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El ‘impasse’ con Venezuela

El ruido está en las declaraciones: el coronel no tiene quien le escriba ni tampoco ha aprendido que la diplomacia es el arte de callar

Semana
1 de enero de 2001

Los países tienen intereses y no amigos. Esta trillada frase de Palmerston es lo primero que aprenden —o deberían aprender— los cancilleres de un país envainado. Pues Colombia es un país envainado. Y el presidente Chávez hasta ahora no ha hecho nada distinto de defender los intereses de su país ante un vecino envainado.

—Comencemos por el golfo. Mientras Colombia se aferra a papeles viejos (la ‘Real Cédula’ de 1768, el contrato Pombo-Gowen de 1856, el Tratado Bilateral de 1939) Venezuela hace lo que toca hacer: ejerce soberanía. El derecho puede estar del lado de Colombia; pero el tiempo corre a favor de Venezuela. Por eso Chávez congela las comisiones binacionales, mientras reafirma su soberanía sobre la zona en disputa (como ocurrió en el caso del barco gringo, hace apenas dos semanas y ante el total silencio de Colombia).

—Sigamos con el comercio. Chávez impide el paso de camiones y coquetea con Mercosur. El Tribunal Andino falla contra Chávez y Mercosur le para pocas bolas. Pero Colombia no puede pujar mucho, porque es ella la que más necesita del vecino: con la revaluación del bolívar y el ingreso petrolero, Venezuela es el motor de las exportaciones y el secreto de la frágil reactivación colombiana.

—Pasemos al Plan Colombia, donde McCaffrey en persona le dio la razón a Chávez: si el dichoso Plan funciona la coca (y los refugiados) simplemente cruzarán la frontera. Así que no doremos más la píldora: el interés de Venezuela es exactamente opuesto al de Colombia en este punto.

—Y concluyamos, claro, con las Farc y el ELN, donde Venezuela tiene dos intereses viejos. Uno es apaciguar la guerrilla para evitar desmanes en su territorio: es lo que adecos y copeyanos discretamente hicieron desde siempre. El otro suena escabroso pero es evidente para un militar de carrera como Chávez: la guerrilla debilita al Ejército colombiano, que es el gran adversario eventual de Venezuela (¿O alguien puede ignorar la casi guerra de 1987?).

Claro que al interés nacional de Venezuela, Chávez añade su bocota y su borroso proyecto geopolítico.

—El ruido está en las declaraciones. El coronel no tiene quien le escriba ni tampoco ha aprendido que la diplomacia es el arte de callar o negar lo que uno hace.

—El daño está en las intenciones. Chávez sueña con un mundo “multipolar”, donde los gringos no nos mangoneen. Por eso suspende vuelos de la DEA, invita a Fidel, visita a Gadafi y a Hussein, reúne la Opep, ofrece reconocer el Estado Palestino, le escribe a ‘El Chacal‘, regaña al Vaticano, le regala petróleo a Centroamérica y se mete con la oligarquía colombiana.

Y, así, no falta quien sospeche que hay intenciones más calenturientas. Por ejemplo: que la guerrilla se quede con media Colombia y pida su anexión a Venezuela. O por ejemplo: que Chávez (junto con Castro, Gadafi y Hussein) financiará el triunfo de las Farc para integrar un bloque social-bolivariano-antisionista.

Ingenuidad de Chávez. En Venezuela no hubo ni puede haber revolución socialista. Lo suyo es un formidable remezón político, seguido por un clásico caudillismo populista. Ingenuo Chávez si cree que la guerrilla se transaría por su retórica “bolivariana”. Ingenuo si cree que su popularidad resistirá la caída eventual de los precios del petróleo. E ingenuo si cree que el ELN y las Farc dejarán de secuestrar y matar venezolanos, porque la nuestra es una guerrilla-delincuencia.

Chávez podría ser ingenuo. Pastrana en cambio es ingenuo. Ingenuo en creer que la droga, la recesión y la guerrilla no definen y asfixian su política exterior. Ingenuo al no prever que Venezuela actuaría en defensa de su interés nacional. Ingenuo al invitarla al proceso de paz, igual que se invita a Suecia, Suiza y otros países distantes y neutrales. Ingenuo si cree que el problema es Chávez. Más ingenuo si piensa que el mal estuvo en que dos guerrilleros asistieran a una conferencia. E ingenuo de remate si después de tanto sofoque se conforma con que el vecino muestre mejores modales.

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