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El extraño caso del capitán Nur

Antonio Caballero
17 de febrero de 2007

No he visto ningún comentario de extrañeza sobre el caso del rescate militar del capitán del Ejército Leonardo Nur, ocurrido, según dicen, el 8 de febrero en las selvas del Chocó. Y me extraña, porque el caso es extrañísimo. Ya sé que todo lo que pasa en este país es muy raro, pero los detalles estrambóticos del caso Nur superan lo habitual.

Para empezar, llevaba cuatro años secuestrado, pero no lo sabía nadie: ni su familia, ni las Fuerzas Armadas a las que pertenecía. Estas se habían limitado a iniciar los trámites burocráticos para declararlo legalmente muerto, en vista de que no aparecía. Pero no se les había ocurrido buscarlo, ni tampoco iniciarle en ausencia un proceso por deserción. Tampoco sus secuestradores -un grupúsculo guerrillero casi ignoto llamado Ejército Revolucionario Guevarista que se dedica al secuestro extorsivo en los límites del Valle y el Chocó- le habían contado a nadie que tenían al capitán, ni habían pedido rescate por él. Y él mismo -dice la prensa- "tampoco recuerda con claridad cómo fue plagiado". Pudimos ver en una rueda de prensa que transmitieron por televisión cómo se contradecía y se enredaba, pese a que el general Mario Montoya, comandante del Ejército, le soplaba las respuestas. Unas veces decía que lo habían interceptado cuando viajaba en carro de Bogotá a Cali, otras que se lo habían llevado de una cafetería en Cali después de un vuelo de noche y tras darle "una sustancia". "Sólo recuerdo que había humo y que estábamos hablando. Desperté en una embarcación camaronera en el Pacífico". En la cual estuvo encerrado, asegura, nada menos que año y medio. Luego lo desembarcaron clandestinamente y lo tuvieron dos años largos más encadenado "a un palo en la selva que hay entre el Valle y el Chocó".

De ahí lo rescataron tropas del Batallón Contraguerrilla 94 de la III Brigada en un confuso combate. Al principio se habló de un muerto, un guerrillero llamado Mario, al cual nadie volvió a mencionar después. El caso es que el capitán Nur salió indemne. Ahora declara:

-Me siento feliz de pertenecer a un Ejército tan preparado como el colombiano.

Aunque tampoco está muy claro si todavía pertenece a él. Dice la prensa que "el Ministerio de Defensa estudia la petición del capitán de querer volver a filas. Voceros militares dijeron que su futuro en el Ejército no es claro". Pese a lo cual, Nur insiste:

-Me siento orgulloso de lo preparados que están (los militares) para enfrentar este tipo de situaciones.

A todo esto, repito, nadie se extraña. Un asesor jurídico de la Fundación País Libre, que se dedica al tema de los secuestrados, suelta la vaga hipótesis de que el Ejército Revolucionario Guevarista mantuvo a Nur en secreto durante cuatro años porque "lo estaría usando para sacarle información", o porque estaba "pensando en venderlo a otros grupos". Me permito dudarlo. Nadie tiene información bastante como para que sacársela tome cuatro años. Y no es posible que tome cuatro años la licitación para vender a un secuestrado.

Yo creo más bien -aunque tampoco pasa de ser una simple hipótesis: no tengo las pruebas- que se trata de un nuevo 'falso positivo' del Ejército. Una fábula inventada de cabo a rabo y destinada a persuadir a la gente de que el rescate militar de los secuestrados es posible y seguro, porque el Ejército está perfectamente preparado "para enfrentar este tipo de situaciones". A principios del año se pudo escapar ileso de cinco años de secuestro el ex ministro Fernando Araújo en la confusión de un com- bate. Un mes más tarde la tropa rescata al capitán Nur, que por estar encadenado no podía huir por su propio pie. Muere un secuestrador (aunque después no aparezca su cadáver), y el secuestrado sale vivo y en perfectas condiciones. ¿Qué más se puede pedir? Esto, en los momentos en que crece el clamor por el canje humanitario de secuestrados por guerrilleros presos, impulsado por los países "favorecedores del proceso de paz", por la Iglesia, y, naturalmente, por los parientes de las víctimas del secuestro. Y en el momento en que el presidente Álvaro Uribe, que ya aprovechó la explosión de un carro bomba en la Escuela de Guerra (otro 'falso positivo', en mi opinión) para rechazar frontalmente el intercambio, se reitera en su posición. Informa El Tiempo del 15 de febrero:

"'No solamente hay que pensar en el acuerdo humanitario, sino también en el rescate a través de las instituciones armadas de la Nación', enfatizó el mandatario".

Se viene otra matazón.

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