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EL GRUPO: ¿HASTA CUANDO?

Semana
3 de junio de 1996

Mito o realidad, ha hecho carrera la tesis de que los dos pilares de la permanencia del presidente Samper en el gobierno son el director de El Tiempo, Hernando Santos, y Julio Mario Santo Domingo, cabeza del más poderoso grupo económico. La pregunta es por qué lo hacen.La posición del director de El Tiempo es ampliamente conocida. El proceso de desmoronamiento político del Presidente casi que le ha ocasionado más sufrimientos que a cualquier otro colombiano, convencido de que la disyuntiva, en la grave crisis que atravesamos, es la de "Samper o catástrofe". Sin embargo, más que abanderar la posición del periódico, cuya labor informativa ha sido fundamental para desenmarañar los hechos que rodean el proceso 8.000, su voz es hoy tan respetada como siempre, pero más simbólica que nunca.En cambio, la voz de Julio Mario Santo Domingo es respetada, pero no simbólica. Es la voz del amo, como decía la RCA Víctor. Yo, a fuerza de no muchos malabarismos intelectuales, puedo entender porqué adoptó inicialmente la posición que tomó frente a Samper. Por primera vez el Grupo Santo Domingo fue desafiado públicamente por un contendor presidencial. La decisión de Andrés Pastrana de no recibir aportes de ese conglomerado representó un reto real a su poder.Ese desafío de un candidato presidencial con tan serias posibilidades de salir victorioso era, para un grupo económico cuyos resultados finales dependen en gran parte de decisiones de gobierno, un reto que no sólo tocaba frentear, sino ganar a toda costa. Y Santo Domingo, que puede ser criticado por muchas cosas menos por ser un mal jugador, apostó y ganó, lo que no deja de ser una hazaña si se tiene en cuenta lo que predecían las encuestas de la época.El triunfo fue contundente: el Grupo había elegido al nuevo Presidente de Colombia. O por lo menos eso creía. Porque a los pocos días se conoció la existencia de un socio secreto en esta elección que, desde luego, Santo Domingo desconocía y obviamente desaprobaba: el cartel de Cali. Para el Grupo debió ser una amarga sorpresa descubrir que en la misma alcancía en la que se habían consignado sus aportes a la campaña del nuevo Presidente, aparecían otros aportes de tan cuestionada legitimidad.¿Cuáles pudieron ser, a partir de ese momento, las consideraciones del Grupo para seguir apoyando a Samper en contra de todas las evidencias?Primero, consideraciones de dueño. El Grupo había invertido en Samper millonarias sumas de dinero y todo su aparataje de comunicaciones, lo que otorga cierto sentido de propiedad sobre el nuevo Presidente.Segundo, consideraciones de vanidad. Ser dueño de un presidente es un trofeo muy preciado que no puede entregársele al primero que lo reclame.Tercero, consideraciones de lealtad. La fama de Santo Domingo es la de que es tan buen enemigo como amigo. Dentro de esa filosofía, a Samper había que apoyarlo contra viento y marea.Y cuarto, consideraciones institucionales. Sea lo que sea, para el Grupo debe primar la justicia, y deben agotarse las instancias institucionales para impedir a toda costa un golpe de facto contra un presidente democráticamente elegido.Hasta aquí lo entiendo todo. Pero, de ahí en adelante, me parece que estas consideraciones han sido superadas por la fuerza de los hechos. Porque una de las peores crisis institucionales de la historia del país, no sólo afecta los intereses de los colombianos en general, sino también los del propio Santo Domingo en particular.Por eso, que Santo Domingo mantenga el apoyo incondicional al Presidente, parece incomprensible. El argumento de que este apoyo se deba a intereses económicos me suena demasiado simplista. Los favores que pueda obtener del actual gobierno parecen pocos, al lado de lo que éste o cualquier otro conglomerado económico puede perder si hay recesión económica. Además, las consideraciones que pueda tener Samper para con el Grupo están garantizadas también con De la Calle, que no tiene pensado, ni mucho menos, hacer un gobierno socialista o eliminar la propiedad privada, o cosa semejante. Además, Santo Domingo, en una reciente entrevista con el Wall Street Journal, avaló a De la Calle. Eso garantiza que si De la Calle llega a suceder a Samper, el Grupo no tendría a un presidente enemigo.Pero el asunto parece aún más incomprensible si recordamos que don Julio Mario Santo Domingo vive en Nueva York, donde es considerado, en los más altos círculos sociales e incluso políticos, el símbolo del empresario latinoamericano limpio, recto, valioso y ejemplar. Y hasta ahora ha logrado, pero no se sabe por cuánto tiempo, que no se le identifique como padrino de quien en esos mismos círculos es visto como un narcopresidente.Lo que sigue para Samper es, como dicen los argentinos, todo cuesta abajo. La eventual absolución suya por parte de la Cámara de Representantes traerá indudables sanciones económicas de Estados Unidos para el país. Y eso no sólo afectaría al Grupo, sino personalmente a Santo Domingo, que arriesgaría su bien ganada reputación en los círculos norteamericanos de hombre vertical en la lucha contra el narcotráfico, prolongando su apoyo a Samper más allá de lo comprensible.Difícil prueba ésta para un ganador nato como es Julio Mario Santo Domingo. Porque distanciarse del Presidente después de su absolución podría llegar a ser demasiado tarde.