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“El motel del voyeur” o el cadalso de un gran cronista

La asombrosa historia de un hombre que espió durante 10 años a sus huéspedes crea por primera vez cuestionamientos a la credibilidad de Gay Talese uno de los padres del Nuevo Periodismo.

Germán Manga
21 de julio de 2016

El 7 de enero de 1980 el periodista Gay Talese, uno de los grandes de la profesión, maestro y paradigma para varias generaciones de reporteros y cronistas en el planeta, uno de los precursores del uso inteligente de técnicas literarias en el que García Márquez llamó “el mejor oficio del mundo”, recibió una carta con una invitación irresistible para alguien con sus cualidades.  

Era de Gerald Foos, un hombre que le contaba ser propietario de un  motel en la periferia de Denver Colorado, en el cual había instalado un falso techo desde el cual espió durante 10 años, a decenas de parejas huéspedes en sus habitaciones. Lo invitaba a escribir un libro sobre el tema con base en esa experiencia y en sus impresiones resumidas en un minucioso registro que hizo con todo  lo que vio.  

“Compré este motel para satisfacer mis tendencias voyeurísticas y mi interés irresistible sobre cómo las personas gestionan sus vidas, tanto social como sexualmente. Lo hice por pura curiosidad ilimitada por la gente y no sólo como un mirón trastornado”, le decía.   

Aunque la tentación de escribir esa historia original y poderosa, con episodios, experiencias, conductas de amor, dicha, dolor, infidelidad, homosexualismo, perversiones y locuras, era muy grande, Talese solo aceptó un encuentro personal con el protagonista quien lo obligó a firmar un contrato de confidencialidad sobre lo que oyera y viera. Fiel a su enseñanza de hacer de la experiencia la mejor fuente de documentación visitó el motel, espió parejas junto con el dueño, estudió en profundidad una por una las trescientas páginas de los registros que llevaba desde 1978 y lo indagó sin límites ni restricciones sobre su singular experiencia.

No era un buen momento para acometer otro libro sobre sexo porque desde finales de los años 60 Talese había dedicado una década a visitar salones de masajes, sitios de pornografía, vivió seis meses en una de las comunas de Sandstone donde se practicaba sexo libre, participó en orgías, tuvo amantes, estuvo a punto de destruir su matrimonio y comprometió su prestigio personal  para escribir “La mujer del vecino” que es hasta hoy uno de los documentos más completos sobre la revolución sexual que se vivió en los Estados Unidos durante esos años.

El proyecto se empantanó porque Foos pretendía que escribiera la historia como ficción o con los nombres cambiados lo cual en su parecer le quitaba todo el peso a la historia. En 2013 el voyeur reapareció inesperadamente en un momento en el que Talese andaba en busca de temas.  Llegaron al acuerdo y  con la dedicación, profundidad y perfeccionismo con  los que hizo su prestigio desde los años 50 en sus extraordinarias crónicas en el New York Times y la revista Esquire  y después en todos sus libros, trabajó y escribió “El motel del voyeur”, cuyo lanzamiento mundial estaba programado para el 12 de julio, destinado a ser uno de los best sellers del año y cuyos derechos para el cine fueron adquiridos por Steven Spielberg.    

Todo parecía listo para que a sus 84 años de edad Talese lograra otra vez un libro  de éxito mundial, pero se le cayó el andamio en abril pasado cuando The New Yorker publicó un adelanto, que activó la incisiva e implacable maquinaria de controles, chequeos y  verificaciones que aparece de tanto en tanto  en el periodismo de Estados Unidos. Paul Farhi, reportero del Washington Post descubrió inexactitudes graves en el contenido, en particular que Foos había vendido el motel en 1980 “y no lo volvió a comprar hasta ocho años más tarde, según los registros de la propiedad locales”, por lo cual los hechos relatados en el libro, correspondientes a ese tiempo, carecían de sustentación.   

En una entrevista con Talese, realizada el pasado 30 de junio, lo confrontó sobre esos hechos,  un nocaut fulminante  doblemente grave en vísperas del lanzamiento. “La credibilidad del libro se fue por el ducto del inodoro” aceptó. “No debí haber creído una palabra de lo que me dijo”.  

Talese siempre se vio a sí mismo como un adalid de la verdad. Por las exigencias tortuosas de su virtuosismo había incumplido la fecha de entrega de varios libros pero nunca había recibido cuestionamientos sobre la veracidad del contenido. En octubre del 2015, cuando vino a Colombia a entregar el premio de periodismo Simón Bolívar, en una entrevista con Julio César Guzmán de El Tiempo aportó su consejo a los nuevos periodistas: ‘Son afortunados. Seguramente no harán dinero. Pero el periodismo no se trata de ganar dinero. Es una dedicación a la verdad”.

Tal vez el periodismo de Estados Unidos no vivía un episodio tan resonante desde 1981 cuando Janet Cooke, reportera del Washington Post, recibió el premio Pulitzer por «El mundo de Jimmy» la conmovedora historia de un niño de ocho años que se inyectaba heroína con la complacencia de su madre. La monumental importancia de ese reconocimiento movió su conciencia y la llevó a confesar que la historia era inventada, un golpe demoledor al prestigio de Washington Post y al infernal sistema de balances y escrutinios que esta vez atrapó al Motel del Voyeur.

Después de su rabiosa reacción inicial Talese le ha querido bajar el tono a los cuestionamientos aunque en periodismo, como decía García Márquez “un solo dato falso desvirtúa sin remedio a los otros datos verídicos”. En la propia pluma de nuestro Nobel podría estar la salida para la salvación del gran maestro del nuevo periodismo y de su libro, la misma que planteara en su momento para Janet Cooke: “no habría sido justo que le dieran el Premio Pulitzer de periodismo, pero en cambio sería una injusticia mayor que no le dieran el de literatura”.

@germanmanga

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