Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

El esperpento y el estandarte

El día que presentó su nombre al Senado, Ordóñez aseguró que era una insensatez que el procurador tuviera competencia disciplinaria sobre los que podían elegirlo.

Daniel Coronell
11 de febrero de 2012

El lunes el Procurador Alejandro Ordóñez anunció que aspirará a la reelección. El martes la procuraduría le pidió a la Corte Suprema que absuelva a Javier Cáceres en la parapolítica. El miércoles, el periodista Juan Carlos Giraldo reveló que el Procurador Ordóñez decidió archivar la investigación disciplinaria contra Juan Manuel Corzo por parapolítica.
 
Siendo senador Javier Cáceres fue un hombre clave para la elección Ordóñez. Juan Manuel Corzo es el actual presidente de la corporación que puede reelegirlo. Es decir, dos electores (pasado y futuro) del Procurador se benefician con las decisiones de su despacho.
 
Cuando aspiraba al cargo, Alejandro Ordóñez era muy consciente de la inconveniencia de procesar a sus propios electores. El día que presentó su nombre a consideración del Senado aseguró que era una insensatez que el Procurador tuviera competencia disciplinaria sobre los que podían elegirlo: “Yo no puedo…no es transparente que el procurador ejerza el poder disciplinario sobre los senadores. Ese ejercicio está deslegitimado precisamente por esa circunstancia”.  (Pueden ver el video al final de la columna)
 
Remató el día de su posesión con una frase que no dejaba lugar a dudas: “Lo dije el día que me eligieron y lo reitero: la actual estructura constitucional que le confiere competencia al Procurador para juzgar a sus electores es un esperpento constitucional”.
 
Allí mismo prometió que impulsaría una reforma para acabar con el “esperpento”.
 
Cuatro años después la promesa sigue pendiente. Nunca hubo reforma para quitarle esas facultades al Procurador y el “esperpento”, con el que no podía, es su gran caballo de batalla para hacerse reelegir.
 
En la misma resolución que archiva el proceso disciplinario contra Corzo, el Procurador le concede idéntico beneficio a los senadores Carlos Emiro Barriga y Manuel Guillermo Mora.
 
El senador Juan Manuel Corzo, a quien el país ha podido conocer, celebró alborozado el deseo de quedarse en el puesto de quien lo acababa de absolver. Haciendo gala de su autoridad en la materia, Corzo declaró que Alejandro Ordóñez “es un estandarte de la lucha contra la corrupción”.
 
Javier Cáceres también debe estar exultante. El concepto del ministerio público puede sacarlo de la cárcel y dejarlo preparado para volver a la política. No es la primera vez que el estandarte flota a su favor.
 
El año pasado, el procurador delegado ante el Consejo de Estado, Roberto Augusto Serrato, le pidió a ese tribunal mantener la investidura del senador Cáceres ya que no encontró ninguna evidencia de que hubiera ejercido tráfico de influencias en ETESA.
 
Según Serrato tampoco se demostró que los supuestos nexos del senador Cáceres con grupos paramilitares  “hubieran vulnerado los requisitos señalados en la normatividad para que proceda la pérdida de investidura”.
 
Como si fuera poco, Cáceres ha intercambiado favores burocráticos con el Procurador.
 
Uno de los primeros nombramientos de Ordóñez fue el de Fabio Yezid Castellanos Herrera,  quien había estado inscrito como miembro de la lista de Cáceres para el congreso y saltó de ser asesor de “Chuzo” en la comisión primera, a Procurador Delegado para la moralidad pública.
 
Como nobleza obliga, el favor de  Ordóñez fue prontamente devuelto por Javier Cáceres. 28 días después del nombramiento de Fabio Yezid, la sobrina política del Procurador, Ana Carolina Lineros Hernández, fue nombrada con el más alto sueldo posible como asistente senatorial de Cáceres.
 
La última noticia que tuve de Ana Carolina fue una nota suya en la gaceta del Congreso donde pide excusar la inasistencia de Cáceres a las sesiones. Dos semanas después de la captura del legislador, su diligente asistente explica su ausencia en las sesiones diciendo que “se encuentra a disposición de la justicia a lo cual agradezco sea excusado” (sic)
 
Fabio Yezid Castellanos, el hombre de Cáceres, ya no está en la Procuraduría. Ahora aspira a convertirse en personero de Bogotá, sin duda para seguir trabajando por la moralidad pública a imagen y semejanza de su estandarte.