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EL ODIO A TURBAY

Semana
5 de marzo de 1984

La principal crítica que le hacen los más pugnaces antiturbayistas al ex presidente consiste en haber hecho un gobierno represivo y proimperialista. Sin embargo Turbay jamás fue tan represivo como pudo haberlo sido, por ejemplo, su antecesor Carlos Lleras, ni tampoco tan proimperialista como Alberto Lleras Camargo, cuya política de buenas relaciones con los EE.UU. constituye uno de sus más admirados rasgos políticos.
¿Por qué me pregunto entonces, más de la mitad del país detesta actualmente a Turbay -más allá de los simples confines del desgaste que produce el ejercicio del poder-, y lo considera el Presidente más malo que ha tenido Colombia?
Sin quererlo, pero quizás ayudado por su temperamento conciliador -que para muchos jamás fue algo diferente de indolencia, disfrazada de táctica política-.
Turbay pasó a desempeñar en Colombia el mismo papel que desempeñaba en una empresa particular alguien a quien conocí en cierta oportunidad. Había sido contratado con el propósito de que se dejara echar la culpa de todo lo malo que acontecía en la empresa. desde la ruptura de una taza hasta el pliego de peticiones del sindicato, permitiéndosele esgrimir a su favor cualquier argumento distinto al de que no tenía la culpa. ¿Qué lograban con ello las directivas de la compañía? Descargarse emocionalmente en un culpable, que es la manera como normalmente comienzan a enfrentarse los problemas, y luego buscar serenamente su causa, para proceder a solucionarlos. Nuestro hombre, sin embargo, no resistió mucho tiempo, y a los pocos meses devolvió la batica blanca de operador que tantas culpas ajenas lo había obligado injustamente a asumir.
Para muchos colombianos ha resultado delicioso eso de poderle echar la culpa a Turbay de todo lo malo que acontece en Colombia. Les ayuda a creer que varios de los problemas actuales del país son producto de la incapacidad de un gobernante y no de una desfavorable combinación de circunstancias. Pero en el odio al ex-presidente liberal desde luego que ha incidido definitivamente la creciente popularidad de Belisario, que parece por arte de magia ser inversamente proporcional al descrédito de Turbay. Entre más aciertos le reconoce el país al primero, más desaciertos le descubre al gobierno del segundo A tal punto que en la actualidad, a saber qué tan belisarista es uno se lleva averiguando primero qué tan antiturbayista se es y para ello hay que responder afirmativamente una serie de preguntas :
-¿Lleva la cuenta exacta de cuantos días han pasado desde que se acabó el gobierno de Turbay?
-¿A veces tiene la impresión de que han sido muy poquitos?
-Cuando se siente irritado, molesto o simplemente preocupado se descubre dibujando distraídamente apretados corbatines sobre una hoja de papel?
-¿Cree que Turbay es el responsable de los auto-prestamos de Michelsen?
-¿Cree que Luis Carlos Galán tiene mejores posibilidades políticas desde que Turbay lo insultó?
-¿Está convencido de que Turbay influyó, de alguna manera, sobre la actual programación de T.V.?
-¿Piensa que la mejor forma de vivir actualmente en Colombia es cada uno en su casa (con o sin cuota inicial) y Turbay lo más lejos posible de la de todos?
El principal problema de Turbay es que no había dejado de ser presidente cuando ya estaba definitivamente pasado de moda su estilo político. Y por culpa de ello también llegó a estarlo el estilo de su gobierno, mucho antes de que se hubiera agotado su cuatrienio.
Eso ha traído consecuencias positivas y negativas sobre su sucesor. Positivas porque Belisario está haciendo un gobierno opuesto al de Turbay. Negativa porque lo esta haciendo obsesivamente opuesto. Ello ha determinado que en algunas circunstancias haya llegado a exagerarse, por ejemplo, el papel conciliador con las guerrillas, asumiendo el gobierno la bíblica actitud de darlo todo sin esperar nada a cambio. O a exagerarse el pape anti-imperialista frente a los EE.UU, asumiendo, por el contrario, la nada bíblica actitud de darles a los norteamericanos nada esperandolo todo a cambio.
En ello, quizás, radique la explicación de que actualmente Belisario sea mas popular que su propio gobierno. Pero algún día habrá que llegar a un equilibrio. Y la mejor manera será la de hacer un gobierno menos obsesivamente anti-turbayista y en cambio sí más acorde con la realidad, perdiéndole el miedo a lo que está o no de moda en materia política porque la realidad, definitivamente, es una de las pocas cosas que no pasan de moda jamás.

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