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El FMI y la reelección

Por tercera vez en un año y medio, una misión del Fondo Monetario Internacional visitó el país para revisar las políticas fiscales adelantadas por el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, que se la juega toda por la reelección presidencial. Sobre el tema escribe el economista César González.

Semana
18 de abril de 2004

Llegó la misión del Fondo Monetario Internacional. No ha recibido la dosis usual de atención en los medios, incluidos titulares de primera plana. La principal razón es que están contentos con el desempeño macroeconómico y fiscal.

Además, sorpresivamente, la misión se une a la estrategia gubernamental de estrechar drásticamente la agenda legislativa en materias económicas.

Más sorpresivamente aún, la misión confirma que ciertos proyectos de reforma estructural son importantes pero no muy urgentes.

Esta visita del FMI a Colombia, para hacer la tercera revisión del acuerdo de contingencia firmado con el gobierno en enero del año pasado, deja algunas buenas noticias, sorpresas y motivos de preocupación.

El Fondo, efectivamente, parece satisfecho con las cifras macroeconómicas. Está tranquilo con la posición financiera del gobierno y con las condiciones monetarias y cambiarias. Cree que las proyecciones para lo que falta de este año permitirán cumplir los compromisos del acuerdo. Para el FMI, la obligación normativa más importante del gobierno es la aprobación de la reforma al estatuto orgánico del presupuesto. El gobierno ya había radicado un proyecto el año pasado en el Congreso, al que ahora se le han añadido nuevos detalles como resultado de las discusiones en las mesas del llamado acuerdo político.

La misión tendrá algunos comentarios de advertencia sobre el fracaso en la venta del Bancafé y sobre el aplazamiento del proceso de venta de Granahorrar. Pero estos serán vistos como temas marginales.

Reina, pues, la tranquilidad en las relaciones entre el FMI y el gobierno colombiano. Tal vez por ello mismo la expedición ha tenido bajo perfil en los medios noticiosos.

Ojalá ello siga siendo así en el futuro. Es saludable que el Fondo deje de ser considerado ese terrible sancta sanctorum que obliga al gobierno a tomar drásticas e impopulares decisiones en un país como Colombia, que no está en las garras de una crisis al estilo de la crisis argentina.

En verdad, los debates sobre el manejo económico no deben referirse permanentemente a lo que opina el Fondo Monetario Internacional. Los temas críticos de la estabilidad macroeconómica están suficientemente claros, no por los dictados del Fondo, sino por las evaluaciones propias del gobierno, el Banco Central, la Contraloría General de la República, los legisladores y los analistas especializados.

En el pasado reciente, los gobiernos le han dicho a la gente que los "recortes" y las medidas de austeridad tienen origen en el ceño fruncido de la entidad multilateral. Pero la verdad es otra. Si se observa la historia de los acuerdos con el Fondo desde 1999, queda claro que las "exigencias" del Fondo corresponden a las solicitudes hechas por el gobierno para que tal o cual medida o meta cuantitativa quede incluida en los documentos de compromiso. De hecho, como lo ha señalado repetidamente la Contraloría General, las "exigencias" fiscales al gobierno han sido demasiado suaves y laxas para una auténtica estrategia de ajuste.

Pero en esta ocasión, las cosas han ido más lejos aún. Francamente es exótico que la misión del Fondo afirme que el nivel de tributación efectiva es suficiente. Es también un evento extraordinario que el Fondo esté de acuerdo con aplazar un poco el debate sobre la reforma pensional, pues sus efectos sólo se verán desde 2008.

De todas maneras, ni la reforma estructural al régimen tributario, ni los cambios en el sistema de pensiones figuran como compromisos del gobierno en el acuerdo con el Fondo. Pero en todos los documentos de esta institución sobre Colombia se ha reiterado que estos asuntos son cruciales para la viabilidad fiscal y macroeconómica.

En la práctica, el FMI ha expresado, de viva voz, que está de acuerdo con el "congelamiento" de la agenda económica que se iba a discutir en el Congreso en esta legislatura. Todos los entendidos sabían que al Congreso iban a llegar cuatro o cinco proyectos de ley en este campo. Pero ahora no hay tanta prisa y sólo se someterá a debate el proyecto del estatuto orgánico del presupuesto.

Decida usted: ¿será buena suerte, o designio?

Esta tranquilidad de la misión ¿es una feliz y fortuita coincidencia con el deseo del gobierno de abrirle espacios a la discusión del proyecto sobre la reelección?

O, ¿no se trata más bien de un buen logro diplomático del gobierno con el FMI?

Soy amigo de la segunda hipótesis. Creo que el ejecutivo ha logrado subir el FMI al carro de la reelección.

Desafortunadamente, la obsesión reeleccionista terminará reduciendo la calidad del gobierno del presidente Uribe. En lo que tiene que ver con los temas de discusión con el Fondo, el problema fiscal está que arde y la discusión de sus principales factores ha quedado aplazada una vez más, y quizás sepultada bajo la avalancha del 'monoproyecto' de la reelección.

¡Ah FMI, no dejas de dar sorpresas desagradables!

*Economista