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El método de la distracción

Escuchar a un candidato a la Presidencia de la República como Germán Vargas Lleras decir que en su futuro gobierno va a luchar contra la corrupción que él y su partido propiciaron a lo largo de los últimos 20 años, no puede calificarse de otra cosa que de chiste.

Joaquín Robles Zabala, Joaquín Robles Zabala
7 de febrero de 2018

Luxemburgo es, según el Fondo Monetaria Internacional (FMI), el país europeo con el PIB per cápita más alto del planeta: 109.370 dólares, escoltado por Suiza, 81. 310, y Noruega, 73. 590. Para Transparencia Internacional, una organización no gubernamental dedicada a investigar el flagelo de la corrupción en el mundo, el denominador común de esta prosperidad es el equilibrio entre sus riquezas y la población, resultado del manejo diáfano de la cosa pública que se ve reflejado en los múltiples beneficios que recibe la población por parte de sus respectivos gobiernos.

Para esta organización, solo Chile y Costa Rica se presentan como los países más transparentes en el manejo de lo público en América Latina. Los demás se rajan, incluido Colombia, ubicado en el tercer lugar de las naciones más desiguales de la región. La muestra de lo anterior, para no ir tan lejos, son los casi 18.000 niños muertos por inanición en los últimos 9 años, según un informe de las Naciones Unidas, y los 37.000 que sufren desnutrición en La Guajira, una cifra que revela el abandono de un Estado no solo a una de sus poblaciones de mayor cuidado como son los niños, sino que deja ver asimismo la podredumbre administrativa por la que atraviesa el país.

Escuchar a un candidato a la Presidencia de la República como Germán Vargas Lleras decir que en su futuro gobierno va a luchar contra la corrupción que él y su partido propiciaron a lo largo de los últimos 20 años, no puede calificarse de otra cosa que de chiste. Seguir señalando a las antiguas Farc de ser las culpables de todas las plagas que padece Colombia es una cortina de humo que busca distraer al grueso de la población de la incapacidad de nuestros dirigentes de dar respuestas y soluciones significativas a problemas medulares que afectan el bienestar de casi de 50 millones de personas.

Ahora, siguiendo con el método de la distracción, buscan hacernos creer que el mayor obstáculo para el desarrollo del país es la masiva migración de venezolanos a territorio colombiano, producto de la corrupción rampante que por allá no cesa, y que si un candidato que no sea de la derecha (centro o extrema) llega a la Casa de Nariño, el país terminará convertido en la vecina república de Venezuela. Otro chiste, por supuesto, que el colombiano promedio cree a pie juntillas porque unos desinformadores profesionales, con micrófono en mano y frente a las pantallas de televisión, se lo repiten en la mañana, al mediodía y en la noche antes de dormir.

Las Farc dejaron de ser las Farc. Es decir, dejaron de disparar, pero siguen siendo el caballito de batalla de quienes buscan infundir miedo en la conciencia de los colombianos, aquellos que no creen en la racionalidad del pueblo porque para ellos es un simple instrumento para otros fines. Los fines son, pues, el poder y la administración del Estado. Y los colombianos seguimos siendo para nuestros dirigentes como niños sin conciencia que hay que guiar e inculcarles las buenas costumbres para que no se lastimen o lastimen a otros. En palabras kantianas, Colombia sigue estando, desde esta perspectiva, en la edad pueril. Es decir, no hemos salido de la premodernidad. Y estos señores que se han robado los recursos de toda una nación en los últimos doscientos años, siguen creyendo que el país es una finca y que cada uno de sus habitantes es un peón al servicio de los intereses de su patrón.

No tengo duda de que el mayor flagelo que tiene a Colombia sumido en la miseria y el subdesarrollo (palabra que el discurso político de hoy se vende como “en vía de desarrollo”) es la corrupción. Decir que el 50 por ciento de los colombianos es pobre y que un 20 por ciento más vive en la pobreza extrema no es un chiste, como tampoco lo es asegurar que el salario básico del año que comienza no le sirve ni siquiera a un soltero que viva en arriendo, mucho menos a una familia formalmente constituida. Que el 90 por ciento de las riquezas del país esté en manos del 10 por ciento de sus habitantes es, por sí mismo, un impedimento enorme para el desarrollo pleno de una nación. Pero lo es más cuando los pocos dineros que llegan para la inversión social terminan en los bolsillos de particulares, engrosando jugosas cuentas corrientes en reconocidos paraísos fiscales.

Creer que el castrochavismo -una palabra compuesta, inventada por un señor de pensamiento retardatario y oscuro que tiene más de 300 investigaciones en la Comisión de Acusaciones de la Cámara y es señalado de cometer múltiples delitos- va a acabar con el país, es otro chiste para el Cuentahuesos. Pero lo más berraco de todo esto es que hay colombianos que creen que es así: la llegada de un presidente de izquierda, o afín a esta, a la Casa de Nariño acabará con el país, eliminará los derechos de los ciudadanos a la propiedad privada y nacionalizará las empresas más rentables.

Las preguntas que me surgen cuando escucho a un compatriota asegurar semejantes babosadas son las siguientes: ¿dónde carajo estuvo viviendo en los últimos 20 años? ¿A quiénes afecta o beneficia la privatización de la salud por la aprobación de la célebre Ley 100 de 1993? ¿Por qué si el país está tan bien, el desarrollo no arranca? ¿Por qué nuestra educación es tan mala y los niveles de corrupción tan altos? ¿Por qué han muerto más de 18.000 niños de hambre en todo el territorio nacional en los últimos 9 años y 37.000 están a punto de correr la misma suerte? ¿Por qué se busca con suma insistencia privatizar las universidades públicas? ¿Por qué un grupo de colombianos amenaza con acabar los acuerdos de paz firmados por Santos y Farc si la derecha representada por Uribe llega a Presidencia de la República? ¿A quiénes beneficia el regreso feroz de la guerra? ¿Por qué se venden al capital extranjero las empresas rentables del país y se les asegura a los colombianos que eso llevará el desarrollo a las regiones?

Las preguntas son muchas y las respuestas pocas. Mientras tanto, los fabuladores del castrochavismo buscan regresar al poder a punta de desinformación y una alta dosis de odio distractor.

En Twitter: @joaquinroblesza

E-mail: robleszabala@gmail.com

*Magíster en comunicación