a una reunión de febrero de 2009 con el inspector del Ejército mayor general Carlos Suárez, quien era el oficial encargado en ese momento de la investigación de los falsos positivos. En ese cable es claro que el presidente Uribe trató de minimizar el escándalo de los falsos positivos, porque consideraba que eso podía horadar la guerra contra las Farc, y que nunca estuvo de acuerdo con la relevancia que el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, le dio al tema.

Suárez le dijo a un funcionario de la embajada que "el fenómeno (de los falsos positivos) se había originado en la Cuarta Brigada de Medellín", una unidad que estuvo liderada años antes por "el ex comandante del Ejército Mario Montoya (quien fue retirado por Juan Manuel Santos poco tiempo después de que reventó el escándalo de los falsos positivos) y por el entonces comandante del Ejército Óscar González", quien sucedió a Montoya, dos militares muy cercanos al corazón de Álvaro Uribe.

Según afirma el reporte, Suárez dejó en claro que "la insistencia por parte de algunos comandantes militares de recurrir al conteo de cuerpos como instrumento para medir los éxitos en el combate contra las Farc, insistencia que iba en contravía de las directivas del Ministerio de Defensa -además de la evidencia de que algunos comandantes tenían relaciones con criminales y el narcotráfico-, llevó a este patrón específico de asesinatos en el caso de los falsos positivos".

El cable revela que el comandante del Ejército Óscar González se "oponía" al trabajo de investigación que Suárez estaba haciendo y que "trató de intimidar a testigos para que no testificaran sobre asesinatos cometidos por la Brigada Número 11 de Sucre".

Suárez agregó que "generales retirados como Montoya y como Rito Alejo del Río -acusado por la Fiscalía de fomentar grupos paramilitares-, están trabajando con políticos de derecha, como el ex ministro Fernando Londoño, para frenar las iniciativas en derechos humanos del ministro de Defensa Juan Manuel Santos".

En cuanto a la posición de Uribe en el tema de los falsos positivos, el ex presidente no puede quedar peor. Según Suárez, "a pesar de la gravedad del escándalo de los falsos positivos, el presidente Álvaro Uribe continúa midiendo el éxito militar en términos de muertes". Y más adelante agrega que esta concepción ha hecho que Uribe haya empezado a ser influenciado por un grupo de militares y políticos que piensan "que el énfasis en derechos humanos que el Ministerio de Defensa está imponiendo está afectando la guerra contra las Farc".

Este cable no revela nada que muchos colombianos no hubiéramos denunciado, aunque uno sí siente un fresco cuando escucha en boca de un general lo que muchos denunciamos en ese momento. Lo nuevo es que desnuda al gobierno de Uribe y sin ningún pudor lo expone como realmente es. Sin complots inventados, sin artilugios mediáticos.

Estas revelaciones de WikiLeaks muestran no solamente la disparidad de criterios que había entre Uribe y Santos (la hubo también en el manejo que se le dio al tema de las 'chuzadas'), sino la profunda desconfianza que generaba en la embajada norteamericana el presidente Uribe, casi tanta como la que les generó en su momento el presidente Ernesto Samper por cuenta del proceso 8000. Solo así se explica la familiaridad con que el general Óscar Naranjo entra a la embajada gringa a comentar temas tan espinosos para el gobierno Uribe, que dejan muy mal a su círculo pretoriano, como si fuera el canciller de la República.

Pero sin duda, el derrumbe más grave que ha producido WikiLeaks es que se ha venido abajo la noción de que somos un país soberano. El gran hermano que es el Tío Sam nos vigila desde el norte con su gran ojo y él sabe todo lo que pasa en este protectorado. El desfile por la embajada de militares y funcionarios dando reportes es realmente deplorable. Me dirán que eso también ya lo sabíamos o por lo menos lo presentíamos. Sin embargo, la sola confirmación de ese presentimiento produce cierto guayabo. ¿Será que, como dice la canción, "todo se derrumbó"?

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