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EL NUEVO GOBIERNO: POPULISMO Y ¿HACIA EL PARTIDO NACIONAL?

Semana
6 de septiembre de 1982

Mario Latorre, Prof. del Departamento de C.P., Universidad de los Andes
Siete de agosto de 1982: posesión de un nuevo presidente, de Betancur, de un Presidente conservador. Para la inmensa mayoría de la gente--¿los menores de 50 años?--una ceremonia cada cuatro años que se inscribe apacible en la tradición colombiana; otros saben que en 1946 se presentó el mismo hecho; el resto, muy pocos ya lo vivieron: dividido entonces como ahora el partido liberal, subió a la presidencia otro conservador, Ospina Pérez. La politica tiene, entonces, sus leyes inexorables: si un partido en el poder se divide, es derrotado.
Un presidente populista. Pero la historia, si se repite, lo hace sólo en apariencia. Y en este caso, lo han repetido todos los comentaristas: Colombia no es la misma de hace 36 años ni podrá serlo. Y esos cambios tienen también necesariamente un carácter político--aumento del electorado, crecimiento vertiginoso de las ciudades, importancia acentuada de las clases medias-y ofrecen un nuevo terreno para el ejercicio de la política. Escojamos un aspecto: el populismo.
Esta es una palabra relativamente nueva, que ha adquirido gran difusión.
Aparecio por alla en 1860, eran los "narodniki" rusos; como reacción contra el capitalismo incipiente de su país predicaron volver al pueblo y su fe estaba en el pueblo; recurso de intelectuales, se fragmentó en sectas y tuvo su expresión desesperada en el terrorismo. Treinta años después, sin, conexión, salta a Norteamérica; son los granjeros y los productores de plata que han visto también derrumbarse los precios; luego de unos exitos electorales, circunscritos regionalmente termina por esfumarse. Y otro ejemplo, el último: fue populista Perón y fueron populistas sus "descamisados" que aún perturban la política argentina.
Tres casos absolutamente distintos.
Esa es la caracteristica del populismo: se aplica a fenómenos políticos totalmente diversos. Sin embargo se le señalan algunos rasgos comunes: es, en todos, la apelación al pueblo pero no para que participe en las decisiones sino para que ratifique con su presencia tumultuosa las ceremonias y ritos del poder; no es un cuerpo de doctrina sino la denuncia de necesidades sentidas y el ofrecimiento de soluciones inmediatas y fáciles; se recurre en su retórica y actitudes a los símbolos, a los afectos y a las emociones --la bandera, la exaltacion de la familia y de la Patria; sus dirigentes hacen énfasis que provienen del pueblo y por eso lo comprenden; no plantea el conflicto sino la unidad--precisamente en la cohesión del pueblo y la Nación. En países como el nuestro tiene el escenario de sus ciudadesinmensas, con sus sucesivas oleadas de inmigrantes rurales que van a formar la masa de sus marginados.
El populismo de Betancur--amable, sonriente--es una de sus caracteristicas y contribuyó decisivamente a su triunfo.
Eso se le imputó, durante la campaña, aunque ahora, por el prestigio del poder, se le haya puesto sordina. Esa imagen va necesariamente a condicionar su gobierno. Pero no es eso sólo lo que se quiere resaltar. Es otro hecho, un cambio radical. Desde el origen de nuestros partidos, el populismo ha sido propio del liberalismo, lo ha llevado en el arsenal de su retórica y de sus actitudes. Su culminación se encuentra en Gaitán. Con una sola excepción: Rojas, que llevó al liberalismo la borde de la derrota. Al frente ha tenido como contendor al partido conservador, para compendiar, al partido del "orden". En el escenario electoral, obviamente, llevaba siempre el liberalismo las de ganar. Ahora, las cosas han cambiado: fuera del poder el liberalismo --y en Colombia el poder es la Presidencia--se encuentra en la oposición por primera vez en su historia frente a un Presidente populista. Puede el liberalismo, y seguramente lo hara, exagerar su retórica populista; esas son palabras al viento que confrontarán los hechos tangibles que le opondrá el gobierno. Pero hay mas: el populismo había llegado, con Gaitán y con Rojas, sólo hasta los umbrales del poder, se había quedado en las plazas publicas colmadas y enardecidas. Ahora, lo que es mucho más, por primera vez en la historia de Colombia, llega un populista a la Presidencia.
Los movimientos Nacionales.
Betancur triunfó con un Movimiento Nacional. Ese hecho, aparentemente, tampoco es nuevo en Colombia. Olaya Herrera, en 1930, para no ir más lejos,fue el Presidente de la Concentración Nacional,y Ospina Pérez, en 1946, de la Unión Nacional. Pero hay una diferencia fundamental: fuera de dos o tres nombres ilustres, el electorado de Olaya fue liberal y el de Ospina, a su turno, conservador. El de Betancur es un electorado totalmente distinto.
El partido liberal ha dominado tradicionalmente las ciudades, particularmente a partir de 1930. Así, por ejemplo, en 1946, aunque pierde la presidencia, Gaitán triunfa abrumadoramente en las más importantes--Bogotá, Barranquilla y Cali--y Turbay en la misma forma en Medellin. En esta ocasión, Betancur triunfa en las cuatro grandes capitales.
Miremos mas de cerca: esas cuatro ciudades a partir de 1958, para no ir más lejos, de una a otra elección han sido de mayoría liberal; sólo en una ocasión, en 1964, fue minoritario en Medellín; luego en las presidenciales de 1978, como un anuncio, en Bogota y Medellin, pero recupera sus mayorías en las de 1980 y en las de corporaciones de 1982 para perder en todas ellas, como ya se dijo, en las presidenciales.
Observemos otros aspecto, el regional, y precisamente en la Costa Atlántica.
Esta ha sido tradicionalmente liberal, lo ha sido siempre. En sus ciudades, para verlo asi, y también a partir de 1958, ha ganado en todas ellas con la sola excepción de Santa Marta en 1970 que fue el año de la candidatura costeña, la de Sourdis, y de la gran votación de Rojas; en estas elecciones pierde el liberalismo en Santa Marta, en Cartagena y también en Barranquilla y en todas triunfa, y apreciablemente, Bentancur.
Pero volvamos a las ciudades, en donde se concentra el "pueblo", y también a las poblaciones y a las aldeas, al voto urbano y al voto rural. Examinemos las elecciones presidenciales de 1974, por ser caracteristicas, ya que en ellas se enfrentaron los dos partidos con sus propios electores; en ellas el electorado conservador proviene en un 60% de poblaciones de menos de 10.000 mil votos en un 22% de aquellas que tienen más de 50.000 votos correspondiendo el resto de su electorado a poblaciones intermedias, es decir, la base y la mayoría de su electorado lo encuentra el conservatismo en las aldeas; ahora el electorado de Betancur es totalmente distinto: su votación en las aldeas se reduce al 45% y en las ciudades aumenta al 30%.
Habría más; pero con estos hechos basta, ya que sus implicaciones son claras. El Movimiento Nacional, no por el nombre ni por la afirmación repetida y secundaria sobre quienes lo integraron (conservadores, unos restos de Anapo, la minúscula D.C. y un pretendido sector liberal) sino por su implantación, tiene un caracter nacional, es evidente. Y para el conservatismo se abre, con esa composición de la votación, una nueva perspectiva con la que tampoco en el curso de su historia habia tenido que enfrentarse el liberalismo. Esa perspectiva consiste para el conservatismo en mantener y consolidar esa coalición transitoria que le dio la presidencia, e integrar esas fuerzas en su partido. Si lo hace--y no es fácil y en el trayecto todo puede saltar en pedazos--habrá dejado de ser el partido conservador, minoritario electoralmente, para pasar a ser uno nuevo, distinto, y con fundada y real vocación mayoritaria: el Partido Nacional. -

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