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El machismo del presidente López

Culpar al hecho de ser mujer del fracaso de la Ministra de Defensa es un insulto contra nuestro género

Semana
17 de marzo de 2003

Cuando el ex presidente Alfonso LOpez se sale de su acostumbrado y sustancioso academicismo en su columna dominical de El Tiempo, y resuelve pasearse por la farándula criolla o por los temas light que nos alegran los días a los colombianos, es delicioso de leer. Y es delicioso discrepar con él.

En su columna de hace ocho días, comienza por declararse francamente asustado por el ascenso de la mujer en la vida colombiana, pero luego defiende vehementemente a la ministra Marta Lucía Ramírez de la oleada de críticas que por estos días viene castigando su gestión.

El motivo de mi profunda discrepancia no proviene de su preocupación de que con el transcurso del tiempo los hombres colombianos queden reducidos a la condición que contempla nuestra Constitución para las minorías indígenas, las negritudes o los evangélicos. Ni tampoco de su propuesta de que de inmediato, los hombres colombianos procedan a reclamar una cuota de cargos públicos, como ya lo hicieron las mujeres en lo que él llama la época de la androcracia, cuando todavía mandaban los hombres en Colombia.

Nada de eso me molesta, aunque revele con sus palabras una actitud machista que me parece justificada y sobre todo frentera: si los hombres colombianos de verdad están entrando en minoría en el escenario laboral colombiano, no veo porqué la preocupación del ex presidente pueda ser considerada infundada.

En lo que sí discrepo profundamente es de su papel de machista disfrazado de feminista.

He sido particularmente enemiga de que las mujeres tengan cuota como género. La verdadera igualdad de oportunidades del hombre y la mujer se da cuando uno u otra son escogidos para un cargo o una responsabilidad por sus cualidades personales y no por sus condiciones de sexo.

La repentina inundación de mujeres en el gabinete de este gobierno se debe claramente a que al presidente Uribe le gusta gobernar rodeado de Ellas. Y aunque por este motivo se le puede acusar de haber impuesto una cuota femenina en el gabinete, pues varias de las ministras fueron escogidas primero en virtud de su sexo que de sus comprobadas capacidades, a Uribe se le perdona, porque es un coqueto empedernido.

Bueno: el presidente López es el rey de los coquetos. Por eso la defensa que hace en la columna de Silvia Tcherassi, de Marta Lucía Ramírez y de la reina Isabel la Católica es perfectamente acorde con su temperamento.

Pero aparentar que es feminista al sostener que las críticas que le han llovido a Marta Lucía Ramírez son producto de su condición de mujer, es francamente una falta de respeto contra las mujeres en general. Porque a las que no nos gusta que las oportunidades nos lleguen sólo por el hecho de ser mujeres -lo cual nos degrada- tampoco nos gusta que nos digan que los fracasos de las mujeres se deben a su condición femenina, porque eso nos degrada aún más.

Ahí el ex presidente sí que se comporta como el peor de los machistas: culpar al hecho de ser mujer del fracaso de la Ministra de Defensa es un insulto contra nuestro género. A la ministra Ramírez le ha ido mal no por ser mujer, por favor. Si un hombre en su cargo hubiera cometido las mismas equivocaciones que ella ha cometido, la historia sería la misma: la cúpula militar estaría tan molesta como ahora y el país tan sorprendido por la falta de manejo de su 'Ministro' de Defensa.

Si en lugar de Marta Lucía hubiera un Marto Lucío que hubiera salido a acusar a los militares de chanchulleros en una entrevista en El Tiempo; que se la pasara diciendo que "él" si manda cada vez que da una entrevista; que hablara tanto como ella y dijera tan pocas cosas como ella; y que hubiera mostrado tan pobres resultados en el manejo del problema del orden público, es seguro que no sólo los medios, sino el país entero, estaría diciendo que ese ministro Marto Lucío ha salido como malito y no está haciendo las cosas bien.

No, presidente López: las mujeres detestamos que nos atribuyan nuestros fracasos a que nos atacan por ser mujeres porque esa es una actitud machista de las malucas. Las mujeres somos capaces de responder de nuestros actos como personas, como seres humanos que somos, distintos en cuanto a género de los hombres, pero iguales a los hombres en capacidades.

De manera que no convierta la condición femenina en una fachada de los fracasos. Por fa.

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