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El hombre que perdía elecciones

Ahora, Peñalosa pretende representar al mismo tiempo al uribismo y a la ola verde que surgió como un rechazo a las prácticas de ese gobierno.

Daniel Coronell
30 de julio de 2011

Enrique Peñalosa hizo una buena alcaldía, pero después de eso no ha encontrado la forma de ganar una sola elección. El único triunfo electoral de su vida lo consiguió frente a Carlos Moreno de Caro, un candidato sencillamente inelegible como alcalde de Bogotá.
En esta seguidilla de derrotas, Peñalosa ha cambiado varias veces la historia de la política nacional. Por ejemplo, cuando el Partido Liberal era la primera fuerza electoral de Colombia -e invencible si estaba unido en Bogotá- Peñalosa logró guiarlo al fracaso.

En 1994, con el liberalismo monolíticamente unido en torno a él, Enrique Peñalosa perdió la elección frente a un Antanas Mockus, recién llegado a la política. El exrector de la Nacional prácticamente lo duplicó en votos.

Tres años después, y solo ante el temor que despertaba en la ciudad Moreno de Caro, Peñalosa logró llegar a la Alcaldía. Al terminar su primer año de administración, las notas que le daban los capitalinos eran terribles. Solo 9 por ciento de los ciudadanos consideraba buena su gestión.

Peñalosa se enfrentó a los comerciantes y algunos sostienen que los quebró. Redujo el tamaño de algunas vías aumentando la congestión de tráfico en Bogotá, a nombre del espacio público plantó bolardos y encareció parqueaderos, pero también puso en funcionamiento TransMilenio, el sistema que revolucionó el transporte público en la ciudad.

Terminó su gobierno con una popularidad tan sólida que muchos pensaron que inexorablemente llegaría a la Presidencia. Lo que no esperaban es que su principal logro pudiera convertirse en un lastre.

El exalcalde vinculó tan fuertemente su nombre con TransMilenio que hoy sigue pagando por sus crisis. La ruptura de las losas, el relleno fluido, la incomodidad y lentitud actual del servicio; le pasan periódicamente una costosa factura política.

En fin, en el apogeo de sus posibilidades, Peñalosa optó por el silencio. En 2002 apenas sonaba como eventual ministro de Defensa o embajador en Washington. Los nombramientos no llegaron, pero varios miembros de su equipo fueron cooptados por el gobierno Uribe. Desde luego hoy son uribistas, no peñalosistas.

Cuando Peñalosa se sintió con la capacidad de ungir a terceros, tampoco se le dieron las cosas. Bogotá le propinó una lección de modestia: su candidato Juan Lozano perdió ante Lucho Garzón, a pesar del apoyo explícito de Álvaro Uribe. También fue vencido en Cali con Kiko Lloreda y en Pereira con Consuelo Jaramillo.

Un año después, en 2004, Peñalosa anunciaba que se lanzaría a la Presidencia con o sin reelección presidencial. Como en la primera alternativa no estaban buscando candidato, el exalcalde recordó que era liberal y se arrimó a ese partido.

Del liberalismo volvió a salir con portazo, sin candidatura y promoviendo el lanzamiento de una lista independiente para el Senado. Esa lista, cerrada por decisión de Peñalosa y con su cara como símbolo, no alcanzó siquiera el umbral y, por lo tanto, no escogió ni un senador. Enrique Peñalosa encabezaba la lista de ese barco que se hundió por la proa.

En 2007, hace cuatro años, arrancó arrasando en las encuestas para la Alcaldía de Bogotá. Sin embargo, en julio de ese año -por las mismas fechas por las que ahora pasamos- ya estaba en empate técnico con Samuel Moreno, un candidato que nunca despertó entusiasmo masivo en Bogotá. No es exagerado decir que no fue tanto que Moreno ganara la elección como que la perdió Peñalosa.

Ahora, Peñalosa pretende representar al mismo tiempo al uribismo y a la ola verde que surgió como un rechazo a las prácticas de ese gobierno.

A noventa días de las elecciones, Enrique Peñalosa celebra alborozado que está técnicamente empatado con Gustavo Petro. Mientras que tres candidatos jóvenes pujan duro para llegar a la punta.

Es difícil vaticinar un resultado, pero nadie podrá negar que, de todos los aspirantes, Peñalosa es quien más experiencia tiene perdiendo elecciones.

¿Por qué puede un candidato con cartas ganadoras perder una elección tras otra?

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