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El Ganador de la Guerra en Irak

Mientras peligra la reelección de Bush y Blair tiene que vérselas con el parlamento, se comienza a ver uno de los pocos ganadores de la guerra en Irak: Irán. Francisco Thoumi, investigador del Centro de Estudios y Observatorio de Drogas y Delito de la Universidad del Rosario, explica por qué.

Semana
25 de julio de 2004

Hasta ahora es claro que aunque Saddam Hussein fue derrotado, la guerra en Irak resultó ser mucho más compleja y difícil para Estados Unidos de lo que la administración Bush esperaba. Desafortunadamente para los Estados Unidos, ellos no solamente se han enfrascado en una guerra de largo aliento que esperaban sería corta y fácil de ganar, sino que además ha tenido un ganador que la administración Bush considera su enemigo: Irán. Desde la revolución Iraní de finales de los años 70 y la toma de la embajada estadounidense por fanáticos religiosos que fue factor clave en la no reelección de Jimmy Carter y la elección de Ronald Reagan, el gobierno iraní ha sido una piedra en el zapato estadounidense. Irán es un país chiita con una población cercana de los 70 millones, tres veces más que Irak; grandes recursos petroleros y una posición clave en el golfo pérsico. Además, Irán ha avanzado sustancialmente en sus intentos de producir armas nucleares como prevención a una posible invasión estadounidense. En efecto, sus programas nucleares han avanzado mucho más que los que se esperaba tuviera Saddam. Según la administración Bush, Irán hace parte del "eje del mal" con Corea del Norte y Libia. A pesar de su crueldad y abusos, Saddam Hussein, un musulmán sunita que en los años 80 invadió a Irán, fue por mucho tiempo un contrapeso del poder iraní en la zona del golfo. Esta fue una de las razones que más influyeron en George Bush padre para no tomarse a Bagdad en la guerra de 1991 y derrocar a Saddam. Ante el derrumbe del gobierno de Hussein y la falta de planificación y visión de Estados Unidos con respecto a la reconstrucción de Irak y el establecimiento de un gobierno con amplio apoyo popular en ese país, Irán está surgiendo como el país dominante en toda la zona del golfo. En efecto, la mayoría chiita de Irak, a pesar de tener una concepción del Estado mucho menos religiosa que sus correligionarios Iraníes, simpatiza con ellos y los consideraría sus aliados frente a las minorías sunita y kurda. El fortalecimiento iraní crea problemas graves para Estados Unidos. Primero, Irán podría controlar rutas petroleras importantes e influiría sobre las políticas de sus vecinos. Segundo, Estados Unidos no tiene capacidad de enviar tropas o responder militarmente contra un país como Irán, especialmente si este tiene armas atómicas. Tercero, Irán podría amenazar a Israel, apoyado incondicionalmente por Estados Unidos. Otro efecto importante del fortalecimiento iraní tiene que ver con los kurdos, que pueden resultar perdedores. Estos están distribuidos en cuatro países: Turquía, Siria, Irán e Irak, y sueñan con llegar a formar algún día un país independiente: Kurdistán. Los kurdos iraquíes han gozado un alto grado de autonomía desde la primera guerra del golfo en 1991. Una posición hegemónica de Irán en la zona podría llevar a que el gobierno de ese país restringiera o aun atacara a los kurdos iraníes so pretexto de evitar su autonomía e eventual independencia. Con respecto a los otros dos miembros del eje del mal: Corea del Norte y Libia, Estados Unidos enfrentará problemas menos graves. En el caso de Libia, este país se ha comprometido a acabar su programa de desarrollo de armas atómicas y biológicas, lo que se puede considerar uno de los pocos éxitos estadounidenses en la guerra en Irak. En Corea del Norte, país con avanzado programa de armas atómicas, el problema es menor que con Irán. Por un lado, Corea del Norte es un país con una economía arruinada, sin recursos naturales (petróleo), un gobierno autoritario personalista al extremo, una población extraordinariamente aislada del mundo y sin capacidad de atacar a Estados Unidos. Por otro, este país presenta problemas graves para la China y Corea del Sur, que tendrán que responder a ellos. El caso de Irán confirma el viejo refrán 'en río revuelto, ganancia de pescadores'. Lo notable es que nunca existió la necesidad real de revolver el río. *Centro de Estudios y Observatorio de Drogas y Delito, Universidad del Rosario